Milenios sin hogar...
Relojes que se rehúsan a palpitar si mi juventud no les entrego
Más en la anatomía de la soledad, no tengo caderas que surcar ni labios que Devorar.
No soy de nadie; El eslabón de oro No me ata desde mi dedo anular.
Más si me preguntan, jurare que no hay peso más vacio que el de esta soledad.
Que  no hay nada  más tedioso que sus palabras un poco mas detestables que el aire pesado de este cuarto sin ventanas.
Culpa mía es...ya lo se...Por dejar que la soledad me llevase al altar.