El Reo en Verborrea
Publicado en Feb 26, 2010
Las palabras brotan de mi boca Salpicando el sarcófago de tu cara, Y me odias porque no sé hablar Y me alejas porque sé mentir. Ya lo dije a ti, a mí. No hay excusas, No hay ilusión Es sólo mi epiglotis Que deja pasar letras Sin admisión. Te digo: Esto se llama realidad, La verdad inverosímil de lo que vomito. Tú cierras la puerta trasera De mi garganta. Aparecen coprolalias Que prefieres no oír. Mientras me río de tu Cara preocupada, Preocupada De lo que pueda salir de Mi boca en el discurso. Y estrujo mi estómago De ahogo y calamidad. ¡Son sólo incoherencias Que brotan desde mi maldad! Confieso. Soy sólo un locuaz. Mis palabras no eran para ti, Fueron sólo una definición Del ser que construyo Para alguien un día mejor. Pero ya veo que no funcionó Y me disculpo Para que ganes, Para que vuelvas a reír. Y me excuso Porque no sé hablar. Esta verborrea indigente No para de herir Mi corporalidad cavernálica. ¡Ya no preguntes más! Esta es la última respuesta, Ante este último llanto Que proclama La última palabra. Desde ahora Silencio para siempre.
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Claudia Islame
Roberto, agradezco tu observación, la verdad es que la palabra cavernálica me encanta será porque rompe o porque uega no lo sé, pero me gusta.. tal vez no suene bien, pero me gusta que esté ahí. Saludos y gracias y por tus comentarios (:
Roberto Langella de Reyes Pea
inocencio rex
Jesus Eduardo Lopez Ortega
Rodal
Usas figuras muy fuertes. Quizá la más dura es la primera "el sarcófago de tu cara".
Encuentro mucha de la incomprensión de que sufrimos los escritores cuando nos acercamos al mundo cotidiano. Gente que trata de entender las palabras y no puede. O incluso, gente que no hace el intento y se encuentra ofendida por un sonido extraño. El control que el personaje central trata de ejercer sobre sus mismas palabras es un tema cotidiano para muchos creadores.
Conviven aquí al mismo tiempo, un tanto de agresividad que no deja de existir, con algo de dulzura emanada del intento de proteger al que escucha a través de buscar no decir más. Y haces una referencia tangencial al hecho de que la palabra misma puede ser el arma más destructiva.
Todo un placer leerte.
Besos