Hoy me encuentro en mi estudio, acompañado de las insectos, fósiles y todas las muestras que recolecte a lo largo de mi vida, en mis viajes o en mi jardín, hoy que me encuentro condenado a vivir el resto de mis día en una cama y en usa silla, escribo mis últimas líneas, hoy quiero darles algo más de mi, un poco que no saben, las cosas que mi padre me enseño, como el respeto, el honor, la honradez y lo que mi madre también me dio, el poco tiempo que la tuve conmigo, como el amor, a la gente, a la naturaleza pero sobre todo el amor a la vía, mis vida fue un poco caótica, nunca me satisfago una profesión en Cambridge, en Edimburgo, inclusive la vida religiosa que me ofrecieron no eran para mí.
De tantas cosas que viví, recuerdo especialmente fue una clase de medicina en Cambridge, en la que presenciamos una cirugía que más bien era una tortura, de la cual me fui para no regresar jamás,, al irme de allí por los jardines de la universidad vi en una  rama unos insectos, que no pude evitar dejar de admirarlos. Cuando regrese a casa mi padre me dijo con voz  tibia y fuerte, vaya ya estas otra vez aquí, él creía que no haría nada con mi vida, que no sería respetado, pero yo sabía que haría algo grande, pero no sabía que, una noche en un bar conocí a un tipo que se hizo mi amigos y me recomendó para ir a un viaje por el mundo, pues sabía que tenía la curiosidad de saber por qué de las cosas que están en el entorno.
Cuando le conté a mi padre él se negó, pues temía que muriera, pero yo le dije que unas de las cosas que me había enseñado en esas tardes de mi niñez frente a la chimenea fue a luchar por mis ideales, hasta que con la ayuda de mi tío, accedió a dejarme ir, toda esa euforia se derrumbo a ver el navío que me llevarlo a la aventura del conocer, un barco de nuevo por ocho metros, que mas bien parecía un ataúd flotante y más aun dormir en una amaca que se mecía siempre, en un camarote compartido que parecía la casa del diablo, pero que si, ese barco me quito la sed de aprender y el hambre de saber,  me llevo a tener tantas anécdotas, una de ellas es que me hice llamas Carlos el naturalista en América, para poder entrar a la selva y con mi  gran barba y cabellos nadie se enteraría de mi presencia, pero el lugar que me cautivo fue galápagos una serie de islas que a la distancia parecen el basurero de Satanás, un lugar muerto, pero que en su corazón hay mucha vida.
Entre las cosas que allí vi fueron aves, con picos largos para comer insectos y en otra isla la misma aves tenía el pico más ancho y hueco para romper frutas, las grades tortugas me mostraron que el dedo del hombre no había tocado esos lugares,  y que aun hoy no lo han hecho, y me sugirieron una nueva visión de la vida, y me hizo  dudar de la obra de dios. Cinco años después de salir de Inglaterra como un niño inexperto de la vida, regrese como hombre con una visión diferente y con una teoría y descubrimientos que harían temblar los cimientos de la ciencia, como se conocía, en mi circulo social era un héroe, pero ante los demás científicos no lo era, comencé a  sufrir de un gran estrés pues no di a conocer mis descubrimientos hasta años después, con el paso el tiempo me case tuve hijos, la pequeña anne era mi motor la que se sentaba a mi lado en mi laboratorio a verme trabajar, la niña quien se me fue de las manos una tarde, la cual vi dormirse para jamás despertar a causa de una enfermedad, siempre temí por mi familia por el respeto que tenia, el cual mi padre se había ganada y ahora yo, pero sabía que eso cambiaria al cuestionar la creación de toda vida, no quería derrumbar su futuro.
Pero por mi niña anne decidí dar a conocer todo lo que tenia y lo que había investigado aun después de volver de mi viaje, y por causas de mis enfermedades solo podía trabajar pocas horas al día, ya no era ese hombre vigoroso que los viajes, ahora era el recluido en cuatro paredes, pero un soplo de vida entro en mi cuando día conocer el origen de las especies y la teoría de la evolución. Hoy aquí este día, cálido domingo escribo estas líneas aquí con mis amores, los que traje de mis viajes, quiero que sepan que me siento feliz de haber vivido mis sueños, no como quería, no cuando debía algunos dicen que viví demasiado tarde y yo creo que no, no me arrepiento de haber cuestionado a dios, lo único por lo que pido perdón es no haberlo hecho antes, y a mi amada esposa Emma por haberla hecho sentir mal al criticar sus creencia y anteponer las mías, las que yo había descubierto. Ahora en los últimos días de mi vida quiero que sapan que soy un hombre feliz, satisfecho, de mi vida y decir que mis logros más grandes fueron mis hijos y el amor de una mujer, saber que los hice conocer un poco mas de nuestro origen me hace dichoso y saber que mi nombre será recordado, como un hombre de ciencia, todo lo que aprendí y lo que viví, fue tan grande y bello pero tan simple que se puede resumir en una frase "la mente es el caos del demente". Hoy desde mi estudio quiero darles las  gracias, dar un saludo a la humanidad, y a ustedes. Con amor y respeto, charles Robert Darwin.