¿Es esto la libertad? (por Olavi Skola y José Orero)
Publicado en Mar 12, 2010
OLAVI SKOLA:
Estaba claro que yo deseaba comenzar una nueva vida. Mi lucha principal era mantenerme sobrio, algo imprescindible para seguir viviendo. Estando en la cárcel indagué sobre el porqué de muchasa cosas y comprendí que el problema no era sólo el alcohol y las drogas, sino necesidades más profundas; pero como no encontré respuestas a esas necesidades, me quedé en la mitad del camino de mi búsqueda. Estar sobriio era bueno ya que tenía las ideas más claras, pero en mi interior seguía el vacíio y el sinsentido. La sobriedad era un punto de apoyo muy débil para hacer frente a los contratiempos. Una mañana de otoño me concedieron la libertad. Pasé el primer, el segundo y el tercer día sin beber. Me preguntaba si era deliz con mi nueva vida ¿lo era?. No, realmente no. Mis ideales filosóficos y mis grandes esperanzas se me iban en luchar por mantenerme sobrio desde la mañana hasta la noche. No disfrutaba de la libeertad ; era un mentiroso, intentaba interpretar el papel de un ciudadano correcto al que todo le iba bien. Me dieron mi propia casa, un trabajo y empecé a hacer una vida normal pero, realmente ¿no habría algo más?. En mi tercera semana de libertad ya no podía más; la caída en picado continuó deonde había quedado antes de entrar en prisión. Ya no tenía casa, ni trabajo ni aficiones. Se cumplió esa ley tan cruel; cuando un alcohólico o un drogadicto recae, no se mantien en el mismo nivel sino que baja un escalón más. Mi esfuerzo no sirvió para nada. Los sentimientos de autodestrucción fueron aún más lóbregos. La ciudad donde me encontraba y había nacido comenzó a agobiarme ya que allí estaba para mí el agujero de la muerte. Todos estaban hartos de mí, la policía, los asistentes sociales, el personal sanitariio. Sólo me atrevía a mirarles cuando tenía la vista nublada por los efectos del alcohol; y sin pensarlo decidí marcharme. Aparentemente el agobiio que sentçia fue el motivo de esta decisión, pero esto no fue así, sino que esta decisión se había tomado en un .ugar mucho más lejano de mi nublada mente. De repente y sin más, entré en una sgencia de viajes y compré un billete del siguiente vuelo nacional a Pori. ¿Para qué voy a Pori? ¿Qué hago en una ciudad toda nevada? ¿Dónde voy a vivir? Demasiado tarde para hacerme estas preguntas, ya estaba en Pori. Esta salida no fue mi primera decisión alocada, no era la excepción, era mi forma de actuar. Las personas con sentido común vivie en sitios muy distintos a la oscuridad de la calle donde yo fui a vivir. Mirando esta decisión posteriormente, desde ese mundo donde se conocen los pensamientos de las personas, fue disparado este impulso a mi cerebro entenebrecido. Mirándolo desde allí, había tomado la decisión más sabia, más importante y con mejor perspectiva de futuro de mi vida. Me había embarcado en un vuelo de donde no regresaría igual. Un rato más tarde me encontraba en Pori frente al mismo dilema de siempre ¿dónde pasar la noche?. El cambiar de ciudad no cambió las cosas; los problemas volaron conmigo en el mismo avión y así continué cuesta abajo. JOSÉ ORERO: A parte de los celos, la envidia, el odio y el rencor, hay otra cosa que también daña y destruye los corazones humanos. !Es la necedad!. !Y los que declaran públicametne y persiguen a los verdaderos cristianos son los seres humanos más necios que he conocido!. So tan necios que, aún sabiendo que nunca van a conseguir borrar al Cristianismo de la Tierra intentan, con una terquedad rallana en la locura, anular a la realidad cristiana. Olvidan que cuánto más se persigue al Cristianismo más crece el Cristianismo como lo ha demostrado muchas veces la Historia Humana. ¿O no recuerdan por ejemplo a Nerón?. Esto sucedió cuando yo me casé con mi princesa. Y ahora paso a meditar lo que fueron aquellos tres meses de libertad. Fue, repito otra vez, un ensayo general antes de vivir la verdadera libertad que llegaría más tarde y a su debido tiempo. ¿Era ésto libertad? pensaba continuametne yo mientras viví aquellos tres meses en Ecuador. No exactametne, pero era el antecedente de la libertad con la que tanto soñaba. Aún no había terminado de salir del laberinto, pero sirvió para ver que podía comprender lo que, irremediablemetne, ocurriría en mi próximo futuro. Aquellos tres meses me los pasé de la mejor manera que pude. Me encontré con la insólita experiencia de ver cómo un español, borracho y mujeriego, que dirigía una Agencia informativa española (de cuyo nombre tampoco deseo ya acordarme) me cerró totalmente las puertas para trabajar allí. Y eso que yo era también español. No me importó. Salí con la sonrisa de siempre. Mi libertad era un sueño mucho más grande que trabjar, sentado en una silla todo el día, en aquella Agencia... redactando pequeñas notas y dándoles formas correctas en su ortografía. No. Mi Gran Sueño era ser un gran periodista y, por supuesto, un gran escritor. Así que lo que hizo aquel jefe de la Agencia (española para más inri) me sirvió de beneficio, pues inmediatametne comencé a trabajar de Director Técnico en la Revista Magazine Internacional de Quito. Allí pude, por fin, ejercitar mis primeros artículos periodísticos, mis primeros pies de fotografía y otras cosas mínimas pero periodísticas al fin y al cabo y de carácer ya profesional. Pero yo lo que deseaba era ser periodista independiente así que, agradeciendo la oportunidad que me dieron (y cuando más compenetrado estaba ya con todos los que formaban el grupo de la Redacción) me despedí de la Revista porque mi ansia de libertad estaba alli condicionada. !Era necesario volver a España, volver a internarse en el laberinto infernal pero sabiendo ya cuál era la posible salida!. Quien tenía que decidir el momento oportuno era mi princesa haciendo funciones de Ariadna. Yo volvía a ser Teseo dentro del laberinto pero esta vez iba a tener la suficiente astucia de estar ayudado por el hilo de mi Ariadna (Lina de los Ángeles) que sería, cuando llegase el momento oportuno, la que diría cuándo salir definitivamente de aquel infierno. Y libremente volví al Banco, una vez cumplidos los tres meses de ensayo general de lo que era para mí la libertad. El asombro de mis enemigos, que habían cambiado el lugar de trabajo a otra calle de Madrid, al verme aparecer de nuevo libre ya de cualquier ansiedad o inseguridad, fue mayúsculo. Sabían que ya había sido conquistado por mi princesa y sabían que ya nadie jamás me la podría arrebatar. De acuerdo en que todavía enrojecían de envidia viéndome regresar. Los "carniceros" dijeron ¿por qué no te quedaste allí?. Yo les respondí !porque nunca jamás me iré de aquí porque vosotros me echéis sino que me iré libremente cuando mi princesa, y no vosotros, lo decida!. No ssé si me etendieron o se hicieron los locos... que bastante locos estaban en verdad. Sabía que volverían a atacarme, a denigrarme y a insultarme nuevamente. Pero sucedió algo sorprensdçdente. Que en aquel nuevo tiempo de estar metido en aquel infierno habían llegado nuevos jefes de talante democrático; jefes jóvenes que no poseían ideologías dictatoriales y, lo que es mejor, aparecieron otras muejeres agradables, guapas e inteligentes, que hicieron que aquella nueva etapa de sufrimiento temporal fuera todavía más agradable y feliz que nunca y mi sonrisa bohemia siguió siento la del niño de los siete años de edad. Eran princesas que pertenecían a otros hombres y jamás intenté,para nada, conquistar a ninguna de ellas. Primero, porque esi no lo había hecho nunca ni cuando estaba soltero y descubría que amaban otros hombres y, en segundo lugar, sobre todo, porque yo ya estaba casado con mi princesa y tenía dos hijos con ella. Lo único que hacía era admirar sus bellezas y hablar con ellas en broma para reirnos abiertamente y sin complejo alguno. El niño de los siete años de edad seguía gritando !!!LIBERTAD!!! contra los machistas y "viejos verdes" que abundaban por allí. Aquellas princesas y sus dueños lo entendían perfectamente... pero aquello hacía de nuevo rechinar los dientes como si se los estuviesen moliendo en un recuenco a las brujas que allí abundaban, especialmente tres que estaban muy cercanas a mí. Diesel jamás traicionaría a ningún casado o enamorado fuese amigo o enemigo comojamás lo hice y menos ahora que me ayudaban mi princesa y el Señor Sabio de arriba que era, precisamente, Dios. Eso los enemigos no le entendieron jamás. Y lo mismo que pasó antes con "el que comía magro de cerdo" ocurrió que "el carnicero". Tuvo que arrojar la toalla. Sí. Era Dios el que me estaba ayudando junto con mi princesa. Y yo segu ía sonriendo aclarando quenunca jamás los odié ni he odiado nunca jamás a nadie... porque no sé lo que el odio.
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