PERSONAJES DE LA PLAYA
Publicado en May 18, 2009
PERSONAJES DE LA PLAYA (1)
Todos ustedes han estado en la playa, estoy seguro. Allí habrán observado a las personas que se desplazan de las ciudades y del interior del país a vacacionar (esto está escrito por un nativo del Mar Caribe colombiano) y siempre, se los aseguro, siempre veo los mismos personajes. Explico, las personas son diferentes pero las actitudes se repiten año tras año desde que tengo memoria. También cambian las modas, en especial los trajes de baño femeninos; la música es diferente: la rumba se transforma pero esos personajes inmortales siguen apareciendo temporada tras temporada para llenar de motivos a este loco que soy yo. Como mi oficio es bien distinto de la escritura, me queda fácil enumerarlos para no meterme en honduras de narración. Estos son: · La pareja dispareja: estos son más actuales, antes venían pero a escondidas. Un señor más que maduro, con el pelo pintado de rubio o negro, para disimular las canas, con una muchacha que bien podría ser su nieta. Durante el día caminan como corresponde a un anciano con la niña menor de la familia; en las noches, en una de las discotecas y con unos tragos entre pecho y espalda el viejito se extrovierte y coge parejo a la niña delante de todo el mundo. · Una variante, esta si más discreta la componen la señora entrada en años con un muchacho acompañante. Es la versión de la anterior pero ella no le lleva tantos años. Los mirones sacamos cuentas y concluimos: ella aporta la parte económica y él el sexo. Igual que los anteriores. · La familia autóctona de uno de los departamentos del interior del país más alejados del mar. De esas alturas donde la niebla tapa el sol casi todos los días del año y cuando no hay niebla es porque está lloviendo. Viajan en uno de los autobuses intermunicipales de precio barato y llegan adoloridos después de una tortura de quince o más horas. Viaja toda la tribu familiar compuesta por los bisabuelos, los abuelos, los padres, los hijos y los nietos (como treinta en total) se asoman desde lejos a ver las aguas y temen acercarse. · Los autóctonos llegan con sus atuendos tradicionales y no se despojan de ellos aunque el termómetro marque 38°C a la sombra. Ruana de lana virgen y sombrero de fieltro por encima. Por debajo de la ruana tienen puestos camiseta, camisa, saco de lana y saco de paño. Las mujeres una cantidad de enaguas que las asemejan a un repollo o una lechuga. La vestimenta es similar para los niños. Cuando al fin se arriesgan sacan de debajo de la ruana un arsenal de utensilios que hace reír a toda la playa. · Arsenal de los autóctonos del interior del país: canastos llenos de comida porque el baño da hambre; totumas (para los que desconocen el término son vasijas naturales cortadas de un fruto de cáscara dura llamado calabazo) , estropajos para refregarse, jabón para el cuerpo y jabón para lavar la ropa porque las mujeres mayores no se meten entre el mar y aprovechan la abundancia de agua para sacarle el mugre a la ropa. · Los galanes de playa. Estos están a la espera de las niñas bonitas; rara vez salen antes del medio día porque las damitas también se hacen esperar y asoman sus cuerpos esculturales en horas de la tarde. · Los padres celosos. No le despegan el ojo a sus niñas para nada. Chico que se les acerca y padre que se acerca a ver qué le pasa jovencito. · Las niñas coquetas. No siempre son las más bonitas ni las que tienen los cuerpos mas apetecibles. En su pueblo les dicen que son lindas y ellas se lo creyeron y salen a la conquista de los mejores galanes pero se llevan la sorpresa de que la playa está repleta de verdaderas bellezas. Algunas se deprimen pero la mayoría insisten y algo pescan en las noches tropicales después de que el trago a cumplido su oficio de embellecedor. · Los vendedores. Pobrecitos, a mi me da pesar pero se convirtieron en una plaga que atosiga a los turistas con toda clase de objetos que supuestamente les van a servir para que su estadía a la orilla del mar sea más agradable. · Las diosas de la playa. Estas no son turistas, ni coquetas ni rebuscadoras de nada. Son las bellezas naturales del Caribe que Dios puso por ahí para que los hombres no tengan sosiego y sus mujeres descanso. Se limitan a caminar con una cadencia que mata. Sus pieles canela hacen la envidia de las turistas y sus cuerpos perfectos se van en la mente de miles de turistas para amargarles los sueños con imágenes pecaminosas. · Los niños fastidiosos. Llegan en manada para fastidiarle las vacaciones a todo el mundo, menos a los vendedores de helados y refrescos. No obedecen a nadie y traen una abuela que no deja que los papás les levanten la voz. Por fortuna desaparecen de la playa cuando se oculta el sol.
Página 1 / 1
|
Edgar Tarazona