EL CANDOR DE CANDELARIA. Las aventuras y peripecias de una viuda.
Publicado en Mar 15, 2010
Después de veintitrés años de viudez y dedicarles todo su tiempo a sus dos hijos y a un nieto, Candelaria tomo la decisión de rehacer su vida, había enviudado a la edad temprana de diecinueve años y desde entonces no había experimentado más el amor sensual y espiritual con un hombre, desde ese día y ayudada por la insistencia de su suegra de que el amor era para siempre y que tenía que guardar luto eterno por el padre de sus hijos, la pobre y joven Candelaria se había sumido en el más grande mutismo sexual, pero ahora que su suegra murió, que los hijos ya estaban grandes y habían abandonado el amoroso y prólijo nido, se sentía sola y tomo la determinación de abrir de nueva las alas, el alma y el corazón a una nueva relación. Entusiasmada por el nuevo panorama que se le abría, salio el sábado en la noche a un bar de la ciudad, pero a pesar de su disposición al affaire y al coqueteo, el grupo de jovencitas que llego de repente al lugar a celebrar el cumpleaños de una de ellas, con sus figuras perfectas de noventa-sesenta-noventa y sonrisa de publicidad de pasta dental, opacaron a la bella viuda que a pesar que todavía mantenía un cuerpo deseado era muy difícil competir con las chicas del colegio de misses y modelos que quedaba a una cuadra del bar.
Decepcionada por aquella primera incursión decidió publicitarse por Internet como había visto muchas veces por las cuñas televisivas. Al día siguiente corrió a la primera tienda que diviso de computadoras y se compro una linda y muy femenina laptop que parecía haberla sacado de la casa de la Barbie. Así comenzó a llenar todos los requisitos que piden los centros amorosos o redes de búsqueda de pareja en la afamada Internet, posteo una foto de hace como diez años atrás y se perfilo como joven viuda solicita de un amor verdadero y puro. Pero pasaron los días, pasaron los meses y nadie respondía su pedido y ella era demasiado tímida para tomar la iniciativa a pesar de que se la pasaba día y noche viendo la miles de fotos masculinas que desfilaban a diario por aquellas redes sociales y amorosas. Frustrada y envejecida ya por el esfuerzo de aquella búsqueda infructuosa, tomo la computadora portátil para lanzarla por la ventana, súbitamente el ordenador emitió un sonido indicándole que le había llegado un mensaje. "Buenos días o lo que sea adecuado para cuando habrá este mensaje, soy un joven viudo que como usted estoy en la búsqueda del amor y la felicidad. Soy hombre trabajador y solvente"... Candelaria se le paralizo el corazón con la emoción de las jovencitas y su primer amor, tomo los datos del susodicho y enseguida se puso en contacto, se citaron el domingo en la Plaza Mayor, el iría vestido con pantalón azul camisa blanca, chaqueta de mezclilla y un libro de poemas de Neruda, ella se vestiría con una falda también azul, un suéter beige una cartera negra y en la mano una rosa de rojo pasión. El domingo llego y espero en la plaza desde la hora acordada, pasaron quince minutos y el no llegaba, nerviosa y sentada en un banco veía venir y pasar miles de hombres todos vestidos con la misma descripción, el joven viudo no había colocado una foto real en su perfil y así él se lo explico, pues le daba vergüenza que algún amigo o compañero de trabajo le descubriera. Ella acepto la explicación pero después de casi una hora de espera, maldecía la estupidez del hombre que se avergonzaba de ser descubierto en su afán de conseguir el verdadero amor. Cuando ya cansada de la espera decidió marcharse se le acerco un hombre de mediana edad con la descripción esperada, pero en ese mismo instante apareció un escuadrón de la policía federal y en una tumultuosa redada se lo llevaron a los dos. Un inspector bigotudo y algo entrado en años la sentó en su oficina, estaba alterada y llorosa, pedía explicaciones de lo sucedido, que ella tenia derechos constitucionales, que necesitaba llamar a un abogado y todas esas palabrerías que se dicen cuando uno es atropellado por las fuerzas públicas siendo inocente, el hombre con cara de pocos amigos pero con la inteligencia de un policía experto en psicología criminal le ofreció un vaso de agua y hasta un café y con sabias palabras le dijo y explicó que al hombre con el cual ella se disponía a salir era un delincuente y famoso timador en búsqueda de viudas y mujeres solitarias para enamorarlas y luego embaucarlas dejándolas en la más vil ruina tanto espiritual como monetariamente. Estupefacta, con la boca abierta, los ojos hechos un mar de lágrimas, vio desfilar un veintena de fotos de mujeres engañadas por aquel miserable, y ahora que lo habían atrapado, la policía le pedía una declaración jurada como testigo y victima de aquel cruel y desalmado victimario. Candelaria apenada, avergonzada accedió a la petición policial, solo quería terminar con todo y salir corriendo de allí para refugiarse en la soledad de su casa y de su almohada. Muy cortésmente el mismo inspector se ofreció llevarla a su casa y así lo hizo, por el corto camino, pero que a ella se le hizo largo, el hombre bigotudo la estuvo consolando todo el trayecto, diciéndole el estado de peligrosidad de su estado de mujer aún joven, bella y viuda, que la calle estaba llena de lobos malintencionados y que el a pesar de ser un hombre casado la iba a proteger, al terminar de pronunciar su afecto hacia la desprotegida el muy descarado le agarro la desnuda rodilla que sin intensión ella al montarse en el vehiculo había dejado al descubierto. Desconcertada pero ya con el alma envenenada, abofeteo al hombre con toda la fuerza que pudo y en el frenazo que tuvo que realizar el conductor circunstancialmente enamorado, Candelaria se apeo del auto con la velocidad de una corredora olímpica y dejo solo al policía con el cachete colorado e hinchado. Después de una semana, la mujer se sentó en la computadora, pensando en su soledad y en la suerte de su desgraciada vida, empezó a navegar en la red y apareció de la nada una ventana donde vendían objetos sexuales, sus pupilas se dilataron y no pudo más nunca despegarse de la pequeña pantalla, ya muy decidida abrió su cartera y saco su tarjeta de crédito y colocando su numero compro lo que desde mucho tiempo era lo que realmente necesitaba, un amigo plástico, grande, que no pide nada, dispuesto las veinticuatro horas del día, pilas y cargador, fácil uso, varias velocidades, y además se puede llevar a todas partes... Candelaria no pudo ser más feliz. En su barrio fue ejemplo de virtud, de pureza, de celibato, fue modelo de mujer enamorada eternamente de su primer amor, ahora repartía su tiempo entre la clases de catecismo a los niños, los miércoles y viernes se dedicaba a la limpieza de la iglesia de la urbanización y los domingos después de misa se reunía con otras mujeres en el "Club Cristiano de Viudas Entregadas al Señor Jesucristo", ya era vicepresidenta. Vivía a plenitud y todas las noches le rezaba a Dios por haber encontrado el amor de su vida. Apago la luz y solo se escuchaba el insistente ddddddddddddddddddddd de un vibrante aparatito eléctrico.
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Felix Antonio Esteves Fuenmayor
Un fuerte abrazo
Félix
Felix Antonio Esteves Fuenmayor
haydee
Muy observador y conocedor de la naturaleza femenina, en todo semejante a su antagónica, aunque, seguramente más compleja.
Muy bien llevado tu relato, interesante y contemporáneo.
Felicitaciones!
rosario
Alfonso Z P
unos momentos de satisfacción.
Pero no sólo las que no tienen marido, hay quienes lo tienen y no consiguen en él ese
placer deseado, a lo mejor por la edad, y buscan en otros mas jóvenes lo que en su
casa no pueden disfrutar, aunque no siempre lo consiguen.
Muy bueno tu relato, no alejado de la realidad, escrito con una secuencia muy bien
llevada. Felicitaciones.
Saludos: Alfonso
Felix Antonio Esteves Fuenmayor