El punto donde no hay retorno.
Publicado en Mar 20, 2010
Quisiera volver a encontrar tus miradas cómplices reflejadas en mis pupilas, sabiendo que estaba mal lo que hacíamos, pero sin importarnos si éramos descubiertos o no. Porque no podíamos, no debíamos sentir lo que sentíamos cuando ese simple contacto ocurría.
Porque a pesar de haberme dicho, basta, de haber sido el que puso fin a la seducción de lo prohibido, ambos sabíamos a la perfección que ya habíamos llegado al punto del cual no hay retorno. Pasamos por alto limites que suponíamos eran irrompibles para construir nuestras propias murallas que nos alejaban de todo y de todos los demás. Porque entre roces y caricias indebidas, nos fuimos enamorando y perdiendo en el otro. Porque llego un momento en el que solo éramos tú y yo. Y ya no teníamos nombres, ya no éramos ella la que no rompe las reglas, la chica perfecta, y el típico galán perfecto con la novia perfecta. Solo éramos dos personas enamoradas que no se preocupaban por nada. Sin embargo, siempre existió ese mas allá que había detrás de nuestras murallas de amor, y a pesar de haberlas creado fuertes, invencibles, el tiempo las desgasto permitiendo llegar el exterior a su interior. Era inevitable no derrumbarse con ellas, pero debimos hacernos los fuertes y comprender que esto no podía ser. Y no tiene nada que ver que el allá terminado todo, porque ambos lo sabíamos, no aguantábamos mas seguir con las mentiras y engaños. Por lo tanto el volvió con su familia, a seguir fingiendo que amaba a su esposa y que yo jamás había existido. Porque, no sé cómo, nadie más que él o yo, se entero. Por eso a veces me pregunto si fue tan solo un sueño, un profundo sueño que mi trillada imaginación provoco para sacarme por un momento de que en unas cuantas semanas estaría atada de por vida a un hombre al que no amaba para nada. Ya no te encuentro por la calle, ni recibo llamadas inoportunas. Me estas esquivando y simplemente lo sé porque yo estoy haciendo lo mismo. Porque no debemos provocarnos, no debemos tentarnos y mucho menos caer entre nuestros deseos, de nuevo. Lo sabes, lo sé, lo sabemos, hemos llegado al punto del cual no hay retorno e intentamos retroceder dejando nuestros corazones y almas allí, mientras el cuerpo vuelve hacia la franja de limites rotos que ya habíamos dejado atrás, demasiado a nuestras espaldas. Ahora todo se compone de sonrisas forzadas, besos amargos y palabras falsas. Ahora, por lo menos, solo debo fingir querer a otro, sin preocuparme por si alguien nos descubría, fue lindo mientras duro. Un cuento de hadas que no nos pertenecía, y quizás en otra vida nos volvamos a cruzar para que nuestras miradas cómplices puedan encontrarse con total libertad.
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Hctor Restrepo Martnez
florencio
saludos y hasta la proxima