¿Que querías inventar
con la consigna desabrida
del vulgar teleteatro?
Inspirar quizás al ogro,
al destino del poeta que vulnera
el silencio de la siesta.
No hace tanto que dejaste los
despojos de tu cuerpo estampado
en los zaguanes de la historia.
Fue malicia al fin burlarme de tu
tenso aburrimiento cuando Sartre
no entendía que tu sexo se ufanaba
de la nada en el espejo
y mi ser por la existencia era capaz
de recitar burdas proclamas,
incendiar las catedrales
y abonar por otra tesis del martirio.
Tiempo al tiempo te pedía cuando
el aire sofocaba libertades prestadas
Tiempo al tiempo me decías en el goce
de las sábanas.