Lo halle en mil pedazos, como un puzle
Sus ojos vacios, sus labios dejaban escapar su vitalidad en cada suspiro
De aquellos ojos chocolate tan lleno de energía, hoy solo flores marchitas, su voz apenas imperceptible, susurraba palabras impregnadas de una profunda tristeza, creo que no reconocía mi rostro, ni mi voz, ni mis manos que tanto amo...
En aquel vacio salón entre polvo y sabanas blancas que cubrían los muebles que en épocas pasadas fueron muestra de buen gusto y poder, aun se podía escuchar en la lejanía de sus recuerdos el sonido de violines y pianos, risas y pasos, brindis y aplausos...
Allí lo encontramos, agonizando, en una extraña mezcla de éxtasis y angustia, interno en un mundo donde nunca debió anclar sus días,
La maldita jeringa a su lado, el caucho con que apretó su brazo aun sujeto a él, completamente desnudo, en posición fetal, como queriendo regresar al vientre materno, queriendo escapara de un mundo que sin remordimientos un día lo abandono...
En su estudio varios lienzos a medio terminar en colores agónicos y violentos, podría jurar que aquel lugar olía a sangre, sus pinceles uno sobre otro formando una pirámide, con las cerdas secas y pegadas de olvido y desidia...
Su musa lo abandono, su público lo olvido y sus amigos de fiestas, copas y éxitos, hoy negaron haberlo conocido, fuimos muy pocos en su despedida, su fiel ama de llaves, su chofer y yo.
No podía creer como un año más tarde, muchos se peleaban las regalías de sus obras, algunos se atrevieron hasta reclamar derechos de autor, aun después de muerto continuaban succionando su sangre... Malditos vampiros energéticos, Malditos parásitos sociales que lo infectaron con su virus de la fama...
Robaron su talento, envenenaron su sangre y bebieron en sus grandes y elegantes copas de cristal su vida, su juventud y sus ilusiones, cerraron su círculo y aquellos que le recordábamos tus orígenes fuimos expulsados, dejándolo solo entre los leones... solo fuiste una presa mas en el coliseo, una diversión para los barbaros, una dosis de opio en sus ya carcomidas venas.
Hoy una tumba visitada por muchos en homenajes póstumos al gran Maestro, el gran pintor... mis lágrimas no pudieron volver a fertilizar tu alma, mi sonrisa no volverá a iluminar tu rostro de niño y mis manos jamás volverán a mojarse en tus colores.
Delfy González
Cartagena de Indias, Diciembre 12/99