Noche de Terremoto
Publicado en Mar 27, 2010
Viernes 26 de Febrero, 21.55 hrs.
-Que vergüenza. -¿Por qué? - Por que es demasiado tarde.- Le dije subiendo las escaleras casi a zancadas. - En todo caso.- Respondió riendo.- ¿Qué hora es? - Las 10…Teníamos que juntarnos a las 8.30.- Aseguré con una mueca. Llegamos a la puerta y permanecimos ahí unos momentos antes de tocar el timbre. -¿Cual de los dos timbres era? Odio el que suena como 4 veces.- Pregunté mirando los dos botones a cada costado de la puerta. Mabi hizo un gesto para indicar que no tenía idea. Estiré mi brazo y presioné el del lado derecho. Como era de esperarse, me equivoqué, y la molesta musiquita sonó 4 veces anunciado que habíamos llegado finalmente, con más de 1 hora de retraso. -Ya voy! – Se escuchó a través de la gruesa puerta de madera.- Hola, pasen. Entramos y después de saludar a la familia nos dirigimos hacia la habitación de Natalia, quien se encontraba junto a Isabel revisando la cuenta de Facebook. -Se demoraron mucho.- Nos dijeron en un tono relajado. - Ella llegó hace 5 minutos a mi casa.- Dije apuntando a Mabi, quien se encontraba parada al lado mío. - Estará abierto el supermercado? – Preguntó Natalia al aire. -Yo creo…sino podemos comprar en la bomba de bencina.- Propuso Isabel. -¿Qué están viendo?- Dije señalando el notebook. - Las fotos de Jerameen.- Me respondió Natalia.- Se ve tan fea. Al escuchar esto, todas reímos y concordamos con ella al ver algunas imágenes. Parecía ser una noche normal. Salimos del departamento y bajamos los pocos peldaños hasta el ascensor. Una vez afuera, sentimos el aire frío de la noche, doblamos a la izquierda y caminamos algunas cuadras, hasta llegar al supermercado, que para nuestra sorpresa estaba completamente abierto, no había guardia ni aviso que indicara que estaban próximos a cerrar, algo extraño a aquellas horas. Entramos y recorrimos cada pasillo antes de seleccionar que llevaríamos, era bastante pequeño, por lo que en corto tiempo estuvimos en el mismo lugar donde comenzamos. -A ver…Chocolates.- Dijo una voz, no sabría decir si fue Mabi o Isabel. Natalia y yo, casi al mismo tiempo opinamos que tal vez no eran necesarios, si llevábamos otras cosas. Después de una corta “discusión” que se acerca mas a un acto cómico, eligieron unos “Rolls” crocantes de chocolate. Pasamos al sector de galletas y sacamos unas de capuccino, recorrimos el resto de los pasillos rápidamente, recogiendo todas las golosinas posibles. Al sentirnos satisfechas con lo que llevábamos, pasamos a pagar. Un paquete de galletas, un paquete de chocolates, un helado de almendras, un paquete de gomitas, un tubo de papas fritas, y no recuerdo que mas. Teníamos de todo tipo de comidas “prohibidas”, suficiente para alimentar a un campamento, pero no importaba, era un día especial. Horas mas tarde comprobaríamos que ese día jamás lo olvidaríamos. Caminamos animadas de regreso hasta el edificio, conversábamos animadamente sobre lo barato que es comer cosas indebida, dañinas, mientras que comer sano, cuesta casi el doble. Pero bueno, no teníamos ningún problema en comprarlas. Mientras esperábamos el ascensor, el conserje le preguntó a Natalia a que piso se dirigía, y ella al sentirse ofendida por el tono de voz, se negó a contestar, alegando que vivía allí y él no tenia ningún derecho a interrogarle. Tuvieron una pequeña disputa mientras nosotras escuchábamos y reímos. Finalmente Natalia cedió y en tono cortante dijo que se dirigía al 5º piso. Escuchamos el sonido del ascensor y subimos sin decir una palabra, una vez cerradas las puertas, reímos estrepitosamente, por diversión y por otra parte de nervios, razón que nadie se atrevió a comentar. Al entrar al depto. Natalia contó lo que había sucedido, y a modo de venganza, pidió que su madre se comunicara inmediatamente con el conserje y le exigiera una disculpa. Ella lo hizo y nosotras volvimos a reír, esta vez sin saber por que. Decidimos colocarnos el pijama, debían ser las 11.30 de la noche y de esta forma estaríamos mas cómodas. La familia se dirigió cada una a su habitación, los padres dormían al final del pasillo y las dos hermanas compartían el cuarto que se encontraba pasada la puerta que separaba las piezas de la sala y la cocina. Nos cambiamos y cerrando la puerta del pasillo quedamos absolutamente aisladas en la sala, frente al televisor y la mesita de centro, que rápidamente quedó cubierta de comida. Encendimos la televisión, era la 5ª noche del Festival de Viña y abría “La Noche” un grupo que a ninguna de las 4 le gustaba en gran medida, por lo que bajamos el volumen y esperamos las siguientes presentaciones conversando y tomando fotografías. Luego de unos 40 min. Se dio por terminada la presentación y escuchamos atentas quien se presentaría luego. Ricardo Arjona, anunciaron los animadores, y entre los gritos del publico y la fuerte música fueron a comerciales. Gritamos eufóricas, se trataba del acto fuerte de la noche, y aunque no me fascina Ricardo Arjona no importaba, si podíamos gritar, saltar, reír y cantar, era suficiente. Creo que fueron como 15 min. De comerciales, pasaron como si nada mientras conversábamos y revisábamos Facebook. Escuchamos nuevamente a los animadores y prestamos atención al televisor, dejando de lado el notebook. Luego de las presentaciones debidas, todas las luces y cámaras se centraron en el escenario, observamos la estenografía, la mas impactante y preparada hasta ahora. Representaba una calle, con una cafetería y autos estacionados, algunas canciones después nos dimos cuenta de que uno de los autos era en realidad un piano. Comenzamos a gritar y a tomar fotografías. Me ubiqué al fondo de la sala y coloqué el disparador automático, Natalia hizo lo mismo. En un momento decidí buscar la cámara y revisar las fotos, ahí fue cuando Isabel y Mabi comenzaron a saltar sobre el sillón, Arjona ya estaba cantando y mientras Natalia colocaba la cámara para grabar un video, salté igualmente sobre el sillón y comencé a cantar lo poco y nada que sabia de la canción. Nos sentamos un momento al final de la canción, comentamos el mal estado físico que teníamos, ya que todas estábamos exhaustas. Pasaron y pasaron las canciones, y nosotras seguíamos igual que al comienzo. Finalmente terminó y aprovechamos la competencia para descansar. La programación fue la siguiente: Competencia folklórica; Fanny Lu, que pasó sin pena ni gloria, cosa que me alegró ya que no soy fanática de ella pero tampoco me repugna; y luego para finalizar vino la competencia para encontrar la mejor canción a nivel Internacional. Hoy era penúltimo día, por lo que se conocerían los ganadores en folklore y los finalistas a mejor canción. La transmisión finalizó a eso de las 2.30 de la madrugada. -¿Qué hacemos ahora? –Preguntó Mabi. Todas nos miramos pensativas. -Traje películas, ¿Las voy a buscar? – Ofrecí finalmente. Asintieron y me dirigí hasta la habitación de Natalia para buscar mi bolso. Me detuve ante la puerta cerrada del pasillo y la abrí sigilosamente, con miedo de despertar a alguien. Sábado 27 de Febrero, 2.50 A.m. -Aquí están.- Anuncié mostrando una gran torre de películas. Todas miraron y rieron. -¿Cuántas tienes? - No se…pero traje todas las que tenia en mi casa. Lo malo es que las mejores las tiene mi papá.- Dije disculpándome, ahora tenia una excusa si es que no les agradaba ninguna. Nos sentamos en el suelo y separamos las películas. Finalmente quedaron dos: “El Juego del Miedo” y “2012” que pertenecía a Natalia. Nos decidimos por la primera, ya que a pesar de que a Mabi y Natalia les daban pavor aquellas películas, “2012” es bastante mala. Ahora doy gracias por que así sea. Quedamos totalmente a oscuras, tan solo iluminadas por el resplandor proveniente de la televisión. Apoyamos nuestras espaldas contra el sillón en forma de L y nos sentamos sobre cojines en el piso frío. Estábamos: Natalia al extremo derecho al lado de la ventana, luego Mabi seguida de Isabel, y yo, al borde izquierdo con vista al pasillo y en diagonal al bar lleno de copas. Esto nunca lo olvidaré, ya que durante la película miré varias veces hacia el pasillo oscuro, creyendo escuchar o ver algo, y las copas…ese sonido jamás podré borrarlo de mi mente. Ya todo listo, comenzó la película. Teníamos que bajar el volumen en cada cambio de escena, lo que era algo difícil, ya que Natalia tenía el control remoto y con los ojos cerrados es un poco difícil encontrarlo. -Natalia, baja el volumen.- Recuerdo haberle gritado en varias ocasiones. No me asusto fácilmente con las películas, pero con un pasillo oscuro al lado mío, no era agradable escuchar un grito de la nada. Dejé mi taza de té en el suelo bajo el sillón después de beber el último sorbo. Me puse cómoda y giré un poco mi cuerpo. Aquí fue cuando todo comenzó. Apoyé mi mano en el suelo y sentí un leve movimiento. Al principio no supe si era producido por el home theater y el volumen de la televisión, pero luego comprendí que se trataba de un pequeño temblor. -Está temblando.- Dije tranquilamente, eso es bastante común en este país, por lo que no presté mayor atención. Natalia y Mabi comenzaron a gritar, no sabría decir si era verdadero o solo un show, pero al notar que lentamente la intensidad del temblor iba en aumento, Isabel y yo nos unimos al griterío, diciendo: “Apágalo, Apágalo” o “Natalia, apúrate”. Nos referíamos a la película, pero el control se había perdido y Natalia no hacía ningún esfuerzo en encontrarlo. Continuamos gritando durante, algunos segundos u horas, no sabría decir, ya que lo que partió tal vez como un juego, se convirtió lentamente en realidad ya que a medida que todo se movía con más fuerza, con mayor violencia, nuestra desesperación también aumentaba. No recuerdo muy bien que era lo que gritábamos, o si es que en realidad formé parte de aquellos ruegos, pero lo que si sé, es que el televisor finalmente calló, y en vez de traer paz y tranquilidad, dejó una densa oscuridad y nos permitió escuchar ahora los verdaderos sonidos de los objetos caer y el desastre que ocurría en esos momentos. La luz ya no existía, y el movimiento no parecía detenerse. Nos abrazamos, agachadas debajo del sillón, pero por alguna razón que en verdad no puedo entender ni explicar, decidí apartarme y quedarme sola en el rincón entre ambos sillones. Estábamos de todas formas cerca, y coloqué mi mano sobre el hombro de Isabel, intentando calmarla creo, pero de seguro esto era más tranquilizante para mí que para ella. Sentía las copas caer al lado mío, el cuadro rebotar en la pared sobre mi, y los gritos ensordecedores de mis amigas. Permanecí de todas formas tranquila, esperando que todo terminara, por dentro estaba muriendo, soñaba como seria mi caída, el techo sobre mi y el piso abriéndose con cada movimiento de la tierra, pero a pesar de todo y para mi sorpresa, no emití ningún sonido. Me levanté un poco, ya que de pie se siente mas leve que en contacto con el suelo, y permanecí quieta, mientras intentaba regular mi pulso y respiración, tratando de no entrar en pánico y poder pensar que podría hacer, pero mas que nada, esperaba que de esta forma no solo yo pudiera estar en calma, sino que también los movimientos apaciguaran y se fueran rápidamente, tal como llegaron. Entre los gritos, ruidos y golpes de objetos contra el piso, sentí una nueva presencia, que intentaba calmarnos y nos rodeaba con sus brazos. Abrí los ojos, era el papá de Natalia que había venido a tranquilizarnos, personalmente esto produjo una sensación extraña en mí que no podría explicar claramente. Tener a alguien cerca mío que era capaz tal vez de protegerme, hizo que me sintiera segura, ya no dependía tan solo de mi, ahora tenia a alguien más que podría hacerlo por mi. Pero a la vez, el que él estuviera allí, significaba que había algo de que protegerse, algo podía suceder y había llegado para ayudarnos a sentirnos seguras. Era algo más que un temblor extremadamente fuerte, algo pasajero, esto era algo que podría dañarnos y él había llegado con ese sentimiento. Afortunadamente comprendí esto días después, ya que en aquel momento habría intensificado mi miedo, empeorando la situación. -Por favor no me suelte, no me suelte.- Repetía una y otra vez Mabi, acercándose al papa de Natalia. -Ya va a parar, ya esta terminando.- Decía él para consolarnos cada vez que parecía disminuir la intensidad, pero al sentirnos mas calmadas con la ilusión de que llegara el fin de aquella manifestación, siempre parecía resurgir con mayor intensidad, agotando cada vez más nuestras esperanzas. Esto sucedió repetidas veces durante los 2 minutos y 45 segundos que duró el terremoto. En una ocasión el movimiento pareció cesar, como tantas veces antes y pensé que si ahora no frenaba por completo, si continuaba aquel castigo de la tierra, esta seria la ultima oportunidad que nos quedaba para vivir, si no se detenía, el edificio colapsaría antes de darnos cuenta. El crujido paró, las copas dejaron de caer y mi mente reaccionó nuevamente. Dejamos de movernos, todo movimiento cesó y ahora pudimos ver a nuestro alrededor, oír que sucedía realmente, volver a la realidad, tomar control nuevamente de nuestras acciones, dominadas anteriormente por nuestros miedo o subconscientes. Volví a la realidad bruscamente, desperté y dejé atrás aquel estado irreal, donde mi cuerpo estaba presente y mi mente había desaparecido. Escuché a mí alrededor. Natalia rezaba, iba ya casi al final de la oración, pero el resto se había perdido entre tanto caos. Sentí quejidos en la puerta, levante la mirada pero estaba oscuro, tardarían horas en reponer la electricidad. De todas formas por la puerta abierta lograban entrar algunos rayos desde el pasillo del ascensor, y pude visualizar a la mamá de Natalia, con sus otras 2 hijas. Me sentí completamente abatida cuando reparé en la hermana más pequeña, Marcela, su rostro, su aterrada expresión posiblemente venga a mi mente cada vez que piense en aquella noche. Nos encontrábamos bien, por alguna razón mi miedo a morir había desaparecido, ese era mi único temor, morir. No importaba como, no importaba donde ni con quien, si resultaba herida daba igual, pero morir… Estaba viva, mi miedo desapareció y recobré mi valentía y tranquilidad de siempre, me calmé y logré asumir todo lo que había pasado, todo lo que no sucedió, todo de aquel suceso fue superado automáticamente a penas mis ojos se abrieron. Excepto por aquella imagen de Marcela aferrada a su hermana, completamente en shock sin saber que sucedió, sin saber por qué. -Deberíamos bajar.- Dijo la mamá de Natalia desde el umbral de la puerta. -¿Para que? Ya pasó.-Respondió el papá, de seguro para tranquilizarnos. Nos miramos todas atemorizadas. ¿Había terminado? -¿Están bien? –Nos preguntó la mamá Respondimos todas a coro, estábamos bien, pero aun no asimilábamos lo que había sucedido. Yo seguía creyendo que se trataba de un temblor. Comentamos nuestras experiencias, lo que habíamos percibido, lo que sentíamos. Los padres seguían preguntándose si seria prudente bajar. -Ya terminó.-Dije.- Ahora hay que calmarse. Lo primero que recuerdo luego de esto, es que me acerque hasta el sillón y comí una galleta, no tengo idea de por que hice aquello, no tenia hambre, no podía tener hambre, pero por alguna razón debía hacer algo y al sentirme inútil solo reaccione a comer algo. De seguro intenté decir algo gracioso, para quitarle importancia a lo que había sucedió, un mecanismo para dejar todo atrás, pero en mi cabeza seguía preguntándome que había pasado realmente. Todos nos preguntábamos aquello. -No tengo señal.- Dijo Mabi al mirar su celular. En ese instante otro recuerdo vino a mi mente. Isabel había hablado por celular con su papá casi al final del terremoto, tan solo alcanzó a decir que estaba bien cuando la llamada se cortó, pero lo que mas llamo mi atención, fue el hecho de presenciar esa llamada, escucharla, estar ahí y aun así, no recordar que había sucedido. -Si quieren ocupen el teléfono fijo.- Nos ofreció Natalia aun temblando. Repasé a mi familia. ¿Quién podría estar mal? ¿A quien llamo primero? Ni siquiera en aquel momento podía dejar de razonar todo. ¿Por qué no llamar a la primera persona que venga a mi mente? -Mi papá está en el décimo piso.-Recordé.- Y el Dpto. es nuevo.- Dije con preocupación al recordar las inquietudes que tenia él por el hecho de si resistiría o no un terremoto, además estábamos escuchando la radio mientras informaron de algunos departamentos nuevos que habían caído. Lo que me atormenta, es que aun sabiendo esto no me desesperé, sabia que no era posible que su edificio se hubiera derrumbado, pero siempre queda una duda ¿Por qué no tenia dudas? Nadie tenía señal en el celular, por lo que no podría comunicarme todavía con él. ¿Quién mas? Pensé. Marqué los números uno por uno, no quería equivocarme y tener que empezar de nuevo. -Mis abuelos viven en el octavo piso.-Anuncié.- Pero si llamo a mi mama tal vez sabe si están bien. Terminé con los números y escuché. Nada, la línea estaba cortada. -Está sin línea.- Respondí al fin, desanimada.- Mi mamá está en el 2° piso, pero mis abuelos… ¿Cómo estarán? Mi abuela odia los temblores. Marqué nuevamente, al comprobar que no funcionaria aun si lo intentaba mil veces, decidí marcar un numero diferente. Llamé a mis abuelos y no puedo describir el alivio al escuchar el tono de espera. Estaba llamando. -Alo.- Contestó mi abuelo, se oía tranquilo por lo que supuse que todo estaba bien. Pregunté y nada había pasado, se cayeron algunas cosas pero nada grave. -¿Mi mamá? –Pregunté. No se habían podido comunicar con ella, pero apoyaron mi teoría de que estaría bien. Al cortar intenté nuevamente comunicarme con mi mamá. No pude y le pasé el teléfono a Mabi. Al ver que todas habíamos llamado, los papás de Natalia nos avisaron que íbamos a bajar. Corrimos a la habitación de Natalia. Primero me puse mi polerón y mis zapatillas, aun tenia el pijama debajo pero no importaba. Mabi e Isabel no trajeron zapatillas, por lo que Natalia les prestó un par a cada una. Al ver que aun quedaba tiempo antes de bajar, decidí colocarme mis pantalones, todo esto lo hicimos bajo la carente luz de una pequeña linterna y un celular, ahora estaba “vestida”, de seguro hubiera alcanzado a quitarme el pijama, pero no lo hice, no quería demorar al resto. Miré a mí alrededor, todavía se estaban vistiendo. Decidí ir a buscar mi celular y mi cámara, las coloqué dentro de mi bolso de mano y regresé a la sala. Esperé a que fuera momento de bajar. -¿Te vestiste? –Me preguntaron. Les respondí que me había sobrado tiempo. Fuimos juntas hasta las escaleras. El piso frente a los ascensores estaba lleno de un polvo blanco, producto de un pequeño desmoronamiento en el yeso del techo, nada importante, pero impresionante de todas formas. Bajamos a las 4 a.m aproximadamente. Nos sentamos en las escaleras debajo del edificio, recorrimos un poco y tomamos fotografías. En la radio escuchamos los informes: Habia comenzado a las 3.34 de la mañana y su duración fue de 2 minutos 45 segundos, por supuesto 2 min. Se transformaron en 2 horas en mi cabeza. La intensidad en Santiago, donde nos encontrábamos, había sido de 8.8 en la escala de Richter. Nos enteramos del tsunami que arraso con casi la totalidad de las costas, la cantidad de viviendas destruidas, el gran numero de muertes. Estuvimos en la recepción hasta las 6, hasta que finalmente decidimos subir. La luz todavía no regresaba y faltaban 2 horas hasta el amanecer. Permanecimos sentadas en la sala, tal como habíamos hecho al comienzo de la noche, intenté comunicarme de nuevo con mi mamá, pero la línea continuaba bloqueada. Mientras seguían anunciando en la radio sobre los edificios caídos, mi preocupación creció y decidí llamar a mi tía para ver si sabia de mi papá, el teléfono sonó pero no fue contestado. Recordé a una amiga que vive cerca del edificio de mi papá. Llamé y alcancé a preguntar lo necesario antes de que la llamada se cortara. Ella estaba bien y su familia también, afortunadamente no se había caído ningún edificio por ahí. Respiré aliviada. Volví con mis amigas a la sala. Juramos jamás volver a ver aquella película. No teníamos luz, no teníamos agua, no teníamos nada, solo la radio y la esperanza de que pronto amanecería. Mi celular vibró, corrí hasta la mesa y contesté, era mi papá. Estaba bien, no había sucedido nada en su departamento y ahora estaba con mi tía. No dijo nada alarmante pero podía sentir el miedo en su voz, nunca se caracterizó por ser muy valiente, por lo que supuse que no era nada grave. Me comentó que había hablado con mi mamá y que ella estaba bien, conversamos por unos minutos más y colgué. Todos estaban bien, mis abuelos, mis papás, yo…Ahora podía tal vez dormir un poco, llevaba casi 20 hrs. Despierta, pero comprendí que mis amigas estaban demasiado conmocionadas para dormir, por lo que decidí posponer aquel sueño. Fui hasta el teléfono fijo y llamé a mi mamá, al parecer estaba durmiendo. Mi mamá es todo lo contrario a mi papá, de seguro ni siquiera se levantó durante el terremoto y menos iba a hacerlo ahora. Durante la conversación recordé algo más que había olvidado o mejor dicho obviado: Mi televisor. Al terminar el terremoto recuerdo haber llamado, luego me cambié de ropa y posteriormente fui hasta la sala. Cuando mis amigas llegaron conversamos unos momentos antes de bajar y ahí surgió la preocupación por mi televisor, les comenté que la mesa estaba rota y que de seguro había caído, ellas me contestaron que ¿Cómo podía preocuparme por un televisor? Yo no se como es que puede importarme eso ahora, sabiendo que hay gente sin casa, sin familia, pero ahora estoy bien, tengo casa y familia, ¿Por qué no preocuparme por lo que podría perder? -Mamá, ¿se cayó algo importante? – Le pregunté con temor a la respuesta. -No…algunas cosas en la cocina. -¿Mi televisor como está? -Se cayó sobre la cama. -¿Sobre la cama?- Pregunté aliviada, al escuchar “cayó” creí morir ¿Por qué deben comenzar las frases con la peor parte? Corté el teléfono asegurando que la llamaría mas tarde. -Mi televisor está bien- Grité con alegría al entrar en la sala. Los rayos del sol comenzaban a asomarse sobre el horizonte, aquello prometía un nuevo día para dejar atrás aquella tormentosa noche, pero también, traería consigo el comienzo de una nueva etapa de desafíos e incertidumbre. -¿Qué hacemos? -No se.- Respondió una voz al aire. -El helado.- Recordamos todas de la nada. Nos sentamos alrededor del exquisito helado de chocolate con almendras, cuatro cucharas coronaban la primera capa, enterradas, listas para la batalla. Creo que no fuimos capaces de comer siquiera 4 cucharas. La noche anterior habíamos comido de todo, lo que de por si causa un malestar y ahora había que agregarle el estrés sufrido hace algunas horas y la falta de sueño. Por la posición del sol, asumo que eran aproximadamente las 9 cuando cerré los ojos, sin ninguna pretensión mas que la de descansar un poco la vista, pero como era de esperarse no pude evitar quedarme dormida. No fueron más de 5 min. Pero fue mas que suficiente para provocarme un malestar aun mayor, de sentirme vacía pero a la vez a punto de estallar, sentirme cansada pero a la vez sin sueño, sin intenciones de volver a dormir. Un sonido nos llamo la atención. Sobre la mesa de centro vibraba el celular de Mabi, lo que anunciaba que al parecer las líneas de a poco se recuperaban. Eran sus papás, la vendrían a buscar alrededor de las 10 y ofrecieron llevarme a mi casa, obviamente acepté, mi papá no lucia ansioso por venir a buscarme y yo no tenía ninguna intención de irme caminando. Corrí a arreglar mi bolso, junté mis cosas y las dejé todas juntas en la sala, ni siquiera me quité el pijama, estaba ansiosa por llegar a casa. Esperamos que pasara el tiempo, 15 min. ,30 min. , 1 hora. Nos despedimos de la familia y bajamos, Natalia e Isabel nos acompañaron. Nos despedimos de ellas a mitad de camino ya que el papá de Mabi nos estaba esperando. Llegamos hasta el auto y subimos. Nos demoramos aproximadamente 10-15 min. Hubiera sido menos, pero la mamá de Mabi se equivocó de calle, no me importó, por alguna razón el paisaje parecía ser mas bello que antes, ahora poseía un brillo y color diferente. -Gracias de verdad.- Dije al bajar del auto frente a mi edificio. Subí las escaleras corriendo, como siempre en realidad, y toqué el timbre. Mi mamá abrió, la abracé y entré. -¿Cómo estás? –Me preguntó, ya sabía la respuesta pero es algo inevitable. -Bien no pasó nada, se cayeron unas copas pero nada más. ¿Y tú? -Bien también, el equipo de cayó, pero quedó entre la muralla y el mueble, eso fue todo. -¿Solo eso?- Dije feliz. -Solo eso. Cuéntame, ¿que estaban haciendo? Comencé el relato entusiasmada: “Viendo una película, justo de terror, estábamos sentadas debajo del sillón, en un momento me doy vuelta y siento un movimiento y digo…” “Está temblando”.
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JUAN CARLOS
Cariños...Juan Carlos...
Sofia Della Costanza Croxatto
esto me costo mucho escribirlo por que no encontraba las palabras para describir lo que sucedia en mi en ese momento, era una mezcla tan extraña casi imposible de describir, de todas formas creo que a pesar del miedo, del dolor, esta fue una experiencia que nos permitio ver nuestras vidas desde otra perspectiva y eso siempre es bueno, asi que por este lado doy gracias por aquel terremoto.
Nuevamente muchas gracias.