LA APARICION
Publicado en Mar 30, 2010
Corría los ochenta y en mi desenfreno juvenil y descubrir nuevos mundos viaje a Europa con la idea romántica de los mochileros y me embarque en un viaje mesiánico no tanto por lo grande y largo si no por el bagaje cultural y emocional que viví esos casi tres meses de vagar entre edificaciones antiguas, arte y personajes pintorescos de gran tradición y locos frenéticos del mundo postmoderno, pero quiero mencionar en especial un suceso que me conmovió porque creo que fue el primer amor que tuve de forma platónica, no hubo contacto, solo el visual, no hubo palabras, solo las dadas en mi corazón en mi monologo interior, pero fue un amor fuerte que me lleno de gran melancolía y tristeza, pero a la vez lleno mi corazón incrédulo de una profunda fe.
Caminaba por la Plaza de San Pedro cuando vi cruzar un grupo de jovencitas guiadas por un par de monjas, emocionadas la muchachas hablaban entre si, contentas y algo vivarachas mientras los rígidos pingüinos de la iglesia trataban de controlar a las chicas, me llamo la atención una joven que permanecía callada, su mirada seca y frágil de unos inmensos ojos grises parecía estar en otro mundo, las seguí disimuladamente, y en su travesía la joven miraba las bellas obras de arte pero en el fondo su mirada era de ciega, sus ojos observaba quizás otros lugares lejanos, otros planetas, su cabello oscuro como las noches sin luna hacia contraste con su piel blanca, transparente que parecía de alabastro, parecía una estatua, una escultura más de aquellas que en silencio habitan los Museos Vaticanos. Ya llegada la tarde, ensimismado por la aura bellísima que desprendía la joven, me di cuenta que ya eran las seis y mi tren que partía a otra ciudad salía a las ocho, pero decidí averiguar más sobre la muchacha que se había adueñado de mi corazón y era el objeto de mi afecto. Mientras pasábamos las altas columnas de estilo dórico que franquean la plaza nuestras miradas se cruzaron y en aquel instante, casi segundos sentí un mensaje, pero que por la inmediatez del momento no supe comprender. Las muchachas se subieron en un autobús, me quede mirando como se iba y algún momento creí ver que la muchacha volteaba a ver por la ventana trasera si yo seguía allí. Me fui a dormir al hotel, que realmente no era un hotel como tal, era un monasterio que cobraba unas pocas de liras aunque sonaran como cientos de miles por una habitación mínima, austera pero de una inmaculada belleza, me acosté, saque de mi mochila un pan y un trozo de mortadela y lo poco de queso que quedaba, el vino me lo había tomado ya todo y pase aquellos alimentos con la simple agua que en una pequeña jarra de barro los monjes dejaban en la habitación. Me dormí pensando en la joven, en sus ojos tristes, en la mirada que cruzamos... soñé que la besaba... que la poseía, pero no era una posesión carnal, la poseía como se posee la bella y extraña flor que crece en un pantano, como se posee a la paloma blanca que se posa de repente en tu ventana, como se posee la lluvia que te cae en la cara cuando el verano te ahoga, como se posee el rayo de luz que ilumina la primeras horas de la mañana... desperté con una erección y una eyaculación violenta... eran ya las cinco... tome un baño en las duchas comunes... me vestí y salí a la calle con el sueño de verla de nuevo, compre la prensa y leí en la primera página del periódico que el tren que ayer debí tomar rumbo a Florencia tuvo un terrible accidente, me reí porque pensé que era suerte la de mi destino y proseguí mi camino en la amarilla y otoñal Roma, la buscaba de nuevo, quería hablarle, de repente estacionada estaba la autobús de la tarde de ayer y empecé a buscar a las muchachas y monjas pero no había rastros de ninguna, parado al lado del enorme transporte estaba un joven de uniforme y le pregunte sobre los pasajeros y el hombre me señalo la torre de una iglesia que estaba detrás de unas pequeños edificios, salí corriendo y entre a la Iglesia, era la Santa María en Trastevere, estaban las mismas muchachas con las mismas monjas, pero ella no estaba, la busque entre los rincones, entre los feligreses, entre los turistas, entre las estatuas... pero no estaba... desilusionado me puse a ver los maravillosos frescos y descubrí en el ábside de la cúpula un hermoso mosaico donde estaba ella, era la Coronación de la Virgen, el mosaico junto con otros más abajo contaban la historia de la Virgen María, pero era la misma chica, con sus ojos tristes, con su mirada profunda que miraba a otros mundos, ella simplemente había sido una ilusión, un fantasma, una aparición, entonces comprendí aquella mirada que nos dimos en las altas columnas dóricas de la Plaza San Pedro, aquel mensaje que no pude descifrar... "No tomes el tren, sígueme... búscame... no tomes el tren"
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Felix Antonio Esteves Fuenmayor
Abrazos
Félix
leticia salazar alba
A MI SI ME ATRAPÓ EL RELATO. LOS PAISAJES, LA NARRACCIÓN
ME LO LLEVO A FAVORITOS, QUE HERMOSO, MARAVILLOSO
SI TE LO PUDIERA CALIFICAR TE PONDRÍA NO 100, SINO 1000,
NO SALGO DE MI ADMIURACIÓN AL TEXTO, DIRÁS QUE SOY
EXAGERADA PERO CUANDO ME GUSTA ALGO, EN VERDAD
ES QUE ME FASCINA, TU AMIGA LETY
GRACIAS POR REGALARNOS TEXTOS COMO ÉSTE TU AMIGA LETY
Felix Antonio Esteves Fuenmayor
Un fuerte abrazote a todos
Félix
Alfonso Z P
Esas cosas suceden, hay miles de historias parecidas y nada de extraño tiene
que haya ocurrido. Felicitaciones.
Saludos: Alfonso
Felix Antonio Esteves Fuenmayor
Saludos
Félix
haydee
El interés que despertó, en ti, la joven que había captado toda tu atención y que era la misma virgen que de esa manera te apartaba de un destino trágico.
Enhorabuena !
Saludos, querido Félix!
Lirica
por un momento sentí paz, cuando el estaba mirando las estatuas, imagine el lugar, la tranquilidad.
bellisimo!
un abrazo.
(ante todo mi sinceridad)
Felix Antonio Esteves Fuenmayor