Nada es Imposible.
Publicado en Apr 02, 2010
Aún podía sentir su respiración cerca de mí. Era mentira. Lo se. ¿Cómo? Tal vez intuición, sexto sentido, no puedo explicarlo. Me confesó que estaba enamorado de mí, pero eso era imposible. ¿Por qué? Porque yo lo estoy de él.
"- Estoy enamorado de ti. Y siempre lo he estado. No se si me crees, seguro que no. Pero es la verdad." Me había dicho. Y tenía razón. No le creí, y no le creeré. Porque era simplemente imposible. Yo era la que estaba enamorada de él. No él de mí. "-Mientes." Le refuté. él solo sonrió. Me conocía demasiado bien. "Es imposible lo que dices." Esperaba un por qué de su parte pero nunca llegó. Y lo agradecí. No tendría que responder. Cuando estaba comenzando a pensar que se había dormido llegó la pregunta esperada. "-¿Por qué?" Preguntó con una voz ahogada. Parecía que en el tiempo que no habló, había llorado. Pero eso también era imposible. "-Porque nadie jamás se fijaría en mí. Eso sería imposible." Una débil lágrima rodó por mi blanca mejilla al procesar la verdad de mis palabras. Imposible. Susurró una voz en mi cabeza. Alentándome en mi desgracia. "-Nada es imposible." Murmuró, mientras lo sentía erguirse e un lado mio. Deseaba creerle. De verdad lo deseaba, pero algo no me me dejaba. Imposible. Seguía la voz susurrando. Ahora ya no podía detener las lágrimas que rodaban incesantes por mi rostro, como un caudal que nadie podía detener. Sólo el mismo que lo había provocado. Sentí como su helada mano tomaba mi barbilla para que lo mirara a los ojos. La luna se reflejaba majestuosa en los suyos. En sus ojos negros que me miraban de una forma profunda, insistente; poderosa. Acercó su rostro al mío, mi cuerpo temblaba de nervios o quizá miedo, no lo sabía. Lo único que sé, es que en el momento que sus labios se posaron sobre los míos, la voz en mi cabeza desapareció completamente, junto con el miedo, los nervios y la desesperación. Ya no sentí más ese nudo en mi garganta que me imposibilitaba la respiración, tampoco esa opresión en mi pecho. Pude volver a sentir, volver a sentir esas mariposas en el vientre que me encantaban cada vez que estaba cerca de él. En el momento en que se separó de mi, su rostro estaba humedecido por mis lágrimas y las suyas. E inevitablemente una sonrisa se posó en nuestros labios. Junté nuestras frentes y cerramos nuestros ojos. Fue el mejor momento de mi vida. "-Nada es imposible." Susurré...
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raymundo