EL    MAR
 
Era una vez, una niñita, que, con su cara de angelito,ya pasaba los cuarenta.
Le gustaban tanto los cuentos, las exageraciones, las cosas absurdas...
 
¡No! para nada...lo sobrenatural nunca le interesara.
 
Más vale, no sabía diferenciar lo cierto de lo “no” cierto; y no puedo decir incierto porque eso es improbable y sí, sí sabía ella muy bien qué cosas jamás sucederían.
 
Se creía realmente atípica; y lo era porque todos le decían cuán diferente se veía y cuanta  sorpresa causaba.
       No sabía qué era fantasía y qué historia, pues en su cabeza, las dos, eran exactamente lo mismo.
 
Solía decir a todo el cuál conocía que su bisabuelo portugués era un militar de alto rango. Que, navegando por la armada de su país, ya  no tan gloriosa  en el siglo XIX, muriera y no se sabe el porqué; pero luego había sido arrojado al mar ...
 
Saben todos, quizá no lo niños, que no existía el freezer o llamese cámara frigorífica, que para este caso, sería igual.
Nunca nadie le preguntó de qué falleciera y dónde fue botado al mar, y, mejor así, porque su relato se limitaba a aquello anteriormente citado.
 
Era una historia que adoraba, pero el destino del cuerpo nunca fue de su   más mínima                           preocupación,     es más, que el mar lo hubiera devorado era causa de fascinación.
 
Nunca le ocurrió pensar que fin tuvo su pariente más valiente. O, en qué mar u océano fue tirado como simple mortal. Qué  especies marinas se deleitaron al ver el uniformado, y    sus medallas, hundirse bajo sus miradas atónitas. Qué sabor tendría para esos seres su carne...
 ¿O habría sido echado al agua desnudo, con sus vergüenzas al aire, un   marino riéndose de alguna característica suya; ¿cómo saberlo?
 
El uniforme  y sus medallas siendo entregados a la familia en una ceremonia típica, la viuda a llorar y los niños...
 
Nunca supiera de qué color era su uniforme militar, si usaba algo en su cabeza, si combatiera alguna vez.
Y aunque parezca absurdo, nunca había preguntado su nombre, ni a su abuelo, ni a su padre.
La historia de su bisabuelo era su historia preferida, entre miles que llevaba en su memoria, era un galardón, la medalla propia, sentirse ella misma lusitana.
        Como aquellos, que mucho tiempo antes, siglos, se atrevieron a ser los primeros en abrir caminos.
  
Así se sentía ella: que abría caminos, que quería abrirlos .Y que sus relatos abrían mentes y las llevaban a nuevas perspectivas...como que se puede morir en el mar sin ahogarse y echarse a él para siempre sin destino.