Rodeando al Extranjero (Novela) Captulo 12.
Publicado en Apr 04, 2010
Al llegar el alba el Extranjero se levantó silenciosamente para no despertar a nadie. Salió de la cueva y encendió un cigarrillo. Alguien le tocó en el hombro derecho. Era el jerarca de la familia gitana que no había podido apenas dormir ni una sola hora.
- ¿Se va usted ya?. - Aquí no tengo mi Destino. - ¿Por qué me dijo usted discúlpeme cuando estábamos hablando anoche?. - ¿Ha observado usted a los animales?. - !Muchas veces!. - Por eso se lo dije. - Sigo sin entender nada. - Cuando un animal mata a otro animal siempre le pide disculpas. - !Jamás oí decir tal cosa!. - Porque jamás entendió usted la vida de los animales. - ¿y ahora?.. - Ahora... ¿se atreve usted a subir conmigo a la cima de la montaña?. - No. Tengo mucho miedo. El Extranjero volvió a repetir la misma palabra. - Discúlpeme. Y comenzó lentamente la ascensión hacia la cima de la montaña. Pronto, en un recodo del sendero, encontró a otro anciano sentado en una roca y llorando a lágrima viva. - ¿Por qué llora usted?. - Lloro porque me he quedado solo. - ¿Completamente solo?. - Completamente solo. - A veces la vida es así. Creemos tener el amor de todos y en realidad sólo nos ama la sombra de nosotros mismos. - ¿La sombra de nosotros mismos? - preguntó el anciano mientras se secaba las lágrimas con el dorso de sus manos. - ¿Sabe usted que todavía le queda mucha vida por delante? -se limitó a contestar el Extranjero. - !Pero si yo ya tengo noventa años de edad!. - ¿Y qué son noventa años de edad?. - Yo creo que mucho. - Pues se equivoca. - ¿Noventa años de edad es poco?. - Le vuelvo a insistir que sí. Verá. Dele la vuelta al número y se quedará en cero nueve. El cero a la izquierda, que no vale nada, bórrelo de su mente y conviértase en un chaval de nueve años de edad. - ¿Y de qué me sirve eso?. - Espere. Haga lo que le digo. Conviértase en un niño de nueve años de edad. Baje a la Gran Ciudad. Busque un asilo. Se lo digo de verdad. Allí encontrará a su compañera. - ¿Una compañera en el asilo y con sólo nueve años de edad?. . Eso he dicho. El anciano, que ya había dejado de llorar, se levantó rápìdamente. - ¿Pero usted me asegura de que en el asilo encontraré a una compañera que quiera vivir conmigo?. - Se lo aseguro totalmente. Atienda a lo que le voy a explicar. El anciano puso todos sus sentidos para atender. - Piense que usted es Adán. Piense que el asilo es el Paraíso. Piense que ella es Eva. Y la encontrará. . !Dios mío!. !Puede ser una utopía pero me ha devuelto usted las ganas de vivir!. - Sólo una cosa más. - Diga. Diga. Nadie me ha dado en esta vida tanta Esperanza. - Eso es. Llámela Esperanza cuando la encuentre. No importa cómo se llame en realidad; pero usted llámela siempre Esperanza. - Espero que los perros no me ladren -se atrevió a bromear el anciano. El Extranjero sonrió ante aquella broma. - No se preocupe por los perros. No les haga caso. Le ladrarán sólo por envidia... pero nada más... ya sabe usted que los perros que ladran mucho nunca se atreven a morder... El anciano estaba completamente contento y comenzó a bajar hacia la Gran Ciudad para buscar el asilo. - !Y no se olvide de llamarla siempre Esperanza! -le gritó de lejos el Extranjero. - !No lo olvidaré!. !Se lo juro!. !Tan cierto como que Dios existe que jamás dejaré de llamarla Esperanza!. !Y le compraré un vestido verde para bailar juntos aunque los perros me sigan ladrando!.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|