En la Habitacion
Publicado en Apr 08, 2010
EN LA HABTACION
La habitación era como cualquier otra, nada en especial hubo en ella alguna vez, tal ves eso fue el origen de todo, lo común siempre me pareció desagradable, hasta cierto punto se puede decir que mi vida la basaba en la búsqueda de lo diferente, aunque no lo fuera en gran medida la diferencia con lo demás yo apreciaba esa diferencia, me obsesionaba esa diferencia hasta que con el paso del tiempo tras observarla constantemente el desencanto se producía, comenzaba a notarle semejanza con alguna otra cosa y su particularidad se perdía de un momento para otro, en ese desencanto constante se diluía mi vida, pasaba con todo, en cierta ocasión la humedad de la lluvia se coló por entre las paredes de mi habitación , recuerdo que mire la imagen que la humedad provoco en el muro durante días enteros, era irregular, semejaba un rostro, alguno antes visto pero no lograba recordar donde, lo miraba y lo miraba sin entender el porqué de esa extraña familiaridad pensé en abraxas constantemente, incluso releí Demián pues la sensación que me provocaba era semejante a la que sintió Emil al descubrirlo, solo que a diferencia de El, yo no tenía quien me guiara en al camino hacia el descubrimiento, esto gracias a mi antipatía por los amigos, pues en ese tema también influía mi gusto por lo diferente, y la mayoría de las personas que conocía me parecían tan comunes, que ni siquiera las llegue a considerar alguna vez para comentarles algo al respecto, siempre estuvo presente en mi la resonancia de las palabras que Guillermo le dijera a Adso "es, o, a sido en muchos aspectos un gran hombre, pero precisamente por ello es extraño, solo los hombres pequeños parecen normales", eso siempre me había hecho pensar en la gran cantidad de enanos mentales con los que me había encontrado durante tan largo tiempo, y era parte del origen de mi escasa actividad social, siempre pensé que si un hombre, aun ni grande ni pequeño, se rodea por cosas y personas comunes, estas impedirían, o, cuando menos, retrasarían su crecimiento; y tras semanas enteras de indagar sobre el parecido de la mancha con diversas cosas y rostros, no logre dar con la respuesta, hasta que la mancha sucumbió al paso de los días y del calor que por aquella época iba en aumento, hasta desparecer y con ella mi excitación por encontrar la respuesta, la sensación paso como todo en mi vida y poco a poco se desvaneció de mi consciencia, por aquellos días mi situación se torno en misantropía ya no lograba estar en algún otro lado, solo la habitación me hacia permanecer tranquilo, leía horas enteras a veces días enteros, escuchaba música prácticamente todo el tiempo, pasaba indiscriminadamente de Miles Davis y John Coltrane a Led Zepellin y Black Sabbath, de Bob Dylan y Neil Young a Kraftwerk y Depeche Mode, de los Beatles y los Stones a Radiohead y Massive Attack, todo mientras mis lecturas variaban tanto como la música, de Borges y Cortázar a Azuela y Paz, de Joyce y García Márquez a Sartre y Camus, de Bourroughts, Gibson, Rice, y tantos otros brincando de mundos tan dispares y complejos a teorías destructoras y constructoras de orígenes y formas de vida, era como si buscase el escape de la realidad que vivía, y no lograra por mas intentos que hacia encontrar un salida, el tiempo comenzó a desaparecer, ya no sabía cuando era día y cuando noche, la habitación se volvió mi mundo particular, vagaba por su poco espacio interior, buscaba en las paredes formas, en el techo blanco, el gris y las sombras, en el librero ventanas al tiempo remoto, en mis dedos lunas dactilares, en los granos de arena que surgieron en la esquina debajo del librero consumí noches enteras con la firme convicción de contabilizarlos, pero cada día eran mas y mas, arena habitada por un centenar de hormigas venidas de no sé dónde, que al principio tomaron franca actitud defensiva y al menor de mis descuido me atacaban sin piedad, testigos eran el millar de señales que yacían en mi piel, hasta que con el paso de los días me fueron ignorando, acostumbrándose a mí, como yo a ellas, oía sus lentos pasos por la arena que ya ocupaba todo el espacio debajo de el librero y que avanzaba para tomar toda la habitación, la oía durante el escaso tiempo en que creí dormir, solo el ruido de los ratones que habitaban el ropero era más intenso por momentos, hasta que un día desaparecieron, los encontré una semana después sepultados entre la arena deshechos, sus pequeños cuerpos sucumbieron ante la muerte prematura, el desierto formado por la arena cubría ya toda la habitación, el silencio reinaba ¿hace cuanto no escuchaba música?, ¿hacia cuanto tiempo que ni siquiera salía de la habitación?, ¿estaba aun en la habitación?, ya nada me parecía conocido, el desierto lucia infinito, su inmensidad se perdía en la oscuridad de la noche, camine, corrí por momentos, desesperado, corrí tanto, sin llegar a algún lado en particular, todo parecía tan igual, me perdía en las dunas clonadas todas de la misma que vi la primera vez, todo era estéril, ni las hormigas siquiera me acompañaban ya, no había forma de regresar, estaba perdido en la monotonía de la arena y la oscuridad, me escabullí en un pequeño oasis que más parecía solo un charco, me hundí en el logre atravesar el desierto por debajo del agua, me cole con la humedad entre las paredes, y me vi en la habitación aun, me vi durante días enteros, ahora ya no con tanta claridad, la humedad que me sirve de ventana hacia la habitación comienza a desaparecer, y no logro advertir, no hay forma de que escuche, de que me ponga sobre aviso, si lo hubiese entendido cuando me obsesiono aquella mancha en la pared, si hubiese puesto mas atención, si tan solo hubiese salido de la habitación.
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