La princesita, escondida,
Lloraba desbordada, destruida.
 
En el fin de aquella macabra y devastadota batalla.
 
Como de costumbre y estrategia de guerra,
Durante el desarrollo de aquella batalla,
Los mensajeros iban y venían continuamente,
Trayendo mensajes y recados al reino…
 
En esta lucha, las noticias que fueron trayendo,
Eran espantosas y sumamente desalentadoras…
 
Y así fue transcurriendo su dramática espera…
Destruyéndose en los miedos más profundos…
Esperándolo…
Estremecida…
 
A escondidas de todo.
De su Padre y  de su Madre…
De la luna y del sol…
De la tarde y el amanecer… de todos ellos…
Aterrada de no poder volver a amarlo…
A su Caballero y jefe en armas.
 
Y llegada esa tarde terrorífica y gris,
El ultimo mensajero de la legión,
Dio al rey el informe de que se había triunfado,
Pero solo habían sobrevivido algunos pocos guerreros…
No mas de dos o tres…
 
Ella, al escuchar la desdicha,
Corrió hacia el jardín posterior del palacio,
Bajo la tenue sombra del sauce frondoso
en donde con el siempre se encontraban…
Y esta vez, a escondidas como siempre,
Pero sin el… lloro hasta desgarrar su alma…
 
Y en el último instante…
Cuando ya estaba a punto de perder la vida por dolor,
Y a punto de quedar ciega de tanto llorar…
Un milagro la abrazó.
 
Sin que ella lo note
El llegó…
Su Caballero, levantó el mentón de su rostro suavemente…
Bañado de sangre y muy mal herido…
Y beso cada una de sus lágrimas…
 
 Y sin llegar a besarla…
Cayó desmayado y profundamente agotado, a sus pies…
Sin poder evitar dejar caer una rosa roja frágil,
Que para ella traía en su mano.
 
Casi muerto…
Como ella…
Y muy enamorado.
Como ella...
 
SIR MARIAN