La Repblica
Publicado en Apr 15, 2010
Pasea la muchacha su lozana candidez, su exuberante adolescencia en contorneada nubilidad.Sus altivos y gráciles pavoneos, no exentos de ingenuidad, elevan lascivas pasiones, arrancan, sutiles suspiros llenos de anhelos, de las tentadas carnes, de los exaltados espíritus del poeta, del músico, de escritor, del bohemio, del pintor y del actor, que en torno a una taza de café o a una solitaria copa de vino vienen a tertuliar con sus congéneres y admirar en silencio, solo roto por la locuacidad de sus miradas, la sublimidad de la belleza de la chica a las que todos llaman República.En su fresca belleza, en su aparente inmarchitable juventud han depositado todas sus esperanzas el obrero y el campesino, el profesor y el alumno; la mujer para sentirse más cerca de la libertad; el anciano de sus sueños casi olvidados; el joven por hallar en ella una senda abierta a su futuro incierto.República pasea su voluptuoso esplendor, suscitando un extasiado entusiasmo en ellos, una apasionada admiración en ellas, una veneración idolátrica en todos, y un irrefrenable odio en algunos.Irrumpe el General en la sala, blandiendo el sable para poner orden en aquel orgiástico libertinaje donde el poeta canta al amor, a la libertad, a la vida sin cortapisas, en una desenfrenada y desbocada emancipación, huérfano de referencias al amor despojado de sucias manifestaciones carnales, el único amor verdadero, aquel que es salvaguardado por quien incita, embutido en su sotana, enarbolando el báculo como bandera contra el mal y la satánicas actitudes de quienes se refugian en el libre pensamiento para infringir las más elementales normas de buena convivencia dictada por la Santa Madre Iglesia, garante universal de la verdad única y eterna. Y tras su eminentísimo y reverendísimo padre, el opulento Señor Usura instigando y espoleando, el exaltado ánimo del General, para que use el sable empuñado por mano estremecida por la rabia contenida, por el irrefrenable odio que le inspira aquella insolente juventud rebosante de ideas nuevas que vienen a airear el ambiente putrefacto de conceptos marchitos y atrofiados en pretéritos pensamientos.El frío acero hiende el aire dejando tras de sí una gélida y sibilante huella, penetrando en las tersas y suaves carnes de República, ante el atónito estupor de los presente, mientras en la faz de la muchacha se dibuja un rictus de terror y dolor antes de caer desplomada al suelo para exhalar el último de sus suspiros, bañado por un inmenso charco de sangre.Hoy hubieses cumplido, de no mediar una mano asesina, setenta y nueve años. FELIZ CUMPLEAÑOS REPUBLICA.
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