LA TRISTEZA DE LA PRIMAVERA
Publicado en Apr 15, 2010
Florencia era una mujer muy hermosa, su boca de rosa era el deseo de todos, su piel de blanco pétalo era la envidia de todas las mujeres, sus ojos violetas hechizaban al más guapo, y su cabellera roja parecía siempre un campo de flores bailando con el viento. Pero extrañamente ella no permanecía mucho tiempo en el mismo lugar, su vida era una mudanza eterna pues ella perseguía la primavera, pero donde llegaba causaba revuelo y siempre dejaba en su recorrido más de un corazón herido; y es que Florencia se enamoraba como loca de los hombres pero no podía consumir el acto sexual, no podía exteriorizar con su cuerpo bello y virgen el deseo pecaminoso, fornicador, la lujuria y no por gusto, porque ella era pura sensualidad, era simplemente porque sus hoyos no eran meramente eso, eran extraordinarias flores, su ano era un tulipán blanco con matices rosas y de el salían no heces sino espectaculares mariposas, fantásticas libélulas y coloradas cochinillas de San Anton o lo que comúnmente se conoce como mariquitas. Su vagina, su vulva, su concha, era una mezcla de gladiolo y rosa, de crisantemo y margarita, de orquídea y de jazmín, de aliento de bebe y de cayena, de clavel y trinitarias, su vagina era un compendio, una colección multicolor de flores, un jardín no explorado; y no hablar de los olores que emanaba aquella extraña flor, eran aromas que todos sentían cuando pasaba, dejando a todos encantados con su suave pero profundo efluvio primaveral. Pero que infeliz era Florencia, una terrible tristeza era albergada en su alma, las pocas veces que intento perder su virginidad, de entregar su flor, los hombres quedaban extasiados, caían en un trance con simplemente verla y sentir su olor tan cerca, y enseguida se corrían, eyaculaban locamente, como nunca, y en el expeditivo frenesí, pensaban que la habían poseído; y se iban contentos, felices de su proeza, mientras Florencia quedaba sin explotar su concupiscente, lúbrica y libidinosa carga erótica.
Así pasa Florencia, su larga vida, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de país a país, llenándolos a todos con su aroma de lilas y azahares, alfombrando los áridos suelos con sus colores frescos, profusos y encarnados, llevando su amor y erotismo, porque donde ella esta misteriosamente nace el amor sensual y el amor romántico, no obstante ella triste permanece como volcán dormido esperando todavía que alguien la desflore.
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Felix Antonio Esteves Fuenmayor
Felix Antonio Esteves Fuenmayor
Antonio Umbral
saludos antonio
Alfonso Z P
Saludos: Alfonso