I
Extrañamente todos en el pueblo eran gemelos, donde uno mirara daba la impresión de ver doble o simplemente cuando no era así al rato mismo se conseguía uno el clon de la persona que hasta hace poco le había atendido, hablado o visto en otro lugar, y cuando uno preguntaba ¿usted no fue el que estaba... ? La respuesta más común o mejor dicho la única era: ese es mi hermano gemelo. Otra rareza que conseguí en aquel paradisiaca montaña fue que a pesar de la belleza extrema y aria de los lugareños o nativos, era que solo uno de los gemelos padecía de algún defecto mínimo, por ejemplo el joven que atiende en la oficina postal tiene un pequeño desvió ocular en el ojo derecho, muy distinto a su gemelo que es el que se encarga de la librería del pueblo. La mujer que vende flores tiene su oreja derecha  más pequeña que la izquierda y su hermana gemela que trabaja también en la floristería no tiene esa variación. Al principio no hizo mucho caso sobre su observación pero después del tercer día ya se había percatado que todos, pero todos de cada uno de los gemelos tenía un defecto en el lado derecho del cuerpo. Por tal motivo prolongó ese fin de semana en un mes y le parecía digno de investigación tal hecho, y pensó que esto podía ser muy fructífero para la ciencia, pues se encontraba allí porque tenía que recoger algunos datos sobre una planta que crecía un cien por ciento más en estas tierras de clima templado de montaña, y por qué no iniciar después una nueva investigación, aunque la genética humana no era lo de ella, pero sí de su marido.
 
II
Al principio en el hotel se pusieron molesto por el cambio de reservación de ese simple fin de semana por el del mes completo, pero después de hablar y convencer al subgerente del hotel con una suma de dinero que paso por debajo de la mesa, se le concedió la inoportuna petición. Subió a la habitación y escribió el proyecto de la nueva investigación para enviársela a su esposo que era experto en genética, pero antes de enviar el proyecto a través de internet recibió una llamada y cuando atendió el teléfono era para informarle que el Alcalde del pueblo y el Comité de Ciencia la esperaban abajo para agasajarla ya que tenían el honor por vez primera en más de treinta años que no los visitaba un colega científico de su altura. Tal hecho la conmovió,  enseguida se fue a duchar y pensó mientras se bañaba que el informe lo revisaría luego y en la mañana se lo enviaría a su amado esposo que estaba en Viena en un congreso de genetistas.
En la recepción le esperaban todos con euforia, la abrazaron, le regalaron flores y le dieron palabras de halagos, entraron  en el restaurant del hotel donde la cena estaba servida en su honor, se brindo con una exquisita champaña, ella se negó al principio por su estado de preñez, tenía seis   meses de embarazo, pero pensó que quizás una sola copita no le haría daño a su bebé, el Alcalde empezó a decir unas palabras en su honor, la mujer estaba muy entusiasmada porque era la primera vez en su corta carrera era agasajada, se sintió mareada, al principio pensó que sería el alcohol, pero al rato se percate que no podía mover el cuerpo, noto entonces que todos estaban callados y viéndola con odio y reproche... en un instante cayo desmayada.
III
Cuando se despertó estaba acostada atada en una camilla,  en el techo del recinto estaba dibujada una cruz esvástica, miró a los lados y estaban todos los del pueblo, cada uno de los gemelos, era un enorme galpón que funcionaba a su parecer - en ese momento todavía drogada -  como templo. Estaba montado en un pulpito el alcalde vestido de blanco, hablando sobre la importancia de la raza aria, las diferencias raciales y la higiene racial. Levantó un poco la cabeza para detallar más el lugar y vio entonces que detrás del pulpito dos enormes retratos adornaban la inmensa pared, uno de Adolf Hitler y otro de Josef Mengele. Trato de zafarse de sus ataduras pero era imposible, comenzó a gritar y todos empezaron a reír, en eso se le acercaron dos pares de gemelos, todos vestidos con uniformes verdes de cirujanos, llevaban en las manos bisturís, enormes jeringas y otros instrumentos médicos que no pudo reconocer, pedía piedad para ella y sus bebes que no habían nacido, pero todo fue en vano, sin anestesia fue operada y de su cuerpo fueron sacados unos hermosos gemelos, que más tarde junto a ella fueron metidos en un enorme horno crematorio, mientras todos en el pueblo lamentaban el hecho que aquella joven científica a pesar de lo bella y perfectamente aria se había casado con un hombre judío.
"Cuando nace un niño judío no sé qué hacer con él: no puedo dejar al bebé en libertad, pues no existen los judíos libres; no puedo permitirles que vivan en el campamento, pues no contamos con las instalaciones que permitan su normal desarrollo; no sería humanitario enviarlo a los hornos sin permitir que la madre estuviera allí para presenciar su muerte. Por eso, envío juntos a la madre y a la criatura."  (http://es.wikipedia.org/wiki/Josef_Mengele).