Es una tarde conocida
Publicado en Apr 20, 2010
Dos caracolas con quienes escuchar en una playa donde se confirma que algo de nuestros sentidos se ha unido con la arena. El manojo del espacio es algo de nostalgia bajo el peso de una caliente tarde tan frágil como el herrerillo común con su plumaje azul y amarillo: mar y sol en el centelleo de la playa. Recuerdo sólo algunos sueños en medio del tiempo blanco. No me hace daño hoy recordar ese momento de la mucha luz escribiendo a alguien un "suelo llamar a todo un volver aquí". Estoy en ningún sitio especial salvo aquel lugar en que escucho dos caracolas en la playa.
Ahora, muy ocupado de estar aquí ante la página blanca de los recuerdos, me continúo como ser humano conversando con una lectura de versos. Tu presencia es un cartapacio de amor... Descubro que puedo llegar hasta la playa y hundirme cada vez más en esa arena donde el sol persigue caracolas que quieren volar desde el fondo marino. El herrerillo común se me hace un poquito preciso; para darle a mi escritura la traducción exacta a un idioma aéreo. Y en la misma escritura puedo preguntarme qué es lo que se abre en este momento a la memoria. Se abre, y esa es la respuesta, un ser humano en el horizonte. Queremos libertad para liberar a lo que se mueve dentro de nosotros. Dentro de mí, por ejemplo, se están liberando aquellas dos caracolas que surgen del agua y quieren volar junto al herrerillo común. Una mutua construcción de latidos que me viene de ti, pero que sopesa mi lenguaje de vida. El preámbulo de lo que hay afura es el sol de este día que me rejuvenece por dentro para darme un desmedido afán de escribir despierto. Son muchos los granos de arena en la playa para sólo dos caracolas y un herrerillo común... mas para alcanzarlos no es necesario hablar sino solamente escuchar el recuerdo y vivir la necesidad de empezar a escribir. Punto cero a lo Vorem. Mi mano abierta empuña ahora la quietud de las horas y de pronto he cambiado a otra manera de ser; a verme descifrando dónde acaba el día desde un lado a otro de la playa. Quizás todo comienza con un abandono de algo para terminar en una conjunción de números: dos caracolas marinas y un herrerillo común son tres cálidos vuelos bajo el fuego del sol.
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