Comenc a caminar
Publicado en Apr 26, 2010
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Comencé a caminar, a vagar, por esos oscuros pasillos, deslizando mis dedos por cada puerta intentando encontrar ese tesoro, sintiendo el frió metal bajo ellos. Apoyé mi cabeza en una de ellas, sentía los pasos indecisos de su prisionero, pasos que buscaban la libertad y que sólo serían capaces de encontrarla si se dejaban guiar por esa dama de negro traje que caminaba visitando todas las noches cada uno de los cuartos. Seguí buscando, los sonidos provenientes de ellas comenzaron a aumentar, para transformarse en llantos de dolor, los que nacen del interior de la persona, de lo más profundo de su ser para intentar dejar escapar el alma y liberarse. Por alguna razón fui siguiendo la línea creada por las parpadeantes luces, la vi pasar a mi lado muchas veces y siempre seguida por algún alma que arrastraba tras ella unas cadenas, provocando un sonido escalofriante en su roce, hasta que llegue al final de ese pasillo. Levanté mi vista y me acerqué a la puerta, tenía una pequeña ventana, así que intenté observar a través de ella, y ahí estaba, sentado en una esquina rasguñando la pared. Miré hacia todos lados, ya no había nadie ¿Acaso no me veían? una corazonada me hizo intentar abrir la puerta, mi mano deslizó sin problemas la manilla, sacando una pequeña sonrisa de triunfo en mi rostro, sólo la abrí lo suficiente para que mi cuerpo ingresara sin problemas para volver a cerrarla.

Aun seguía sentado, pero ya se había detenido, su pelo estaba desordenado y había tomado un tono canoso, la vez pasada me había reconocido y sonreído como siempre, pero ahora, su mirada tierna estaba congelada, sus ojos habían perdido su brillo. Me preguntó si lo conocía, porque él no lo sabía, me pregunto si alguien lo quería, porque él no lo recordaba. Me arrodille frente a él, y le acaricie el rostro, su piel estaba seca y fría. Giró su cabeza y sus ojos me miraron, me reflejé en ellos y sus lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, apenas le oí el susurro de mi nombre, lo hizo temiendo equivocarse de persona, le respondí con una sonrisa y le abrasé tan fuerte y dulcemente como jamás lo había hecho. Sentí sus brazos aferrarse tímidamente a mi ropa, estuvimos así un largo rato hasta que él comenzó a soltar en mi oído esas frases que siempre me hacían caer rendido ante él. Por más que lo intento, se cuales son pero no logro dejarlas salir, seguramente él no lo desea, quiere que sean un secreto entre nosotros.

Me senté en el suelo apoyando mi espalda en la acolchada muralla y él buscó refugio en mi pecho, lo rodee con mis brazos y nos quedamos en silencio, sentía su respiración incluso el latir de su corazón. Comenzó a sonar una sirena, la cual nos sacó agresivamente de nuestra fantasía, se levantó y comenzó a tirar de mi brazo, sus labios se movían tan rápido, estoy seguro que me hablaba pero no lograba escucharle, sólo sentía la sirena, no sé cómo pero me encontré detrás de la puerta, estaba en el pasillo, intenté entrar nuevamente a la habitación pero esta vez mi mano atravesaba la manilla. Un grupo de hombres de blancos trajes se acercaban por un lado y por el otro ella con su largo vestido negro y su pálida sonrisa, traía en una de sus manos las cadenas. Me pegué a la ventanilla, por las paredes caían unas cortinas de humo blanco, mi tesoro, mi niño estaba sufriendo y yo no podía hacer nada, se sujetaba de los barrotes de la única ventana que tenía ese cuarto, hasta que el humo lo empezó a abrazar, su grito de dolor me quebró el alma, los hombres de blanco reían como si se tratara de cualquier cosa y anotaban en sus cuadernos, mientras que ella, ella se había sacado su capucha dejando ver su cabello, lo llevaba tomado sutilmente, colocó su mano sobre mi hombro y dejo caer unas lágrimas para luego entrar a la habitación. Lo que más apreciaba en el mundo estaba agitándose en el suelo dejando salir por su boca y nariz pequeños hilos de sangre, ¿Qué fue lo que le hicieron? Le supliqué que no se lo llevara, me atreví a tomarle de su traje y lanzarla hacia la pared, se azotó en ella y sus ojos cambiaron de un agradable celeste cielo a un temible rojo carmesí, se levantó furiosa y arreglo su traje, comenzó a acercarse hacia mi, decidí no retroceder, de todas formas él ya no estaría conmigo, ya no tendría razón de existir, con él se había ido todo lo que amaba, sin él yo era tan solo el cascaron de un hombre. Su cuerpo se abalanzó contra el mío, una oscuridad me rodeó y de su boca nacieron unos enormes colmillos que comenzaron a devorarme poco a poco…  La angustia empezó a apoderarse de mí, mi corazón latía tan rápido que lo comencé a sentir en mi garganta, mis ojos estaban llenándose de lágrimas hasta que rompí en llanto.
 
Sus brazos me tenían cerca de él, y empecé a escuchar su voz pidiéndome despertar, abrí con dificultad mis ojos y ahí estaba él, con su rostro afligido y preocupado hasta que le sonreí y él me correspondió, me ayudó a sentarme en la cama y me beso la frente.

El ser humano siempre aprecia a los que tiene cuando los pierde, si lo sabemos ¿porque no intentamos remediarlo? Muy fácil… el ser humano es una especie que disfruta del sufrimiento tanto de los otros como de si mismo. Y se alegra de tener menos personas a su alrededor con quien compartir… por supuesto que no todos somos así……
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Foto del autor Kurosawa Karura
Textos Publicados: 2
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Descripción

Palabras Clave: muerte amantes Karura Kurosawa angustia

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (2)add comment
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Nicolas Alexander Ayala Reina

He aquí un caso de una futura gran escritora, te felicito por tu texto es encantador de principio a fin es difícil encontrar historias en las que uno se convierta en el protagonista y definitivamente es una de ellas, sigue escribiendo, que el papel se borra pero las letras siempre quedaran en el corazón. un cordial saludo Nickolas Ayala, te invito a que leas mis textos.
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May 22, 2010
 

gabriel falconi

atrapante relato de una pesadilla
con una muy buena reflexion final
felicitaciones
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April 26, 2010
 

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busy