Metáforas de café para la vida (Diario)
Publicado en May 03, 2010
Hoy en "Marinoccio" (local que me encanta para serenar y serenatear el espíritu) hemos montado una tertulia por todo lo grande. Por supuesto que ha habido un buen momento para hablar y deshablar de esta liga futbolera que ha terminado con el triunfo "in extremis" del Irreal Madrid. Una temporada de fútbol raro y anómalo, difícil de entender y de explicar, con tantísimo de clásica tragedia griega y tan poco de lo que específicamente se conoce como jugar bien. El gol de un maliense se ha convertido en metáfora: "beso esencial a una red de telaraña que ha convertido la pausa de la razón de muchos en taquicardia de locuras".
El balón flotante se ha convertido en esfera explosiva que ha expansionado un metalenguaje planeado desde las manos de un guardameta para chocar en el trasero de un defensa desfalleciente y caer muerto de ataque cardíaco más allá de la línea de gol mientras en otro lugar de España las impotencias colectivas han sacado a relucir un silencioso sudario de incredulidades. Lo que ocurrió fue un segundo oscuro y derrotista convertido, por la magia de algún misterio alado, en un segundo de luz... ¿pero de qué estamos hablando hoy en "Marinoccio". ¿Tanto puede influir en las gentes de cultura humana un balón que roza el paroxismo del trasero de un defensa descuidado que queda descolocado, y cae, inerte en el espacio, para dar paso al brindis de Cibeles?. Desemboca la conversación que mantenemos en algo que señalaba el filósofo alemán Hans Blumemberg cuando intuía y desarrolaba toda una teoría sobre las metáforas: que quizás es cierto que la metáfora lo es todo cuando nos sometemos a la imposibilidad de descubrir o interpretar el mundo con la unívoca visión de la palabra presuntamente exacta. En el fútbol, al igual que ocurre también con las artes en general, se percibe una necesidad metafísica tan antigua como la misma que utilizaban los hombres de las cavernas para explicar su mundo. Aquí, hoy, en un "Marinoccio" cultural, las metáforas están siendo (como escribía Blumemberg) unos objetos esencialmente mistéricos e históricos que se convierten en el ejemplo más luminoso para poder definir la verdad como luz... algo así como algo necesario para poder explicar el gol de Diarra. Porque la capacidad de las metáforas que estamos deshojando mientras tomamos nuestras tazas de café (también ellas mismas metáforas de la noche) sirven para cobijar evoluciones personales intrahistóricas de cada uno de los contertulios y contertulias o sirven para servirnos (valga la redundancia) de guías a una lectura interpretativa de la vida que nos hace converger en tropos devenidos de la reflexión global. El proceso de ser partes de la sociedad, desde que Aristóteles pensaba en la realidad como camino obligatorio para la búsqueda de profundidades y desde que Nietzsche basaba en su propio vitalismo sus diversas variaciones de la visión global del mundo, demuestra que las metáforas de la vida tienen el mismo valor que el concepto de ésta misma. Por lo menos cuando nos enfrentamos a la interminable tarea de explicar por qué este Irreal Madrid ha ganado una liga de fútbol precisamente el año en que estaba predeterminado de antemano que jamás la ganaría. Y entonces tomo nota en mi Diario de algo que expone mi amiga Andrea desde el otro lado de la mesa: "el sentido recto no lo es tanto y acaso todo sea solamente figurado". Se está refiriendo no al fútbol exactamente (o no de forma implícita y directa) sino a la explicación de la primavera de la vida que es el tema en donde nos hemos embarcado todos los del "Marinoccio" una vez superadas las hiperbólicas y surrealistas visiones de un futbolista maduro subido a una grúa municipal y poniendo banderas y bufanda a una diosa frigia que en tiempos de Roma simbolizaba a la fertilidad. Y pasan las horas recreándonos los unos a los otros con las mismas historias inaplazables pero llenas de tantas variantes y aportaciones como contertulios y contertulias estamos tratando sobre las metáforas nocturnas de las tazas de café. Cierro mi Diario y me entrego al disfrute de la comunicación a través de los tiempos humanos. Me encanta el fútbol, la Cibeles, la filosofía de Blumemberg y Nietzsche, esas realidades que presentaba Aristóteles y sobre todo una noche como ésta en que toda la tertulia se llena de manchas de metáforas de café para la vida...
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