G
 
Gusto te sobra, señora, para ser galante
en este saco exótico de anzuelos alfabéticos,
donde todas las letras toman parte
como ejércitos furiosos de múltiples grafías.
 
Eres la séptima y también la quinta dama
en el orden absurdo que nos da el abecedario,
y bien sabemos el sentido hermético
que tales sitios tienen en las simbologías.
 
No se ganan las guerras sin tu venia,
ni escapamos fácilmente de tus garras sibilinas
en la palestra del robo y de los crímenes.
 
Observamos igualmente los oscuros gabinetes
de ministros cretinos en gobiernos obtusos,
y banqueros poderosos
con su panza redonda y bien pagada.
 
Tú género (o sea el sexo en las palabras)
provoca en todas partes ceremonias y extravíos
cuando danzan los amantes con sus piernas en el aire.
 
Genuina, pero falaz como la hipocresía,
la trampa, el dolo, la mentira y las falsificaciones,
no tienes más remedio que ganar adeptos
en las extravagancias de las genealogías.
 
Los gnomos cuando esconden su riqueza,
huyendo de los grifos con cuerpo de león,
orejas de caballo, cabeza y alas de águila,
sin contar la roja cresta y aletas pisciformes,
se acogen junto a ti buscando protección,
y gritan exultantes: ¡Señora, muchas gracias!