Del libro "Abecedario poético"
Publicado en May 13, 2010
H
¿Muda tú que vociferas ¡Hola! con todos tus pulmones y amplio pecho? ¡No lo creo! Quizás un poco silenciosa, sí. No importan las torturas que suframos por tu ausencia, mientras gritamos ¡Ay!; eres guapa, legendaria y esquiva cuando posas desnuda para fotografías. A veces, aspirada, complicas más las cosas junto a tu prima F que presta su fonema tras las duras batallas de la caballería, si regresamos sanos de desfacer entuertos. Nos desestabilizas con actos quijotescos de condición ambigua, y no sabemos qué es mejor: si decir yo jalo, tú jalas, él jala, nosotros jalamos, vosotros jaláis, ellos jalan. O, yo halo, tú halas, él hala, nosotros halamos, vosotros haláis, ellos halan, según el país donde te encuentres. ¿Y qué puedes decirme de tu estructura ósea, o sea de hueso?... ¿De tu forma, no oval, que tiene huevo?... ¿De tu orfandad, aunque no huérfana?... ¿De tu gran oquedad que forma huecos?... Tanta incongruencia no la entiendo, ni siquiera cuando bailas con el dígrafo CH. Sé que vienes de lejos, desde el antiguo hebreo con tu grafía heth, que en términos sencillos significa cerrado. También en tu cintura luces barra de acero que te hace invulnerable frente a los enemigos, y no te desintegras como cualquier poeta. Recibe pues mi canto de humilde heraldo viejo, para que vivas bella por muchísimos años. Aquí dejo el poema que intenté para ti; perdona que no alcance a realizar mi sueño.
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NATURAL