Mi vida se pacta
en fantasías
de alto voltaje.
Si fijo mi vista,
está dirigida
a un punto
entre el espacio 
que me contiene
y el camino liso e inmóvil
que transito 
con pasos silenciosos,
descalzos en el fango,
descansando invisible
en cautivantes sueños,
adonde sería más facil llegar
y teñirme con los colores
de la frivolidad,
sosteniendo la risa y la ironía
como caldos corrientes
de los que puedo prescindir,
si es que así lo decido,
o moldear mi paisaje de regreso
a un  mullido colchón
de sueños ensoñados
que laven 
lo endiabladamente loco y ficticio
que dejé en el camino,
sostenerme en los soportes
de ese arrullo 
y soñar con fábulas, que no son tales
si es que mi propósito de alcanzarlas
es vehemente y febril.
Soñar despierta
bañada en metáforas
y contemplar como la luna
se explaya al alba
y besa apasionada
su último beso enamorado.
Despabilando mi espíritu
al abrigo de la meditación
adonde mi inspiración
reposa embriagada
su apasionada fascinación.