Coraje
Publicado en May 24, 2010
Me persiguieron miles de miedos y, aún así, llegué hasta aquí. Me amenazaron todo tipo de temores y, sin embargo, no me paralicé. Me borró la visión el pánico y, todavía llorando, encontré el camino. Creo que en eso radica la valentía: animarse sin la seguridad de que todo va a salir bien...
Supe de noches frías y, sin que se congelase mi sangre, pude seguir soñando. Añoré el contacto del amor y, sin perseguir al que partió, recuperé la plenitud. Ví en mi espejo una mujer sin atractivo y, con serenidad y madurez, volví a embellecerla. Creo que eso es femineidad: amar ser mujer, en espíritu y cuerpo, sin culpar al otro género por la soledad... Caí más de una vez y, aprendiendo de los tropiezos, me responsabilicé por mi pasado. Conocí la pobreza de lo material y, palpando la riqueza de las almas, construí este presente. Me laceró el fracaso y, abandonando luchas sin sentido, me devolví un futuro. Creo que eso se llama esperanza: poder aguardar lo bueno sin la ansiedad que confunde realismo con resignación... Me tentó la facilidad deshonesta y, asegurando el descanso, elegí mis principios. Pude tener más de muchas cosas y, apreciando la legitimidad, me conformó lo obtenido. Ví las ventajas de los otros y, revalorizando el mérito propio, preferí merecer lo que recibía. Creo que esa es la esencia de los valores: seguir creciendo sin alimentarse del prójimo... Quise morir más de mil veces y, escuchando sus risas, me reencontré con la vida. Desfallecí por el cansancio y, corriendo ante su llamado, logré seguir andando. Me desmoronó la tristeza y, admirando sus carcajadas, me llené de alegría. Creo que eso define a mis hijos: la razón de mi existencia, el nutriente de mi felicidad...
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