Dirías acaso que no es importante o algo trivial, pero yo sólo quiero poder sentarme cada tarde en tu terraza. Beber hasta emborracharme. Deleitarme con esas deliciosas salsas que me obligas a untar en estas pequeñas y cuadraditas galletas, para sonreírte al ver mi rostro sorprendido por el sabor que se resbala por mi lengua. Para dejarme claro qué gran satisfacción me llena al mirarte y admirarte. Busco la palabra exacta para decirte cuánto te amo. Cuánto te amo y desespero porque no se lo cuentes a él. Ni tampoco a ella. Me he paseado por entre placer y emoción durante esas noches en que no logro conciliar el sueño, y si lo logro conciliar, me paseo durante horas, por entre placer y emoción. La misma emoción que se revuelca entre medio de mi estómago cuando te acercas y me abrazas. La misma que me enloquece cuando te miro por entre la rendija de la puerta que casi cierras y no lo haces, para que te mire y sufra. Lamento no ser quien quieres. No ser tampoco quien yo quisiera para tenerte entre mis brazos y no soltarte. No ser quien no te  dejaría ir a su lado. Así es. No lo soy, nunca lo seré. Nunca podré darte, ni ofrecerte, ni colmarte como él. Mas ya no siento ese calor que me hacía perder la cabeza, que se me metía a la fuerza por el pecho, en donde parecía explotar y reventarme, para después subir por mis mejillas y teñirlas de malva, después de rojo y algo violeta en ocasiones. Ese maldito calor que parecía quemarme por dentro haciendo que me retorciera de vez en cuando, tratando de hacerlo parecer nada más que un tic en mi mentón. Bebo otra vez, para mantener la borrachera, la que me deja a veces algo inconsciente, indiferente y sin dolor. No quisieras en algún minuto saberlo? Lo que es a mí, me matan los deseos de decirte, de contarte, de mostrarte, de explicarte. Sé que nunca entenderás. No perderé la paciencia, ni la conciencia menos aún. Miento para no herirte, miento para no perderte, miento para no dejar de ser quien soy. Porque no quiero ser algo menos que lo que hoy soy para ti. Porque no quiero dejar de sentarme cada tarde en tu terraza…