UN AMOR CON OLOR A DURAZNO
Publicado en May 29, 2010
El día estaba claro e intenso. El calor fluía como un vaho soporífero de serpiente. La brisa golpeaba ligeramente las ramas del almendro, donde algunos pasajeros se cobijaban del fogoso sol del mediodía. José Matías centrado en la lectura dominical hojeaba el periódico Meridiano deportivo. Sus sentidos estaban perdidamente enfocados en la última página, donde una hermosa trigueña hacía gala de sus cuantiosos atributos naturales, aguantados por un diminuto traje de baño.
_ ¡Hola! Escuchó, y volteo lentamente dejando parcialmente su alma embebida en la imagen de papel, cuya mirada, cautivadora, lo perseguía desde la última página. Lo que vio ahora lo hizo parpadear. "¡Diosito de donde salió este ángel!" susurro. Su perfil lo absorbió totalmente, enfocando ahora, todos sus sentidos en ella. Inmediatamente soltó el periódico, deslizándose el matutino entre los tubos de hierro del banco, cayendo al suelo. La chica tenía una sonrisa especial en sus labios anacarados, color durazno. Sus ojos brillaban y resplandecían, al tanto que sus pestañas largas y negritas, se agitaban varias veces por segundos, como si fuera un colibrí montañero. Sus palabras esparcían la fragancia del brillo labial, con sabor y olor al melocotón maduro, despertando su conciencia enamorada y sensual. Percibió las esencias que manaban de su cuerpo, como una impetuosa fusión de flor de naranjo, gardenias y sándalo, que se vaporizaban con la transpiración de su piel. Una sensación agradable invadió su cuerpo y su alma, cuando sintió el rocé de su mano. _ ¡Hola! le respondió turbadamente. En seguida le asaltó una esperanza de querer estar al lado de aquella hermosa mujer. De besarla y embeberse del néctar oloroso de la fruta que cubría aquellos carnosos labios. De acariciar su pelo, tenerla entre sus brazos. ¿Quién era? Se preguntaba. Su cara le era familiar, pero los segundos pasaban y no la podía ubicar en su memoria ¿dónde la he visto? _Josecito ¿ya te graduaste? Ahora era el quien pestañaba. Buscaba nuevamente en su memoria aquella voz, aquella sonrisa que levemente le traía recuerdos ¿Quién es?, se preguntaba una y otra vez sin respuestas. Me conoce ¿de dónde, desde cuándo? "Josecito, que cosas las de esta muchacha" murmuró en silencio. Mientras respondía "¡Sí!". Con voz entrecortada por la emoción y la incertidumbre. _ ¡Mi primer amor! Exclamó, susurrándole las palabras al oído, con una sonrisa picaresca. Su pelo danzaba al ritmo del viento que soplaba en su cara. Sus pupilas ensancharon, como queriendo atrapar los sentidos de José Matías que se intensificaban, brotando emociones a flor de piel. Ahora su memoria le traía recuerdos que asomaban a sus ojos. Aquella sonrisa, aquella mirada. Solo ella podía tenerlas. _ Na...ta...ly Su boca dijo su nombre, como queriendo no equivocarse. Dejando discurrir las silabas lentamente. Ella abrió sus ojos de par en par y su sonrisa, ahora, era una risa que le contagiaba. Al ver la emoción que la embargaba José Matías se sintió un ruiseñor, con el alma enamorada. Las palabras surgieron atándose al amor que estaba en el aire. Se olvidaron del entorno y entretejieron un puente entre los dos. A través de el marchó, y encontró un camino con exuberantes flores silvestres en medio de una arboleda, avanzó hasta llegar a una calle que reconoció de inmediato. Allí estaba ella, una chiquilla quizás de once años pegada a la tela metálica que cercaba el frente de su casa. Ahora que lo recordaba, siempre estaba ahí como esperándolo al mediodía, para correr y agarrase de la tela metálica pronunciando su nombre. El rumbo al liceo, cargado de libros y cuadernos, le regalaba una sonrisa y un "hola mi niña". De pronto las imágenes se disgregaron fugazmente, y escucho una voz, llamándolo por su nombre. _ ¡Josecito! vamos que está saliendo el transporte. Lo tomó de la mano y lo condujo a la buseta, que iniciaba lentamente la marcha. El transporte se detuvo, mientras él continuaba soñando despierto en un dialogo con su conciencia. "Como pasa el tiempo y como esta mucosita se convirtió en esta hermosa mujer" solo atinó a pensar. Ella que creció solo pensando en él, montó un pie sobre el estribo de la buseta, y luego giro lentamente susurrándole en la cara. _ ¿tienes novia? Turbado por la emoción le robó un beso ligero, suave, dócil como el viento que acariciaba su pelo. Su respiración entrecortada, se agitaba ruidosamente por un tropel de caballos que galopaban libremente en su corazón. Las mariposas revoleteaban vigorosamente en su estómago, llevándolo a un éxtasis profundo, donde el olor y sabor a durazno de aquellos carnosos labios se impregnaba en los suyos. Mientras sentía su mano enérgica y tierna, entrelazarse fuertemente a sus dedos. _ ¡vamos! le dijo. Algunos pasajeros reían y se contagiaban de la escena amorosa. La buseta emprendió la marcha, dejando una cortina de humo atrás. El colector coloco un CD de música romántica a petición de unas jovencitas universitarias. "Tengo", una canción de Franco de Vita, lleno la estancia de melodía. José Matías, risueño y desorientado, tarareaba la canción al tanto que seguía al amor que lo había estado esperando hacia tantos años.......
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Daniel Florentino Lpez
Me trae recuerdos de
la adolescencia
Felicitaciones!
Un abrazo
Daniel