De oro y plata (Relato) (5)
Publicado en May 29, 2010
El Torero de Plata camina por las calles de Sevilla, en completo silencio, sin darle ninguna importancia al cruel silencio acusador con el que todo el público asistente en la Plaza de la Real Maestranza, la llamada Catedral de la Fiesta Taurina, le ha despedido. No le importa. Sus pensamientos están ya muy fuera de allí y sólo camina son su sonrisa bohemia porque tiene la concienca tranquila. Lo único que ha hecho, tanto si se lo agradecen como si no se lo agradecen, ha sido salvar de la muerte segura al Torero de Oro. En ese sentido no le da ninguna importancia ni a ese hecho ni a las clasificaciones en el Escalafón Taurino que fabrican los famosos críticos del Arte según su propio capricho (normalmente seres frustrados porque fueron incapaces de arriesgarse a torear) y según los caprichos de damas antojadizas como la tal Doña Esmeralda, que hoy sitúan a un torero en todo lo alto del Escalafón y al día siguiente lo sustituyen, sin ninguna compasión, por otro que se les antoje. ¿Y qué le importa al Torero de Plata todo eso de los Escalafones, los apéndices cortados, sean orejas o rabos, y las críticas de los criticones del tendido número 7?. A él sólo le importa un objetivo: llegar hasta la Estación Ferroviaria de Santa Justa, en Sevilla, para subir al AVE y llegar hasta la ciudad que tiene clavada en su corazón y que es la capital de España, Madrid, en donde le espera anhelante su linda y bella esposa. ¿Qué podía hacer él por el Torero de Oro que ha resultado ser un ídolo más de pies de barro?.
Las calles sevillanas, en plena Feria de Abril, están repletas de gentes que colman las casetas y atracciones instaladas en el recinto ferial del Barrio de los Remedios mientras él pensando: "¿Tendrá esta cuestión de los Escalafones realizados según los intereses de empresarios, ganaderos y demás gentes del toreo, algún remedio?. No sabe la respuesta ni la está intentando responder. Sólo la piensa en silencio y sigue caminando. Paz en los mercadillos. Paz en la Feria. Paz en el interior del corazón de El Torero de Plata que ya no viste traje de torero porque prefiere ser sólo persona humana y anónima en todo este carrusel de la Feria de las Vanidades. Tiene como objetivo fijo y continuo llegar a la Estación de Santa Justa... pero no le importa el tiempo porque sabe que va a llegar a tiempo. No mira ningún reloj. Sólo va mirando a los ojos de todas aquellas personas que se le cruzan en su caminar y que no saben en realidad quién es. Hay policías aduaneros que vigilan a los mercaderes. Y recuerda el pasaje bíblico en que Jesucristo tuvo que ponerse serio y derribar toda aquella basura de mercaderes y mercaderías en que habían convertido el Templo de su Padre. Un trío de típicos veteranos sevillanos están formando un corrillo singular mientras charlan sobre curiosidades de la Feria. Son los populares personajes conocidos en Sevilla como Pepe Luis, Carlitos y Andresín o "El Trío de las Memorietas" y El Torero de Plata se detiene al lado de ellos, guarda silencio y escucha mientras enciende un cigarrillo... - ¿Sabéis que esta Feria se celebra gracias a las ideas que presentaron, el 25 de agosto de 1846, un catalán llamado Narciso Bonaplata y un vasco llamado José María de Ybarra? -dice serenamente Pepe Luis. - Pero... ¿qué estás diciendo, Pepe Luis?. ¿Es posible que un catalán y un vasco fueron los que idearon la Feria de Sevilla? -le pregunta, asombrado, Carlitos. - !Cómo te lo estoy contando, Carlitos!. Cosas de España. Sólo son cosas de España.- Y alguno de vosotros dos ¿sabéis cuál fue la Reina de España que autorizó la celebración de las primeras Fiestas?.- !Isabel la Católica!. !Estoy segurísimo que fue Isabel la Católica! -responde inmediatamente el más joven de los tres viejos personajes, el llamado Andresín. - !Mira que eres bruto, Andresín!. !Vaya ignorancia la tuya!. !Eso te pasa por no leer otra cosa sino tonterías de Mortadelo y Filemón!. Fue muchísimos años después. La Reina de España que autorizó por primeras vez esta Feria de Sevilla fue nada más y nada menos que Isabel II de Borbón, la cual logró a través de una Ordenanza Real llamada la Pragmática Sanción, acabar con la Ley Sálica de carácter machista que tanto asaltaba los derechos de las mujeres a gobernar cuando en buena ley eran las primogénitas y por eso legítimas sucesoras y que, por tal motivo, suscitó la envidia y el rencor de Carlos el tradicionalista y absolutista, que podemos decir que eran los fascistas de aquella época haciendo una comparación histórica, apoyado por sus seguidores que tomaron como apelativo "los carlistas"; o sea, los fascitas de aquella época además de machistas. ¿Te has enterado ya brutito?. - Pues tú que te crees que sabes tanto porque has leído dos o tres libros de Historia nada más... ¿sabes en qué lugar se celebró la Primera Feria de la ciudad de Sevilla que entonces era meramente ganadera? -le increpa Pepe Luis.- !Por supuesto que lo sé!. !Fue en lo que es hoy la actual Estación Ferroviaria de Santa Justa!.- !Pues tú también eres un poco brutito porque no tienes ni idea!. Fue en lo que se llamaba el Prado de San Sebastián, que entonces estaba situado en las afueras de la ciudad y que hoy es un lugar tan céntrico de Sevilla que, !mira lo que son las paradojas de la ignorancia!, es este mismo lugar en que estamos charlando amistosamente los tres. El que suelta ahora una tremenda carcajada es Andresín mientras El Torero de Plata sonríe ligeramente y sigue su camino hacia su objetivo sin que "El Trío de las Memorietas" sepan quién es realmente. Como tampoco lo sabe el gran matador Curro Romero, el que por primera se quitó el sombrero ante otro torero, que está siguiendo los pasos al Torero de Plata por ver si se atreve a preguntarle quién es, de dónde viene, a dónde va o tan siquiera mirarle de frente a los ojos. En realidad, aquella ya vencida tarde de toros de la Feria de Abril, en la Real Maestranza de Sevilla, la llamada Catedral de la Fiesta Taurina, sólo hubo tres personas que admiraron con total sinceridad al Torero de Plata o al menos eso cree él: el ya fallecido profesor Don Florencio, la guapa chavala madrileña llamada Mercedes y el propio Curro Romero. Pero... ¿hubo alguien más que admiró verdaderamente aquella tarde magistral en la que El Torero de Plata demostró a todos que no tennía por qué matar con la espada al mihura "Molinos" y que tampoco el mihura "Molinos" tenía por qué matarle a él con el simple hecho de acariciarle suavemente, desclavarle las banderillas que le estaban produciendo aquel intenso dolor y limpiarle la sangre con aquella capa o franela de color rojo grana?. Sí. Hubo un cuarto y verdadero admirador, aquella inolvidable tarde, de la despedida al Torero de Plata. Fue el más humilde de todos. El hombre que limpia todas las tardes la arena del coso, el monosabio sencillo que recogió aquella capa llena de sangre de toro bravo y valiente y se la llevó a su casa como recuerdo inolvidable del enigmático Torero de Plata que había venido de la otra parte del mar pero que era un puro español retornado. Entre el regocijo general de los visitantes foráneos y autóctonos, vendedores, juerguistas, curiosos, artistas y famosos, sigue caminando, en completo silencio y con su sonrisa bohemia aquel Torero de Plata al cual todos confunden con un extranjero con ganas de participar de la Fiesta. Pero El Torero de Plata sólo tiene en su pensamiento un objetivo: llegar a la Estación Ferroviaria de Santa Justa para tomar el AVE que le conduzca a la ciudad que lleva en su corazón y que es Madrid, la capital de España, donde le está esperando ya anhelante su joven y bellísima esposa junto a sus dos bellísimas hijas. Así que, en medio de todo aquel jaleo de fiesta y jolgorio, él sigue adelante en completo silencio. Miles de bombillas empiezan a encenderse, ahora que ya ha quedado vencida la tarde, para iluminar el ambiente cuando aparecen, en el cielo azul sevillano, la luna y las primeras estrellas. Hay un olor a "pescaíto" frito y los parroquianos de las casetas toman vino fino y manzanilla. Hay multitud de farolillos venecianos de color verde, blanco y rojo. Un trío de colores que penetra en la memoria del Torero de Plata. Para él los farolillos de color verde son una eternidad de esperanzador futuro; los farolillos de color blanco son una eternidad de amor noble y los farolillos de color rojo son una eternidad de vida sin muerte... mientras el gran torero Curro Romero, considerado por muchos españoles como el mejor de la historia, le sigue a cierta distancia sin atreverse a acercarse a preguntarle quién es, de dónde viene y hacia dónde va y sin atreverse, siquiera, a mirarle de frente a los ojos. !No se arrepiente para nada, él, el considerado por muchos el mejor torero de la historia, haberse quitado el sombrero esta tarde ya vencida, admirando la extraordinaria valentía y faena artística que ha sabido culminar El Torero de Plata!. Tras unos momentos de indecisión decide marcharse a su casa mientras El Torero de Plata ha decidido, por su cuenta y libremente, entar a darse un pequeño descanso porque aparecen algunos síntomas de cansancio. Y entra en el pequeñisimo bar "Blanco Cerrillo", en la calle José de Velilla, a tomar un café con leche. Dentro del pequeño bar sólo hay otros dos tipos populares también ya entraditos en años. Son Miguelete (apodado "El Ángel") y Chema (apodada "El Parra"). El primero es fanático del fútbol; mientras que el segundo es fanático de la música clásica. Ninguno de los dos habla para nada de política ni de religión. Pasan del tema y se conforman siempre con comentarse temas superficiales pero curiosos a la vez. Han visto entrar al Torero de Plata pero no saben en realidad quién es. Así que siguen, despreocupados, su singular charla apoyados en la barra del bar... mientra El Torero de Plata, por lo pequeño que es éste bar, se tiene que sentar a su lado y escucha la conversación de manera no intencionada sino que la cercanía a ellos le impide dejar de escuchar. Él sabe que la palabra feria deriva del latín "feriae" pues posee una extensa cultura y que la Feria de Sevilla se inició para festejar a los dioses romanos. Pero él tampoco desea hablar con nadie de política ni de religión pues no pertenece a ningún Partido Político ni a ninguna especie de religión o filosofía religiosa sea cual sea . Así que, en completo silencio, empieza a beber su café con leche pensando sólo en Ella, en su amada esposa, y cómo no, en El Espíritu Santo que lleva en el interior de su alma, Jesucristo que es su único Maestro para andar por la vida y el Dios Padre que tanto le ha dado en el pasado y que tanto le tiene prometido dar para el futuro. Y él sabe que Dios no es deudor de nadie y que Jesucristo dice "pídeme de corazón y te daré en abundancia". Por eso sólo tiene, al igual que su bellísima y joven esposa, Sueños Grandes pues es otra cosa de las que habla continuamente Jesucristo a quienes libremente desean hablar con Él de corazón a corazón. - En los primeros tiempos de la feria, al estar relacionada con la venta de ganado, lo que se calificaba de caseta era el equivalente a un establo -le comenta Miguelete "El Ángel" a Chema "El Parra".- Efectivamente Miguelete y en 1849 el Ayuntamiento comenzó a montar las casetas en forma de tienda de campaña con la intención de vigilar y mantener el orden público.- Chema... ¿no recuerdas tú haber leído algo sobre una época en la cual cada cual adornaba su caseta a su antojo, según sus caprichos personales y aparecieron muchas de formas morunas, circulaes y militares entre otras?- !Claro que lo recuerdo, Miguelete!. La unidad total sólo se consigúió en el año 1983 gracias al pintor Gustavo Bacarisas.- A mí lo que más me llama la atención, son esos dibujos y motivos barrocos tradicionales o regionales con el nombre de cada caseta.- Pues a mí lo que más me llama la atención son esas barandillas que sirven de "terraza" al mismo tiempo. El Torero de Plata ya ha terminado su café con leche y se despide dando las buenas noches. Es entonces cuando Miguelete y Chema se fijan en él mientras le ven perderse entre los callejones angostos del casco antiguo de la ciudad de Sevilla sin darse cuenta de quién es en realidad. - Es curioso, Chema, yo sé distinguir la identidad nacional de cualquier extranjero que pasa por aquí... pero de éste no sé si decir si es inglés, estadounidense, australiano o incluso alemán o sueco.- Y sin embargo su rostro me recuerda a alguien... pero mi memoria no acierta a saberlo. Si. Debe ser sólo un extanjero más. El Torero de Plata ya se marcha, directo, hacia la Estación Ferroviaria de Santa Justa. En realidad, esta tarde ya vencida, no sólo cuatro personas han reconocido y admirado la valentía y el verdadero Arte del Torero de Plata: el ya fallecido profesor Don Florencio, la chavala guapísima Mercedes que obtuvo su autógrafo, el genial Curro Romero... y el humilde y sencillo monosabio que riega la arena del coso entre toro y toro y que es quien ha recogido del suelo la capa rojo grana de El Torero de Plata y se la ha llevado a casa como si de un trofeo lujoso se tratara. Es, para él, algo más que eso porque siempre le recordará a aquel Torero enigmático venido de más allá del mar para dar una verdadera lección de valor y autoestima torera y artística a la vez. Pasean las lindas sevillanas, mientras tanto, en sus bellos caballos andaluces multicolormente adornados o en hermosos carruajes acompañadas de sus correspondientes caballeros. Y El Torero de Plata solo sonríe con su gesto bohemio a algunas de ellas que le lanzan algún sencillo piropo por su especial manera de andar, mirar y, sobre todo, seguir sonriendo... mientras en algún callejón de la ciudad una joven mujer está cantando: "Arenal de Sevilla y olé Torre del Oro donde las sevillanas juegan al toro". La Estación de ferrocarril de Santa Justa es la mayor estación ferroviaria de Sevilla, la tercera de España, por tráfico nacional de pasajeros, después de la de Atocha en Madrid y Sants en Barcelona. Cuenta con paradas de autobús y taxis que facilitan el acceso a los viajeros a cualquier punto de la ciudad. Está situada en uno de los principales accesos a Sevilla, la avenida de Kansas City. Al llegar allí, la imaginación de El Torero de Plata le convierte, ahora, en un verdadero "cow-boy" del Lejano Oeste. Cosas de la imaginación de este su singular pensamiento; mientras en su domicilio, muy cerca de allí, Nandito "El Merenguito" ha permanecido toda la tarde y toda la noche nervioso y mordiéndose las uñas, como es fea costumbre en él, porque tiene un doble miedo dentro de su cuerpo: el primero es que no quiere por nada del mundo que su esposa se entere que ha estado en la Real Maestranza de Sevilla con la Señorita Mora y, sobre todo, el segundo que es porque sabe ya a ciencia cierta de que esta tarde El Torero de Plata, de haber sido El Torero de Oro, le hubiese roto de un guantazo todos los dientes. Pero El Torero de Plata está muy lejos de pensar en eso... porque su pensamiento ya está muy lejos de alli y lo único que hace es ir deprisa hasta la ventanilla de Despacho de Billetes. - Por favor, un billete para el primer tren AVE que vaya con destino a Madrid. - En seguida, caballero, ahora mismo se lo despacho, pero todavía queda un cuarto de hora para que salga el próximo AVE con destino a Madrid. Entonces el que despacha los billetes desde el otro lado de la ventanilla levanta la vista y reconcoe al Torero de Plata. - ¿No se acuerda de mí, caballero? -le dice.- Pues no. No sé quién es usted. - Yo soy aquel jovenzuelo que le vio realizar aquella obra de Arte en el coso taurino de Quito. Soy ecuatoriano. ¿De verdad no se acuerda de mí?.- De verdad que no. - He tenido que venir a España porque en Ecuador me estaba muriendo de hambre pero eso no es lo más importante ahora. Lo más importante ahora es decirle que usted me salvó la vida aquella noche y además me enseñó la verdad de quién es Jesucristo además de otras cosas de menor importancia.- Sí. Lo recuerdo. Pero no me acuerdo de su rostro. Ahora, por favor, despácheme el billete que tengo prisa...-constesta El Torero de Plata con una de sus sinceras sonrisas. El emigrante ecuatoriano le despacha el billete. - No tenga prisa. Todavía quedan diez minutos. - ¿Pero se puede subir ya al tren?.- Desde luego que sí. Puede usted subir o esperar sentado en una de estas cómodas butacas.- Prefiero no descansar y subir al tren. Entonces es cuando El Torero de Plata mira el billete. Es el vagón número 8 y el asiento número 8. Sabe que ese es el número que le viene a la memoria continuamente pero guarda silencio. Y en silencio sube al tren y busca el vagón número 8 hasta que encuentra el asiento número 8 y se sienta en él. !De repente llega una joven chavala guapísima, que es madrileña, y se sienta en el asiento número 9, justo a su lado. - !Hola, extranjero!. ¿Cómo te llamas?.- Mi nombre no tiene ninguna imprtancia... pero puedes llamarme cheli... Ella se da cuenta de que o es madrileño castizo o se ha criado como madrileño castizo. El Torero de Plata observa que ella lleva un cuaderno con las pastas azules y tiene ganas de pedirle una hoja para escribir algo para poder entretenerse... pero la timidez le vence una vez más y no se atreve... - ¿De Madrid?.- Sí.- Yo me llamo Amparo y soy también madrileña. Te he visto torear esta tarde en la Real Maestranza de Sevilla, la Catedral del Mundo Taurino, !qué feliz circunstancia!. El Torero de Plata por fin rompe con su timidez. - ¿Me puedes regalar una hoja de tu cuaderno?.- ¿Quieres dos?.- No. Con una sola me sirve y me basta -y suelta una sonrisa porque está recordando a su bellísima y joven esposa sin que Amparo se dé cuenta de cuál es el transfondo de aquella frase. Y es que El Torero de Plata a veces habla asi, no por maldad ni por crear ningún malentendido sino por todo lo contrario, por bondad y para que no haya malos entendidos. El caso es que la guapa madrileña Amparo corta una hoja de su cuaderno y se la regala. El Torero de Plata ya no dice nada más. Se entretiene en escribir un poema mientras ella, viendo que ya no va a sacarle conversación alguna, se pone a dibujar, en su cuaderno la carta del As de Corazones de la baraja de póker. El Torero de Plata está escribiendo. De Barcelona a Sevilla va mi caballova mi caballoy mientras él trota alegreyo sueño y calloyo sueño y callo. Trota caballo míopero despaciopero despaciopues quiero ver al Guadianade espejo clarode espejo claro. Que en la Torre del Orome está esperandome está esperandoun Caballero hispanoque es de Santiago que es de Santiago. De Barcelona a Sevilla va mi caballova mi caballoy mientras él trota alegreyo sueño y calloyo sueño y callo. Trota caballo mío pero despaciopero despaciopues quiero ver al Guadianade espejo claro de espejo claro. En la Torre del Oroya está esperandoya está esperandomi Caballero leonésque es de Santiago que es de Santiago. La guapisima madrileña observa y lee disimuladamente el poema todo entero. - ¿De verdad que vas para Madrid?. Pero El Torero de Plata ya no responde porque se ha quedado dormido y soñando, mientras ellas piensa "cómo me gustaría a mí ser esa mujer" y se queda sin poder regalarle el As de Corazones a aquel simpático cheli que sólo duerme y está soñando. En la memoria del Torero de Plata ya sólo está el bellísimo rostro de su joven esposa mientras escucha la voz de Jesucristo: "Recuerda, recuerda, recuerda". Y la mente se le inunda del versículo bíblico Juan 5:30 "No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo, y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la voluntad de quien me envía, la del Padre". Su Espíritu se llena de Paz. Olvida para siempre el duro silencio con que le han despedido todos los asistentes en la ya vencida tarde de la Real Maestranza de Sevilla y duerme profundamente sin saber que había bastantes más seguidores y seguidoras de él de lo que él mismo estaba creyendo; mientras el AVE vuela hacia la ciudad de Madrid. En el cielo un par de palomas cruza por encima del tren y el viento es suave y silencioso pero parece como si estuviera diciendo un "Te Amo" profundo y sincero.
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