CESAR VALLEJO La Dialéctica del Héroe en “España aparta de mi este cáliz”.
Publicado en May 29, 2010
Testimonio trágico y heroico es este texto de Cesar Vallejo. Para muchos críticos y admiradores de su obra, esto versos son la cumbre de su poesía. Y ciertamente lo son en varios aspectos, sobrepasando largamente lo meramente estético. Otros no logran zafarse de los prejuicios ideológicos que genero una obra aparentemente dedicada por completo a la Guerra Civil Española, guerra que venia a poner en crisis todos los postulados “democráticos” de las potencias occidentales de la época; de una forma u otra muchas de ellas hicieron la vista gorda ante tamaña guerra fraticida. En el los republicanos españoles, en estricto rigor, se vieron enfrentados a la triada del fascismo europeo (Franco, Hitler y Mussolini). Se ha querido ver en estos textos un afán metafísico o proselitista, y sin desconocer el hecho de que fue militante comunista y el profundo conocimiento que alcanzo de la teorías marxistas, pensamos que esto jamás cambio ideológicamente su condición de peruano y mestizo[1].
A dos meses de su muerte Vallejo realiza las últimas revisiones, releyendo y reordenando completamente el poemario, realmente pareciera que se dispone a morir identificando así su vida con todos los voluntarios españoles. Como si su muerte fuera su arma, su acción concreta de solidaridad. Avanza Cesar en esta obra por la negación de si mismo, promoviendo el transito a una humanidad superior. “¡Solo al dejar de ser, Amor es fuerte! Y la tumba será una gran pupila, en cuyo fondo supervive y llora la angustia del amor, como en un cáliz de dulce eternidad y negra aurora.”[2] La muerte aparece claramente en los textos de ESP como un vehiculo de cambio ¿Qué muerte? ¿de quien? ¿De que?. A nuestro parecer, la muerte como una unidad ontologica, entre la que reina en España, esa muerte física del pueblo español, y la de ese ser que a través de la lucha busca nacer otra vez. Mata muriendo al mismo tiempo. Enfrenta la gravedad de los hechos, construyendo una nueva moral que debe enfrentarse a la necesidad de tener que asesinar al prójimo para llegar al ideal. España, entonces, es la madre que aparece apadrinando la posibilidad de unificar a los hombres por los absolutos del amor a la libertad, y paradojalmente, también de la muerte. Esa muerte que afecta no solo a los voluntarios republicanos, entre los cuales vallejo se considera uno más, sino también al bando contrario, en el fondo todo el pueblo español. “Proletario que mueres de universo, ¡en que frenética armonía acabara tu grandeza, tu miseria, tu vorágine impelente, tu violencia metódica, tu caos teórico y práctico, tu gana dantesca, españolisima, de amar, aunque sea a traición, a tu enemigo!” Toma este gran poema forma de evangelio, lleno de paráfrasis, analogías y metáforas del cristianismo que tanto arraigo llego a tener en su juventud, como puede apreciarse en sus textos no recogidos en libros[3] y aun en Los Heraldos Negros, en los cuales utiliza a menudo figuras del cristianismo para entregar su mensaje. Pero ciertamente se trata de una inversión, de un evangelio desprovisto de toda traza teológica. Después de todo, ya en sus lecturas juveniles, cuando vallejo recitaba a niesztche de memoria en las tertulias de Trujillo con el grupo “Norte”, sabia que dios había sido declarado muerto y el había constatado mas tarde, lo desarraigado de la idea occidental de dios en estas tierras, sobre todo para una cultura predominantemente indígena, en la “que hasta el paisaje asume un espacio gnóstico, generando sabiduría y conocimiento”.[4] Se busca el sujeto que encarne esta nueva teología: con el hombre en el centro, el hombre como uno solo, por sobre todo. Vallejo ha de sentirse encarnándolo, diríamos casi predestinado, su vida se encarna en un texto, en un libro, como un “arma al borde de su cintura” profundizando su experiencia de unidad absoluta consigo mismo y con los milicianos.[5] “Todos sudamos, el hombligo a cuestas, también sudaba de tristeza el muerto y un libro, yo lo vi sentidamente, un libro, atrás un libro, arriba un libro retoño del cadáver ex abrupto.” Así, el y esta novísima forma de dios, el nuevo dios como los voluntarios, luego los voluntarios y el entre ellos, dotándolos de la conciencia poética del acto, y entre todo la muerte y el nacer de ella, para llegar al otro “Jesús aun mejor de otra gran yema”. Aparece aquí la búsqueda de su unidad total, digamos, entre su ser real, militante, y esa subjetividad poética contradictoria que sin embargo adelanta una nueva moral. Es la búsqueda de una determinación de si mismo, el afán de conocer sus limites e ideas sobre ello (analogándolo luego a la sociedad en general), el descubrir hasta donde llega la ideología o mas bien hasta donde puede llegar.[6] En este sentido puede entenderse la densidad cualitativa de gran parte de su obra, Trilce por ejemplo, como la preparación del salto, el momento en el cual se descubre y asienta su ser, luego del cual ya se han abandonado los aspectos superficiales de su mirada sobre la existencia humana, resolviendo sus relaciones, encontrando lo valido, desechando toda atadura se vuelca al encuentro de su conexión orgánica con el mundo. Desde su mestizaje, su poesía se hace cosmopolita[7]. Resumiendo, creo que, en los términos planteados, vallejo buscaba – desde siempre – la conversión de esa “cosa en si” que el era, juntando su mestizaje y su obra como un aspecto mas de su mestizaje, en algo para los otros, pretendía convertir esta relación simbiótica que su ser representaba, en una verdadera develacion de una realidad cultural oculta durante siglos y los cánones morales que en ella se anidan, en una verdadera posibilidad de cambio social[8]. [1] Creemos que no hay mejor “traducción”, de la obra poética de Vallejo, que la mirada que se encuentra con su condición de mestizo. (ver: Jorge Guzmán Ch. Contra el Secreto Profesional. Lectura Mestiza de Cesar Vallejo. Edit. Universitaria. 1991). En particular Capitulo V pag. 120. [2] Sin embargo lo que a nosotros nos interesa aquí, mas allá de la relación entre la muerte, la tumba, la madre o la derrota india, por ejemplo, tópicos que según la interpretación mestiza a la que aludimos están siempre presentes en la obra Vallejiana, es el hecho tan tempranamente presente en sus textos de tener que reconocer la “muerte”, para ser quien se es. [3] Ver “Poesía Completa” edición de Antonio Merino. AKAL 1998 [4] en un sentido estético-ideológico acotado, el poemario podría interpretarse como un signo del rompimiento de Vallejo con el “simbolismo modernista” que le dio sus primeras armas. Recordemos que como tal “el Modernismo no dejo ser una “estética de contradicciones” formales, y sobre todo, ideológicas, ya que a pesar de su postura antiburguesa, los modernistas crearon un residuo aristocratizante muy arraigado en los valores señoriales, que llevaban al poeta a tener una actitud individualista y aristocrática” (Antonio Merino. Poesía Completa. pag. 13), la famosa “torre de marfil” del artista. [5] En “Contra el Secreto profesional” Vallejo escribiría: “¿es mejor decir “yo” o mejor decir el hombre como sujeto de la emoción – lírica y épica – desde luego, mas profundo y poético, es decir “yo” tomado naturalmente como símbolo de todos” [6]En una lectura que especulamos Vallejo debió hacer en Europa, Hegel nos indicaba que “los contrarios pueden y suelen ser idénticos, esto en la medida que se transforman unos en otros”. Que “un ser determinado o finito es un ser tal que se refiere a otro; es un contenido que se haya en una relación de necesidad con otro contenido o con todo el mundo” [7] Sin lugar a dudas se puede considerar el Grupo norte dirigido por Antenor Orrego en Trujillo, y posteriormente a Manuel González Prada, como los grandes incitadores de las ideas modernistas en C. V. de ese afán de salir del Perú hacia Europa, de donde manaba el Liberalismo y el Positivismo que los subyugaba. [8] “pero nuestra lectura aspira a incorporarlos al conjunto de la poesía de CV leída como lo que es: textos mestizos que terminaron incluyendo en su sistema semiótico la universalidad occidental, pero que permanecieron siempre vinculados al español del Perú serrano.” Jorge Guzmán en “contra el secreto profesional” pag. 122. op. Cit.
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