Vientos de guerra en la Pennsula de Corea
Publicado en May 31, 2009
Para nadie es sorpresa que los conflictos internacionales actuales están cruzados por la persistencia de una lógica confrontacional de larga data. El caso coreano no es la excepción. Luego de llegar al poder tras una lucha por la independencia contra el imperialismo japonés, los comunistas del norte se empeñaron de un modo legitimo por unificar la sufrida Península de Corea, ensangrentada por la oleada imperialista de un sistema capitalista que hizo del continente asiático su botín más predilecto.
Evidentemente, los revolucionarios con sus ansias de unidad desafiaron el poder de una nación que sin autoridad alguna -más que las que les otorgan sus sofisticadas armas, entre ellas la atómica- se emplazaron en la región, extendiendo su dominio más allá de lo que cualquier sujeto civilizado pudiese concebir. Como se puede apreciar, el conflicto de Corea no es nuevo, se remite a los albores de la Guerra Fría, en circunstancias en las que Estados Unidos estuvo a un paso de lanzar por tercera vez en la zona (¡por tercera vez!), una bomba nuclear, ordenada por el héroe de la Segunda Guerra Mundial el General Douglas MacArthur. En consecuencia, ¿no resulta hipócrita y desmemoriado este supuesto repudio mundial ante el lanzamiento de tres misiles de corto alcance tras su ensayo nuclear llevado a cabo por Corea del Norte?, más aún cuando fueron las misma naciones civilizadas que callaron en 1950 con el plan atómico de MacArthur, envalentonado con el exterminio de casi 200 mil vidas inocentes cinco años antes, en Hiroshima y Nagasaki, y que complacientemente apoyaron y se involucraron activamente en la invasión de la lejana Península de Corea para luchar contra los "rojos" y por la "libertad". Que aún hoy permanezcan en aquella lejana península destacamentos militares estadounidenses resulta indignante para cualquier ciudadano con una conciencia democrática medianamente desarrollada, ¿por qué motivo entonces la República Democrática de Corea tendrán que tolerar la persistente e histórica afrenta a su dignidad? PD: La proliferación atómica no constituye ninguna novedad, y sin embargo no se ha levantado tan difundida batahola.
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