A las seis y media... (Diario)
Publicado en Jun 04, 2010
A las seis y media de la hora del alba del día de hoy, 4 de junio de 2010, he salido a pasear por los alrededores de mi querida bohemia. Sigo siendo tan bohemio como siempre. Y una gran multitud de pajarillos atruenan el espacio con sus algres piares de agradecimento al Señor por haberles concedido un día más de vida. Un día más de vida son 24 horas de felicidad. Por eso están tan contentos los pajaritos. Y paseo, en silencio, recordando al pajarito moribundo que hace unos días enocntré agonizando ante la fuente de la vida. Si fue un animal el que lo hizo puede tener perdón pero si fue uno de esos que se llaman hombrecitos el que lo hizo, a parte de que de hombre no tiene nada, es sólo un animal (con perdón de los animales). El caso es que lo tomé entre mis calientes manos por ver si podía darle algo más de vida al agonizante pajarilllo. Y se la di. Y cerró sus ojitos en señal de agradecimiento. No pudimos hacer más por él. Suavemente le acaricié para darle la despedida, cerró sus ojitos y murió entre el calor de mis manos. No me sentí impotente. Había conseguido darle una muerte tranquila que era justo lo que necesitaba. Después, con mucha suavidad besé imaginariamente su cuerpo y lo dejé, también suavemente, dentro de la papelera. Y entre mis muchos papeles una sola lágrima afloró manchando una palabra escrita y que se llama, como siempre, Libertad. El pajarillo murió en Libertad y no comido por los buitres carroñeros que tanto abundan en el mundo actual. Por eso, en esta madruigada del alba del día 4 de junio de 2010, multitud de pajarillos están trinando mientra sigo paseando por mi bohemia antes de ponerme a trabajar. Ya es feliz el pajarillo. Ya es feliz mi corazón. Buenos días nos de Dios a todos nosotros y nosotras que creemos firmemente en Él. Y los demás que tengan también buenos días si es que Dios así lo quiere... porque ellos, los no creyentes, no dependen de nosotros sino directamen de un Dios que, a su manera, hace la justicia que tanto reclaman en lugar del Amor. Justicia habrá entonces, me dice Jesucristo. Y marcho hacia mi puesto de trabajo que es hoy el número 20, con la Fe puesta en que ya no me robarán ni un solo minuto de mi eterna literatura.
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