Más sobre los maoríes (Reportaje Periodístico)
Publicado en Jun 09, 2010
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La región del Océano Pacífico sobre la que se extiende el universo insular que recibe el nombre de Polinesia, comprende un inmenso triángulo geográfico- marítimo, cuyos vértices los constituyen al Norte (30 grado) las más septentrionales de las Hawaii (Islas Midwad); al Sur (48 grados), las costas meridionales de Nueva Zelanda (las islas de los maoríes) y al Este (110 grados), la isla de Pascua. Triángulo geográfico-marítimo éste que configura la Polinesia y que para conocidos tratadistas constituye una misma región antropológica con todas las islas de la denominada Micronesia (Marianas, Carolinas, Palaos, Marshall, Gilbert), pues contrariamente a lo que sucede en archipiélagos mucho más densos, como quizás pueda ser en  el Mediterráneo malayo-indonesio y la misma Melanesia, encontraremos en toda ella una etnia relativamente homogénea cuyos caracteres somáticos, al igual que lengua y cultura, varían muy poco de una etnia a otra.
El descubrimiento por Europa de Polinesia se inicia prácticamente a mediados del Siglo XVI con el descubrimiento de las hoy llamadas islas Hawaii en 1542 por el general español López Villalobos, cuando navegaba rumbo a las Molucas (actualmente integradas en la Repúbilca de Indonesia), llevando como piloto a Juan de Gaytán.
Hagamos un paréntesis en la exposición del tema para saber quiénes fueron estos dos navegantes españoles. Ruy López de Villalobos (Málaga, España, 1500 - Isla Ambon, 1544) fue un hidalgo que exploró las Filipinas y trató, sin éxito, de colonizarlas y establecer una ruta comercial viable con los territorios españoles en América. Es conocido porque fue su expedición la que dio nombre a las islas como "Filipinas" en honor de Felipe II de España, entonces príncipe, de quien toman su denominación actual.
Los descubrimientos e intereses político-económicos de los imperios portugués y español les habían llevado a trazar un reparto de esferas de influencia de cara a exploraciones, conquistas y explotación económica de los territorios que iban viendo la luz en los mapas europeos. Este primer tratado se conoce como Tratado de Tordesillas (1494). Posteriormente, cuando el español Juan Sebastián Elcano dio la vuelta al mundo y demostró que la Tierra era redonda, los monarcas de ambos estados se vieron obligados a completar el reparto, ya que el Tratado de Tordesillas se basaba en la idea de un mundo plano. Este nuevo tratado, que completaba el anterior, fue el Tratado de Zaragoza (1529).
Sin embargo, la exploración de Juan Sebastián Elcano había dado lugar al hallazgo de nuevas tierras que Carlos V ambicionaba: las islas Filipinas. Este conjunto de islas no era aun conocido con este nombre, sino que Magallanes las había bautizado como "islas de Poniente" o "archipiélago de San Lázaro".
La posesión de una base territorial en esta zona era un suculento bocado comercial, ya que permitía acceder al comercio con China y Japón. Además, estaba el acceso a las especias (clavo, canela, pimienta ...), tremendamente cotizadas en la Europa del siglo XVI. Hemos de tener en cuenta que este comercio había sido hasta ese momento monopolio de los portugueses, que se habían enriquecido gracias a él.
El problema para Carlos V era que por el Tratado de Zaragoza, España había reconocido la esfera de influencia portuguesa y su posesión de las islas Molucas, grandes productoras de especias. Las Filipinas se encontraban en una situación límite en lo que al tratado respecta, por lo que se dieron severas instrucciónes a López de Villalobos para que se limitara a tratar de explorar y colonizar Filipinas evitando los territorios portugueses.
López de Villalobos fue comisionado por Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España, para encabezar una expedición hacia las Indias Orientales en busca de nuevas rutas comerciales. Partió la expedición del puerto mexicano de Barra de Navidad en 1542 a bordo de cuatro navíos.
En 1542, mientras exploraba nuevas rutas en el Océano Pacífico, Ruy López de Villalobos redescubrió la isla Inocentes en el Archipiélago de Revillagigedo, y la renombró como Anublada. Actualmente se la conoce como San Benedicto.
En 1543 descubrió la isla de Palau, que perteneció a España hasta 1899, cuando fue vendida a Alemania junto con el resto de las islas Carolinas.
En 1543 la flota tocó la costa sur de la isla de Luzón (Filipinas), donde fondearon por un corto tiempo. De allí partieron más al oriente hasta alcanzar las islas de Samar y Leyte (Filipinas) y las nombraron Las Islas Filipinas. A causa de la hostilidad de los nativos, el hambre y un navío que se arruinó por un accidente de navegación, la expedición fue obligada a abandonar los asentamientos que había levantado en las Filipinas y dar por terminado el viaje de exploración.
Buscaron refugio en las islas Molucas, que eran dominio portugués. Después de algunas escaramuzas fueron tomados presos, Villalobos murió preso en 1544 en la isla de Amboyna. El resto de la tripulación consiguió escapar y regresar a la Nueva España. Junto con él murieron en Amboyna otros trece españoles enfermos de una enfermedad tropical.
En su lecho de muerte fue atendido por el jesuíta Francisco de Jaso (San Francisco Javier) que se encontraba entonces en viaje de evangelización en las Molucas bajo la protección del Rey de Portugal, y como Nuncio del Papa en Asia.
En cuanto a Juan de Gaytán, que era exactamente Juan Gaitán Millán (6° abuelo de Leandro Cano Gracia) nació en Pozuelo y fue bautizado en la parroquia de San Juan Bautista el 31-III-1614. Casó con Andrea Delgado, conocida como "Andrea Chacón"), en Pozuelo, el 3-I-1641. Tuvieron por hijos a 1°) Bartolomé (3-IX-1642), 2ª) Isabel (6-X-1644), 3°) Juan (5-V-1647), 4°) Manuel (24-III-1652, que sigue), y 2°) Miguel (4-V-1655, que casó con Ana Fernández, viuda de Andrés Fernández, el 25-V-1689).
Fueron batizadas dichas islas entonces con el nombre de Islas del Rey. Olvidadas y no señaladas en las cartas náuticas, serían más tarde redescubiertas por el navegante inglés J. Cook (del cual no merece la pena hablar nada de él en este reportaje), quien las denominó Islas Sandwich. Por lo que respecta a Nueva Zelanda (tierra de los maoríes) fue al parecer descubieta en 1575 por el piloto marinero español Juan Fernández, el mismo que, posiblemente, descubrió la Isla de Pascua (Rapa-Nui), aunque de esta última no se tendrán noticias en Europa hasta poco después de 1722, año en el que el almirante holandés , Roggewen (del cual tampoco merece la pena hablar en este Reportaje) las daría dicho nombre por corresponder dicha fiesta móvil del santoral cristiano al 6 de abril de 1722, en que fue avistada.
Del que sí merece la pena hablar un poco de él es del valiente piloto marinero español Juan Fernández (Cartagena, España 1528/1530- Santiago de Chile 1599), marino español, descubridor del archipiélago de Juan Fernández. Junto a Hernando de Lamero y Juan Jufré, fueron los marinos que concernieron al Reyno de Chile.
Fue capitán y piloto mayor. Bordeó las costas occidentales de América del Sur. Descubrió las islas de San Félix y San Ambrosio y el archipiélago Juan Fernández entre 1563 y 1574.
Descubre una vía más rápida náutica hacia el Sur. Navegando más alejado de la costa encontró una nueva ruta marítima que evitaba la corriente de Humboldt (1583), con lo cual se acortaban los tiempos de viaje de la ruta norte-sur entre el Callao (Perú) y Valparaíso (Chile), siendo el tiempo total del trayecto 30 días en vez de seis meses. En 1564, después de más de tres lustros de experiencia en la Callao-Valparaíso-Callao, logró destacarse al alcanzar el récord ya mencionado, aparte de haber avistado el archipiélago que luego lo inmortalizaría, el 22 de noviembre del mencionado año, desde una distancia de 10 millas marinas y en circunstancias que servía como maestre del navío "Nuestra Señora de los Remedios".
El probable viaje de Juan Jufré y Juan Fernández a la Oceanía, ocasión en la cual habrían descubierto Nueva Zelanda (la tierra de los maoríes) para España a fines de 1576, se basa también en un documento que presentó a Felipe III el licenciado Juan Luis de Arias, alrededor del año 1615, proponiendo conquistar las tierras que había descubierto el piloto Juan Fernández, luego de haber navegado durante un mes desde las costas de Chile hacia el oeste, habiendo sido el mismo que antes había reducido a sólo 30 días de viaje la navegación entre Lima y la costa central de Chile.
En cuanto a las referencias de las mencionadas tierras descubiertas por Juan Fernández, se hace saber que de acuerdo al relato existente se trataba de un suelo montañoso, fértil y poblado por gente blanca (Nueva Zelanda y los maoríes), de ríos caudalosos y que contaban con todos los frutos necesarios para subsistir.
Historiadores extranjeros de conocido prestigio, como Dalrymple y Burney entre otros, indican que Juan Fernández fue el descubridor de Nueva Zelanda y distintos europeos creen que incluso visitó Australia, basándose en el documento de Arias y las descripciones del terreno y de los ríos, aparte que indican el año de 1576 como fecha de la expedición, lo cual es coincidente. Sin embargo, gracias al historiador José Toribio Medina se tuvo un conocimiento más cabal sobre el grado de certeza de esta épica expedición y fue así como llegó a tener en sus manos una carta de Rodrigo de Quiroga, Gobernador de Chile entre los años 1573 y 1580, dirigida a SMC. el Rey, en la cual le refiere el viaje de Juan Fernández a Nueva Zelanda y Australia, la cual a la fecha no ha sido hallada en los depósitos del Archivo Nacional, no obstante son numerosos y coincidentes los otros antecedentes que configuran como cierta la posibilidad señalada, la cual no tuvo mayor realce en sus días, ante la obstinación del virrey del Perú de no haber facilitado su ejecución.
En "La isla de Charles y el Rey Perro", perteneciente a su libro "Las Encantadas" (de1854), el escritor Herman Melville escribió: "Los españoles americanos han tenido el hábito, por largo tiempo, de hacer regalos a individuos meritorios". El piloto Juan Fernández obtuvo una escritura de la isla con su mismo nombre, y por unos años residió allí antes de que llegase Selkirk. Se supone, sin embargo, que finalmente se deprimió en su propiedad principesca, pues tras un tiempo retornó al continente y, según se cuenta, llegó a ser un barbero muy charlatán en la ciudad de Lima. No se debe confundir con su homónimo, el también capitán Juan Fernández, marino español e igualmente destacado en el sur de Chile, quien en 1620 fue el primer europeo en tomar contacto con el Lago Nahuel Huapi en la actual Argentina.
Dicho antecedente habría sido el resultado, según don José Toribio Medina, del informe que presentó Juan Fernández a su regreso al Maestro de Cuartel del Ejército Pedro Cortés, acompañado de un croquis de las tierras que había explorado, quien lo llevó a España y lo informó personalmente a SMC. el Rey.
 
Constituye hoy un enigma el dilucidar con certeza el origen de las poblaciones polinésicas y las etapas de su paulatino asentamiento en el Océano Pacífico partiendo de algún lugar del Asia Suroriental, en un momento de la Prehistoria que hoy se fecha alrededor del 1600 antes de Jesucristo, cuyas investiganciones han servido para reconstituir en el ámbito de la Prehistoria oceánica las migraciones de los malayo-polinésicos desde el Asia Suroriental a los Mares del Sur.
Como no quiero seguir extendiéndome muchísimo en mi reportaje ahora me voy a referir únicamente a Nueva Zelanda. Los maoríes conocieron el arte de construir embarcaciones de balancín, y como navegantes habían logrado singulares adquisiciones náuticas con el arte de construir embarcaciones náuticas con el conocimiento de las posibilidades que les daba, por un lado el manejo de la posición de los astros y constelaciones, observaciones cuyas primeras aplicaciones atribuyeron los polinesios a un héroe cultural, Kupe, al que se atribuía el descubrimiento de Nueva Zelanda con sus seguidores maoríes.
Se ignora el foco de irradiación o punto de partida de los proto-polinesios maoríes. No obstante sabemos que debió estar situado en un extenso arco geográfico, uno de cuyos extremos quizá pueda situarse en la China del Sur y el otro en el Mar de Sonda. Los mismos anales tribales maoríes, transmitidos por tradición oral, denominan a este inaferrable punto de partida Havaiki o Iriha, aunque no puede descartarse que también fuera denominada Tua-Fenua, "la tierra de detrás", formando parte de Atia (posiblemente Asia). La balada o canticopehe, remonta los hechos del pasado al escenario de una enorme llanura circundada por montañas cubiertas de nieve y atravesada por el gran río Tohinga, cuyo nombre significa "purificación por inmersión" (¿de dónde venía ésta tan amtigua forma de bautizarse si no era de la creencia en un Dios verdadero y un Espíritu Santo?). El mismo cántico nos describe a tal tierra como escenario de una "edad de oro" con sus templos, recintos sagrados para las danzas, cánticos y representaciones teatrales, así como juegos atléticos, descripción embellecida por su carácter poemático, pero que no opbstante algunos refieren a la civilización de Harappa, en el Indostán. De todas formas, tales descripciones servirán posteriormente para la construcción de maraes tahitianos o del hieau de Hawai.
El pueblo de Havaiki fue víctima de constantes guerras de agresión que acabaron desplazándolo de su patria y deteriorando su cultura. De aquí que los antepasados de los maoríes decidieran emigar hacia el Este, alcanzando Kuranul, "la gran tierra roja" que bordea al mar. Pese a todo, continuaba la presión ejercida por las gentes procedentes del Este, por lo que, tras un sangriento encuentro en el que "cayeron cincuenta jefes" por lo menos, un grupo de Havaiki pudo llegar a la costa, donde construyeron 7 barcos con los que se hicieron a la mar, llevándose con ellos a sus mismos prisioneros de guerra, que eventualmente fueron absorbidos por la misma etnia de Havaiki. Este primer periplo les llevaría a Indonesia, donde al entrar en conflicto con los naturales decidieron buscar una tierra más pacífica, que no encontraron en toda Insulindia. Así pues, y a medida que perfeccionaban sus conocimientos náuticos, se fueron arriesgando en el vasto y desconocido Océano Pacífico del que algunos regresaron con alentadoras noticias.
Paulatinamente fueron emprendiendo distintas expediciones distribuidos en cofradías de índole particular (Areoi), navegando hacia el Este , cada vez más lejos. Su epopeya náutica no pudo ser más fructífera, ya que fue la más audaz que conocemos de la historia de todo el Mundo Antiguo, y tuvo como secuela el descubrimietno y poblamiento de millares de islas. Así Havaiki (Hawaii), Saviki y Sabali, cuyo descubrimiento se atribuye a Irapanga hacia el 450 después de Jesucristo (probablemente el mismo navegante llamado Hawaii-loa en Hawai) y que fue el mayor navegante de la historia de Polinesia. Saliendo de Tahití-nui (Borneo) y navegando hacia el Nordeste, al cabo de siete meses llegaría a Ahhu (Oahu), en el archipiélago de Hawaii, tras recorrer uan distancia de 6.000 millas marinas y vencer la mayor extensión de mar abierto que existe en el grupo Marshalla Oahu (2.100 millas).
Tras el descubrimiento del archipiélago de Hawaii, Irapanga regresaría a Borneo en busca de compatriotas que deseasen ir con él a poblar las islas orientales, al retornar de la más grande la denominaronn Havaikii (Hawaii, Vaihi), al igual que su patria que sabían anterior a su estancia en Borneo. Otros grupos de osados náutas conocido por Arii lograría alcanzar el archipiélago de Tahití en una fecha no más próxima a nosotros que el 600 antes de Jesucristo. El nombre de Havaikii sería dado a la mayor de las "islas que están debajo del viento", hoy conocida como Riatea y también Tahití, que llegó a constituirse en centro de la cultura maorí y de la que se emprendieron viajes de descubrimiento y emigración en todas las direcciones.
Por su parte, Actea-Roa (Nueva Zelanda), la "isla de larga nube blanca", primitiva colonia tahitiana a 2.400 millas marinas al Sureste de tahití, fue descubierta por el maorí Kope hacia el 950 antes de Jesucristo, en el mes de Te-tai, diciembre, siguiendo su ruta 75 años después los también maoríes Toi y Vatonga, ruta seguida asimismo por otros colonizadores maoríes hasta el siglo XIV.
Los polinesios maoríes llevarían a Nueva Zelanda un pájaro de brillantes colores, el loro kakariki, la patata dulce (que nosotros los españoles conocemos como batata), el taro, etcétera, por lo que la gente se multiplicó, poblando la isla, aunque posterires plagas la diezmarían, encontrándola ya los europeos (de los cuales no merece la pena tratar en este Reportaje) en el siglo XVIII muy escasamente poblada.
En la misma Nueza Zelanda de los maoríes los nativos pudieron aún cazar, con ayuda de sus perros, a los hoy legendarios moas, especie extinguida de un ave gigantesca, semejante al avestruz y superior a los 3 metros de largo y esto les dio una enorme fortaleza física. Navegando sobre sus grandes pahis de cubiertas comunicantes y bajo cuyos cobertizos podían contener provisiones para varios meses y transportando asimismo hasta 400 hombres, los maoríes polinesios seguirán explorando y colonizando importantes grupos de islas del Pacífico, llegando  incluso, según sabemos, desde Tahití a Rapa-nui (Isla de Pascua).
Termino el Reportaje dando una respuesta a quienes todavía dudan de la existencia de Dios y del Espíritu Santo (Jesucristo vendría después). La respuesta es que los maoríes de Nueva Zelanda y la Polinesia sabían de la existencia de un único Dios verdadero y sentían la necesidad de hacer inmersión en las aguas (como sucede con los verdaderos cristianos) para recibir ese Espíritu Santo proveniente de Dios. Si a esto añadimos que Jesucristo llegó a la Tierra, ya tenemos resuelto, por otro mucho de los caminos que he expresado en anteriores textos, de la existencia de la Santísima Trinidad de la  que tanto los ignorantes que se las dan de sabios se mofan.
FIN
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Reportaje peridístico cultural

Palabras Clave: Periodismo Género Reportaje Historia Cultura Conocimiento

Categoría: Artículos

Subcategoría: Actualidad



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