Vencedores jamás vencidos (dedicado a mi esposa Liliana)
Publicado en Jun 15, 2010
Los peces boquiabiertos luchan por sobrevivir a través del contraveneo de este jazz donde acaba tu piel. El sol se pone en tus ojos.El mundo. Eres el mundo para mí, mujer-mujer pero de verdad. Y mis coordenadas sólo son tu instantánea mirada y el amor con el tiempo. Luz. Eres la proximidad a la catástrofe. Tanto en agosto como en abril. Indiscutible Princesa para las periferias con los pies fríos y la vorágine de tu nombre, Liliana. Tu aroma son las distancias: las décimas con redes en el agua. !Incitación mía!. ¿Sara?. No. Nunca Sara. ¿No ves que sólo pronuncio Liliana?. El invierno en Pescara me ha hecho meditar en aquella percepción última del padre. Papá: ¿sigues durmiendo?.
La pócima poesía. La peste poesía de los del "amor libre". Tanta poesía al grill me desespera. Es esa especie de poesía de media naranjra y nunca de naranja entera, de la tiza y el relámpago sólo para apartentar amor. Por eso el tren, al alejarse me hace en el pensamiento una ditribución de lo verídico. Es el proceso del tiempo la humilde anatomía de mi jornada laboral para llevarte el sustento. De la región genianan de su boca sale el soul o sale el pop como amor a vela y remo. No te distraigas. Quédate siempre dentro de mi corazón como instrucción de uso. Él siente necesidad de un cuerpo; pero sólo es el tiempo que no pasa y un pobre diablo escribiendo para amarte en todas tus vertientes. Te busca desde el 21 de septiembre de 1992. Pero nunca te encontrará, mi amor. Nunca te encontrará a ti, la verdadera Lina de los Ángeles. Y será sólo una disolución de lo imposible. Avaricia. Eso es lo único que es él. Tu cuerpo frente a todo su pensamiento infame. Por eso te canta blues con la punta de la lengua bífida. Diciendo una palabra que, bruscamente, busca tu luz precisamente para hacer una reinterpretación del amor libre más falsa qeu Judas. De ese asqueroso amor libre que no es amor noble. Pero yo, que vengo famélico de bohemia literaria, pero fuerte de ánimo y presencia, soy una sombra en tu cintura. Te sujeto de la cintura y soy un algoritmo de ti que te cubre los ciento ochentas grados de tu cuerpo. Sé que existe la razón de los chubascos que están cayendo y la prococlama de los malabares que no quieren caerse al vacío. Yo les ayudo a no caerse. Pero lo más importante de todo es que tú y yo somos un círculo perfecto, una balada de la tensa espera mientras tú acaricias las naranjas cada vez que te levantas a prepararme el zumo. Ya lo saben ellos. !Todos ellos!. !Sólo son peces que tiemblan dentro de una cesta!. Por eso jamás te encontrarán. Estás tan cobijada dentro de mi corazón que jamás te encontrará ningno de ellos. !Que se vayan con su olor de azufre al cuerno quemado del medio oriente a pelarse allí entre ellos. Nosotros; todos nosotros, sólo nos dedicamos a vivir. (Gracias a Julio Rodríguez, de Oviedo)
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