RETORNO
Publicado en Jun 28, 2010
Amigos, sé que es tiempo de volver
de los campos donde languidecen los parias de sí mismos, idiotas convencidos de un amor irrisorio y de la lanza que atraviesa el costado de su pulmón sin misericordia, ni esperanza alguna. Dejar de revolver la llaga y jugar a la víctima que se golpea contra el cristal de sus lamentos como un pájaro obcecado de tanta injuria bien hilada y mal tejida. Lo sé, amigos. Es hora del regreso victorioso de aquel que se vence a sí mismo en el sangriento instante del horror de su propia herida. ¿A quién engañamos si la vida era esto? Un puñado de placeres que se trenzan con esperanzas en la cadena del esclavo de sus propias miserias, payaso infame que cimbrea su propia pena como un fantasma al que rendirle pleitesía. No diré más mentiras, amigos, no diré más mentiras. Diré mentiras nuevas, sí, de esas que hacen continuar con la vida. De esas que colgamos al sol, deshuesadas, cuando sólo queda el retorno del foso que devuelve su reflejo moribundo de unas pobres penas que no son nada. ¿Qué alguien me escupió el rostro? Mentira. ¿Qué fui olvidado en la charca del desperdicio? Mentira. ¿Qué me vistieron con las orlas del no amado? Mentira. ¿Qué fui el títere de dos que sin piedad se buscaron? Mentira. Fui el que quiso olvidarse de sí mismo, el que se vistió con las orlas que mejor le sentaron. El que entregó los hilos de su mortaja a los infames verdugos que bien lo amaron. Todo fue mentira, amigos, todo fue mentira. Porque era este corazón que deseó y que en su carrera violenta violentó su propio afán, que se estrelló contra el muro de los lamentos sabiendo que el tiempo de llorar llegaría tarde o temprano. ¿A qué decir entonces que no vi venir la ola sobre el horizonte en el instante del temblor más amargo? ¿A qué tanto lamento, tanto lamerse las heridas expuestas para que todos se apiaden en romería del mártir sacrificado? No, amigos, el amor me desborda, me cubre desde todos los flancos. Era esta pena, esta reconcentrada esperanza que no soltaba ni a sol ni a sombra la que doblegó mis frutos más altos. Vuelvan, amigos, vuelvan sus lanzas contra este que desprecia el amor que día a día le han otorgado con sus miradas y sus oídos, con su boca, con su sonrisa y sus felices abrazos. Aquí estoy, triunfante regresaré donde claman por mi nombre, al punto en que el festín del idiota se vuelve la fiesta en retorno del amigo pródigo que nunca, nunca, nunca fue olvidado.
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