Hay una ciudad con caminos (o quizás con destinos nada más) con la serenidad junto al silencio. Hay alguien preguntándose si la poesía aclara más nuestros caminos. Hay unas palabras y unas imágenes dentro de cada uno de los sentidos. Hay una denotación de estar ante algo que llamamos pensamiento. Y hay un canto dentro de la atmósfera que la hace ricamente sonora. Estamos ante el inmenso caudal de saber qué es la vida. Hay un hombre o una mujer (da lo mismo cualquiera que sea su género) que es sencillamente un ser humano. Hay un ser humano sentado en el mismo vértice de la conciencia, mirando al vacío. Hay un vacío lento que camina con pasos cansados pero amenazadores. Hay ganas de vivir pero la muerte de los poderosos es halagadora. Hay un poderoso que rompe el camino convirtiéndole en un zigzag de expresiones vanas. Hay un ser humano fumando un cigarrillo con la mano izquierda y metiendo la mano derecha en el bolsillo de su pantalón. Hay un ser humano en la acera. Hay un poderoso que atrapa, que absorbe, que destruye. Hay un vacío denso lleno de espesura. Hay una mano salvadora que surge del humo del cigarrillo. Hay una especie de locura que sólo es sanidad. Hay un poderoso menos. Hay una vida más... y hay un adiós sin saberse quién ha sido... hay un misterio de palabras y un cruce de emociones... hay un adiós hasta otro lejano momento... hay un ser humano fumando un cigarrillo con su mano izquierda mientras la derecha la tiene metida en el bosillo de su pantalón y espera que cambie el semáforo del rojo sangre al verde esperanza en la esquina que el poderoso domina siempre; hay alguien que espera a que vuelva a caer dentro de su propia alcantarilla... y hay un adíós, un hasta luego, sin saberse exactamente quién ha sido... pero hay una vida más...