Uno más
Publicado en Jan 21, 2009
Encontró la carta en la mesa de noche. Dos relámpagos de tinta cruzaban la blancura de la hoja: lo siento, pero no tuve escapatoria... fue bueno mientras duró.
Se deben tener polillas en el cerebro para cometer tal ligereza, aunque los puntos suspensivos no dejan de asombrarme, pensó mientras acomodaba el saco en el espaldar de la silla. Encendió la pipa, caló y se sentó a esperar que cesara la lluvia. Su talento como detective es reconocido en todos los rincones del planeta. No hay motivo para tambalear, para sentirse ahogado. En este caso hay un elemento que trastoca mi método de investigación. El principal sospechoso es mi estimado Watson, susurró. Se acercó a la ventana. Un tenue trazo carmín cruzaba, de un lado al otro, su cuello.
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