La reputada prudencia
es angustia sorprendida,
a menudo incomprendida,
víctima de la violencia
por la gente atolondrada
un poquito desalmada.
 
Llamadas a la prudencia
se encuentran por todas partes
con buenas y dignas artes
para mejor conveniencia
de evitar los accidentes
de personas imprudentes.
 
 
Ella  muy desatendida,
la prudencia reputada,
a cada rato invocada,
casi siempre desoida;
los dolorosos registros
lo confirman los ministros.
 
Se culpa mucho a la caña
por consumo con exceso;
el licor causa de peso,
pese a la fuerte campaña
para evitar los abusos
de personajes obtusos. 
 
 
A reputada prudencia
de nuevo hay que invocar,
ya está bueno de llorar,
parece una penitencia
que en tiempo de vacaciones
se enluten los corazones.