LOS HUEVOS DE LA POESÍA
Publicado en Jun 05, 2009
1
HUEVO COCIDO ¡La poesía tiene huevo! ¿Será por tanta huevonada que escribimos los poetas?... Si la poesía tiene huevo debe ser un huevo bien cocido, no tibio ni blandito y menos de cualquier manera. Debe ser un huevo duro, cocido en el caldero de la imaginación, en las aguas hirvientes de los mares perpetuos, sobre el horno encendido de las constelaciones, bajo la mirada impúdica de los dioses paganos o la envolvente de un solitario Dios. ¿Qué mago -pregunto- puede cocer el huevo inasible de la poesía? ¿Entre los hervores de qué líquidos coagular su yema de amarillos ojos y su clara transparente y pura?... Sólo el poeta sabe semejante alquimia, siendo el único llamado a degustar en la mesa del sueño tan generoso manjar. Huevo que nunca mueres, huevo que te cueces en cada poesía, huevo de innumerables formas y texturas divinas y profanas: Quiero tus nutrientes hoy cuando aún la vida me sonríe como un duende juguetón y tierno entre gallinas de un mágico galpón. ************************************************************************* 2 HUEVO FRITO Sólo en la sartén del poema puede freírse el huevo de la poesía; no con aceite común, ni siquiera con fino aceite de oliva. El huevo de la poesía debe ser freído con miel de rosas, cultivadas en el jardín del poeta, regado con agua de estrellas, porque bien sabido es que entre la estrella y la rosa hay un complot permanente para que el huevo de la poesía no caiga en sitios estériles y pueda cumplir entonces su función primordial: Nutrir los tristes y desheredados como reza la sentencia bíblica. Pero el huevo frito de la poesía debe servirse caliente (a muy pocos les gusta el huevo frío), y el poeta tiene la obligación de servir bien sus alimentos: cálidos, ya que el espíritu es fuego de altas temperaturas en la sartén autoclave del poema universal. ************************************************************************ 3 HUEVO REVUELTO En este mundo revuelto, donde todo gira incontroladamente, el huevo poético no puede ser la excepción. ¿Con quién tiene huevo la poesía?... Si la poesía tiene huevo, también tengo yo el mío con la poesía. Y siendo así, podemos, la poesía y yo, juntar nuestros dos huevos en la cacerola de las circunstancias y revolverlos cabalísticamente hasta encontrar el punto exacto que busca el mundo en su feroz bulimia. No hay que confundir, sin embargo, los huevos revueltos de la poesía y yo con el huevo filosofal, ni con los huevos fantásticos de Las Mil y Una Noches, ni con ningún otro huevo, porque los huevos revueltos de los que estoy hablando se parecen más a Dios que a otra cosa. Todo poeta debe comer sin demora el huevo revuelto de la poesía; de lo contrario, corre serio peligro de morir abandonado como un náufrago, carente de alimento y esperanza en los mares sin costas de la fantasía. ************************************************************************* 4 GUSTOS PERSONALES Me gusta ver la poesía como un huevo meciéndose en las aguas salutíferas del tiempo. Me gusta ver la poesía ovalada, cociéndose en las calderas cósmicas mientras Dios ríe a carcajadas de estos pobres mortales que desperdician sus mejores días escribiendo sus peores versos. Me gusta mirar la cazuela donde se fríen o revuelven las metáforas que tienen forma de huevo. Me gusta saborear la clara y la yema de los mejores huevos poéticos. Me gusta hacer tragar a mi enemigo toda esa huevonada que es la poesía. ************************************************************************ 5 VANIDAD DE VANIDADES El huevo de la poesía se está cociendo ya; ha caído en los hervores de la fantasía. Antes cristalino y lustroso, luce ahora una clara blanquísima y opaca sobre una yema de amarillo mate, envueltas ambas en su prisión calcárea. Pronto estará listo, bien cocido, para que pueda mejorar la dieta, escasa por cierto, de todos los poetas que buscan complemento alimenticio en las despensas de la imaginación. Pero hay poetas caprichosos que no querrán huevo cocido, ni frito, ni revuelto, porque con su inflada vanidad sólo saben engullir, enceguecidos, (crudos, sin sal ni condimentos), los huevos impotentes de su incapacidad.
Página 1 / 1
|
facundo aguirre