Del libro "Abecedario poético"
Publicado en Jul 14, 2010
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Dice mi olfato que eres una intrusa en la lengua de Cervantes y Quevedo, que llegaste de lejanos nortes a invadir el territorio ibérico con tus fonemas y grafismos extranjeros. Mas, no importa. Te acepto complacido y jamás hablaré de tu impostura mientras viajes en el tren de la amistad, pues no aspiro a pecar de patriotero, anacrónico, estrecho y troglodita en este mundo ya bien globalizado por el arte, la ciencia y la tecnología. Además, soy wagneriano en música, junto a Wolfgang Amadeo Mozart y otros creadores de raíz germánica, anglosajona y también escandinava, porque en ellos encuentra mi cerebro y mi débil corazón talento y fuerza, como nunca en verdad lo imaginara. Eres símbolo igualmente del wolframio, ese metal gris tirando a negro, utilizado para hacer los filamentos de las lámparas de incandescencia. También decidieron tu figura como símbolo eléctrico del wat y letra inicial de las walkirias mensajeras del Supremo Odín, que escanciaban amorosas la cerveza y la fresca hidromiel a los guerreros que orgullosos morían en batalla. Wall Street se siente estremecido si le niegas tu fonema soberano, aunque veo en tal emporio de riqueza una cueva de ladrones y agiotistas dedicados al azar y otras apuestas que son gloria y beatitud de los infiernos. Y con Wall, ese duque endemoniado que le gusta parecerse al dromedario o a un hombre de furiosos ademanes y espantosa fisonomía, conocedor además de los secretos del pasado, presente y porvenir, me despido de ti plácidamente admitiendo tu reinado indiscutible en el dorado corazón del alfabeto.
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Verano Brisas
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me recuerdan a unas
piernas de mujer y que
serìa de mi nombre sin ella?
Felicitaciones amigo, placer
del bueno leerte... Saludos.