Punto revs
Publicado en Jul 20, 2010
Las agujas corrían hacia su inevitable destino, recomenzando siempre su vuelta perfecta. La oscuridad, manta que poco a poco cubriría mi cuerpo.
Y descubriría mentiras. Mis manos, como las agujas, en círculos sobre mi vientre, anhelando vestigios de vida. O de muerte. Pero aún era demasiado pronto. Era demasiada poca vida. Mis manos, con otras agujas, enredando hilos y alimentando sueños. Y ella, una de tantas otras ellas, sentada a mi lado, con la vista fija en las agujas del reloj de pared. Esperando también. O acompañándome en la angustiosa espera. O recordando sus propias esperas pasadas. Una señal. Un vestigio. Un indicio de preocupación. Pero nada. Dedos femeninos de diferentes tonos que se entrelazan, sangres hermanadas por el mismo objeto de deseo. O de necesidad… O de puro capricho. Tic Tac Y el vacío de un cuerpo sin ganas de llenarlo se agiganta, omnipresente. Y ni dos, ni tres, ni mil almas de penélopes pueden ocuparlo. Él y su indiferencia. Y su eterna necesidad de huir. Su ignorancia. Su sordera emocional enhebrada de civilización en civilización. Enfermedad congénita mutando hacia formas monstruosas. Él. Guerrero que conoce la ruta de regreso. Ulises luchando en tierras imaginarias batallas inventadas de papeles con espadas de juguete. Quemando en la hoguera el mapa con el camino de regreso. Sabiendo que la manta cubrirá kilómetros de superficies. Y aún así, jamás podrá alcanzarlo. Y las agujas de mis manos, en roce constante, entretejiendo ansiedad y lágrimas. Y las agujas de la pared, en avance continuo, inexorable, hacia el destino. Tic Tac Y las doce son un recuerdo muy pasado. Tic Tac Y los combates cuerpo a cuerpo hace tiempo caducaron. Tic Y la lana se desteje hacia su punto cero. Tac Y en punto arroz manos que comienzan a moldear/ el primer escarpín.
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