De suelas nuevas
Publicado en Jul 20, 2010
Desahuciada, me senté en el borde de la cama. Había inspeccionado hasta el último escondrijo de la casa. Miré los dibujos creados por las manchas de humedad desparramadas por el cielorraso y repasé mentalmente. ¿Se la habrán llevado los duendecitos? - me pregunté.
Metí la mano en el bolsillo derecho y hurgué, con la vaga ilusión. Reí. Hubiera sido más probable ver un gorro rojo de gnomo saliendo por el agujero de un tronco. De pronto algo se agitó a la altura del techo. ¡Oh! El altillo… Sigilosa, me encaminé hasta la escalera de madera. Una vez en el rellano, subí con la mirada peldaño tras peldaño. Silencio visual. Y de pronto… en el tramo final de la escalera, una media blanca con puntilla descansaba. El último escalón y… ahí estaba. La parte del todo. Dos suelas de zapatillas se movían rítmicamente. Pronación. Supinación. Alcancé a ver unos cordones rosas antes de que me invada la alegría. Cruzados, aprisionados y aliados hasta engendrar un torpe moño. Pero moño al fin. Tanteé en la oscuridad del bolsillo hasta dar con algo metálico. Saqué el juego de llaves y lo dejé en el descansillo. Di media vuelta y me fui.
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