Otoal
Publicado en Jun 06, 2009
Onírico silencio que se traga:
el estribor ardiente de la noche; cuaja su frágil lumbre sobre el mármol, la luna con su traje de guangoche. Desencajó sus ojos de ladrillo, amputó la virtud del hondo escote, como si fuese herida de relámpago en la ebriedad de la desnuda dote. Rozó con sus filosos bisturís cada centímetro, con cada espasmo, cosió los besos al escote níveo y al circular anillo, con sarcasmo. Lloró sus goces, imperioso el cielo, sus lágrimas colgó de las corolas y despojó las calles a su paso, del mundanal bullicio y fueron olas... Esmeralda de la Cueva © DERECHOS RESERVADOS 30 de mayo, 2009
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Esmeralda de la Cueva
Un saludo
abrazo en la distancia
Miriam