El cuento de ser escritor.
Publicado en Jul 25, 2010
Mi reflexión comienza con una frase de Shakespeare: ¨Ser o no ser¨. Respuesta que no nos importa cuando somos niños y sólo nos dedicamos a jugar con los amigos e ir a la escuela para instruirnos. Por mi parte siempre andaba leyendo poemas de amor, los cuales con el tiempo los rechacé, debido a que como el dulce de leche o manjar blanco: postre llamado en mi país "cajeta" me empalagaron. Con esta palabra casi me dan una cachetada, cuando en un almuerzo argentino le dije a una mujer desconocida: ¨Páseme su cajeta por favor¨. Parece ser que este sustantivo significa otra ¨cosita¨ en Argentina.
Aunque logré ¨ser alguien en la vida¨, me costó un gran esfuerzo comprender esta frase, pues por muchos años realicé las ideas arquitectónicas de los otros; es decir, fui un simple empleado a quien los jefes pasaban sus croquis. Algunos no los entendía, pero tenía que interpretarlos para convertirlos en planos que ganaran concursos. Así pasaron los años. formé una familia, pero anduve ¨sin presencia de arquitecto¨ durante largo tiempo, hasta que alguien-una mujer- me diera una oportunidad para proyectar su casa después de haberle gustado un diseño mío, que compitió con el de un arquitecto famoso de la zona en donde se iba a construir dicha vivienda. Por fin, había alcanzado el objetivo de ¨ser arquitecto¨ cuando vi la edificación sobre el terreno realizada de una idea concebida en mi cerebro. A partir de ahí, los clientes me llamaban, ya tenía un sello personal, que había puesto en la esquina de un muro de esa vivienda: Arq. Carlos Campos Serna. Por arte de magia, me acostumbré a ser un arquitecto y ya no tenía mis malos humores por la falta de ¨presencia¨. Por otro lado, también quise ser futbolista. Sueño que abandoné porque el estudio en la universidad me quitó el tiempo para ir entrenar todos los días. Otro de mis sueños que tenía, era ser narrador, a pesar de ser considerado un niño mentiroso por los adultos, porque inventaba cuentos que nadie los creía: Un día, en que todos éramos millonarios porque se pagaba en millones de pesos mexicanos, mi mamá recibió una faja de billetes. Yo creí que ellos eran los más ricos del mundo. Luego de este suceso empecé a contar a mis amigos, que mis padres guardaban su dinero en un tesoro que tenían escondido en el jardín. Hasta ahí, mis padres desconocían ¨el chisme¨ que yo había iniciado con mis compañeros. Pero como era de lengua suelta, se me ocurrió contarles mi relato a algunos adultos. Uno de ellos me lo creyó, que cuando estuvo en problemas financieros, fue directamente con mi papá a pedirle prestado del supuesto tesoro, sin saber que, mi papá también se andaba tronando los dedos para sacar la familia adelante. Hace algunos años inicié a construir ese sueño infantil, escribiendo relatos cortos, combinando la realidad con la ficción. Por ejemplo, en vez de contar que el vecino le pidió prestado dinero a mi padre, podría escribir ¨un chisme¨, diciendo que, al otro día encontramos el patio con muchos pozos, pues alguien quería llevarse el supuesto tesoro. Esto con el fin de darle más impacto al cuento: Técnica que he aprendido en algunos cursos de literatura, los cuales he visitado para intentar mejorar la redacción y corregir algunos problemas gramaticales que mis maestros en primaria y secundaria nunca me enseñaron, ya que sólo veían en mí; un niño mentiroso, por lo tanto, ninguno de ellos descubrió un futuro narrador. Por eso, se guardaron muchas historias reales y ficticias en el disco duro de mi cerebro de ¨niño mentiroso¨ hasta que de nuevo, lentamente, he ido descubriendo mi alma de narrador. En sies años, ya he publicado tres libros. El cuarto, el quinto, el sexto, estoy pensando, enviarlos a un concurso (soñar no cuesta nada). Por otro lado, el primer libro¨Sin Presencia de Arquitecto¨, pudiera ser, que hasta la fecha, es el libro más regalado en el universo (un poquito exagerado). Pero yo sé que, ¨los locos¨ que escriben, me podrán perdonar esta exageración, pues con esto, sólo trato de expresar que ando encontrando una nueva existencia. Así que cuando me preguntan quién soy, digo sencillamente mi nombre. Pero cuando la pregunta es: ¿Qué soy? La respuesta se vuelve medio complicada, puesto que puedo contestar con convicción que soy arquitecto, quizás porque siempre me dijeron que para ser un profesional se necesita un documento. Pero cuando quiero decir también que soy escritor, me da vergüenza ponerme esa etiqueta, así que todavía ando buscando mi ¨presencia de arquitecto¨ como debería ser : escribiendo
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