El camarada Océano (Cuento)
Publicado en Jul 30, 2010
El camarada Océano se ha salido de sí mismo y es ahora un mar de palabras con paráfrasis fotovoltaicas que se comunican con todo lo relacionado con las olas de la mar. Allí, rodeado de lobos marinos, se ha transformado en pirata de los vientos, llenando su vida de corsarias amantes para convenirse en ciudadano independiente en todas las islas del Caribe.
El camarada Océano ha contemplado las orgiásticas coreografías de las ninfas sobre los "mares de cartón" del teatro acuático y él, un héroe de la antiglobalización, se ha rodeado de delfines intelectivos para aproximarse a los textos diletantes de los viejos marineros. El camarada Océano se ha hecho helenista homérico para escribir el epílogo de la Odisea de Ulises y hacer, de sí mismo, un héroe épico fraguando batallas contra monstruos imaginarios. Por eso vuelve las velas de su barco hacia la alta mar y apuesta por las energías eólicas que mueven su bandera blanca contra el capitalismo salvaje. El camarada Océano ha elegido salir de lo material para convertirse en magia transmutada de espumas marineras. En medio de las olas el bajel se mueve como embestido por las furias erinias, las tres diosas de la venganza: Alecto, Tisífone y Megera, enviadas por el envidioso e iracundo Euménides que ha salido de la Orestíada para intentar que el camarada Océano se estrelle contra las rocas que rodean las costas de La Isla de la Torutga. Alecto, la implacable, es hermana de Tisífone (la vengadora del asesinato) y de Megera (la celosa). Hija de Gea fertilizada por la sangre derramdada por Urano cuando fue castrado por Cronos, ha sido encargada de castigar los delitos morales como la cólera, la ira y la soberbia, sobre todo si son delitos contra los mismos hombres. Su función es muy parecida a la de Némesis, con la diferencia de que esta última castiga los delitos morales contra los dioses. Tisífone está encargada de castigar los delitos cometidos por asesinato: parricidio, fratricidio y homicidio. Se enamoró de Citerón, y terminó provocando su muerte por mordedura de serpiente, concretamente de una de su cabeza. Y Megera, la celosa, diosa al igual que sus hermanas infernales, del castigo y la venganza divina es la más terrible de las tres, pues es la encargada de castigar todos aquellos delitos que se cometen contra la institución del matrimonio, especialmente los de la Infidelidad. Es la causa de los celos y la envidia. Como sus hermanas Alecto y Tisifone, nació de la sangre de Urano, cuando Cronos, su padre, lo castró. Es, en realidad, un mujer despreciable y fea además de envidiosa y rencorosa. Las tres persiguen insistentemente al pequeño barco del camarada Océano y soplan fuertemente para que se estrelle contra la Punta Salina de la Isla de la Tortuga. Las tres son de una fealdad tan grande que hasta los viejos "lobos de mar", marineros curtidos en mil batallas navales, huyen simplemente cuando escuchan sus nombres... pero el camarada Océano está dispuesto a vencer en su búsqueda de La Duda Oculta. Gea no desea, por nada del mundo, que Océano consiga descubrir y hallar qué guarda La Duda Oculta en su interior. El pequeño barco es zarandeado de proa a popa y de babor a estribor. Las tres feísimas Erinias intentan destruir primero su moral para después quemarlo vivo y lanzar sus cenizas a las profundidades del Tártaro. Por eso trabajan en un Banco de Sangre donde tantos incautos marineros han dejado sus vidas, sus huesos y sus sudores, para alimento de Cancerbero. Pero el camarada Océano resiste. Él quiere encontrar lo que hay dentro de La Duda Oculta. Las viejas leyendas, que arrancan del tiempo de los Atlantes, dicen que en La Duda Oculta se esconde una princesa tan hermosa que quien consiga descubrirla se enamorará tan perdidamente de ella que enloquecerá por toda la Eternidad. Pero el camarada Océano sabe algo que ni Gea, ni muchos menos las tres feísimas Erinias del Banco de la Sangre conocen. Es el Gran Secreto de Océano. Hay en el interior de Isla de la Tortuga, exactamente en la Plaza Negra, una hechicera llamada Khedira, que impide a cualquier aventurero entrar en la Cueva Kaká donde se encuentra, realmente, la bella princesa de La Duda Oculta. Las tres Erinias, tan feas como los demonios que llevan en su interior, no dejan de insistir en destruir al camarada Océano quien, a pesar de todo ello, está siendo ayudado por Mou, un anciano de barbas blancas que sabe responder a todas las preguntas del mundo. - Océano... ¿qué te sucede?. - !Que alegría poder escucharte, Mou!. !Aquí estoy intentando resistir las tormentas desatadas por Alecto, Tisífone y Megera!. - !Hazme un total de ocho preguntas transcendentales para que yo, al contestarlas, las derrote de tal manera que no volverán a levantar cabeza!. !Sólo depende de que tus preguntas sean de verdad transcendentales para la Humanidad para que yo las destruya para siempre!. Te prometo que, en ese caso, dejarán de atormentarte para siempre y ellas serán entonces las atormentadas. Mou es el Gran Secreto del camarada Océano y sólo él puede salvarle si es capaz de acertar con las preguntas. - ¿Cómo se legaliza el derecho de un marinero para enamorarse por toda la Eternidad?. - Océano, ese derecho es el interior de tu corazón. Sólo dentro de tu corazón existe el derecho de poseer a la princesa. - ¿Es lícito mentir cuando de amarla se trata?. - Es un derecho imaginar pero no debes mentir nunca. Recuerda que la Imaginación no es ninguna mentira, sino el uso de un derecho que tienen los marineros del alta mar para combatir a la Realidad. No debes mentir pero inventa la Verdad, Océano, inventa la Verdad. - ¿Es necesario ganar esta batalla?. - Totalmente necesario, Océano. Ganar esta batalla es lo que hará de ti el príncipe azul que tanto sueña la princesa. Es en esta Batalla de las Tortugas donde te juegas todo el futuro. O Ella o la Nada, Océano, recuérdalo siempre. O Ella o la nada. - ¿Y si dejo pasar el Tiempo qué sucedería?. - Que habrías fracasado, Océano. Y si fracasas ahora te convertirás en el fantasma del Holandés Errante. La única manera de que no seas un marinero sin rumbo alguno por el Mar Tártaro es no dejar pasar El Tiempo de Dios. Y ahora estás enfrentándote a las Erinias porque ellas no quieren, envidiosas de tu futura felicidad, que alcances la victoria en esta definitiva batalla por conquistar el amor de la Princesa. - ¿Podré existir siempre si es que alcanzo a destruir a Khedira?. - Sí, Océano. Si destruyes a la Hechicera Khedira existirás para siempre con Ella, con la Princesa de tus Grandes Sueños. - ¿Estuvo bien que le retase a todos los dioses del Olimpo?. - Eso es, Océano. Eso es precisamente lo que yo hubiera hecho de haber tenido tu juventud. Yo también amé a la Princesa pero, como ves, sólo soy un anciano sin fuerza física alguna que en lo único que puedo ayudarte es destruir a las Erinias a través de tus preguntas. No sólo estuvo bien que retases a todos los dioses del Olimpo sino que eso es lo que te da la energía. - ¿Dónde puedo equivocar mi rumbo, Mou?. - Equivocarías tu rumbo si en vez de amarla la desearas o la codiciaras como les ha ocurrido a miles de marineros que ahora son sólo huesos devorados por Cancerbero. No lo olvides nunca. Sigue siempre amándola... porque de esa manera el deseo y la codicia se disiparán para siempre. Sigue ese mismo rumbo que has elegido y no te apartes de él. Si la amas con nobleza la recompensa será enorme. Te falta sólo la última pregunta. Debes meditar un poco de tiempo antes de contestarla porque si consigues que sea también trascendental haré que sean las Erinias las deshuesadas por el Cancerbero del Tártaro. - ¿Debo o no debo preocuparme por mis compañeros en estos momentos, Mou?. Tú ya sabes que yo no puedo abandonarles y dejarles sin mi compañía. ¿Es egoísmo o no es egoísmo que los deje ahora en medio de la tempestad?. - No sólo debes dejarlos ahora sino que es tu derecho y nadie podrá nunca decir que fuiste egoísta cuando elegiste la compañía de Ella. Recuerda que los amigos, como siempre has dicho durante tu vida, no deben estar presentes nunca cuando se intenta enamorar a una mujer. La Princesa te ha conquistado el corazón así que ahora tu deber es que ella se enamore de tu alma. ¿Cómo puedes hacer eso si tienes a tus amigos al lado?. No, Océano, no dejes que ningún amigo te robe el Tiempo de Dios para que Ella se enamore de ti. Es lo que siempre has echo tú cuando alguno de ellos se enamoró de verdad. Ahora te toca a ti hacer los mismo. Ahora es la Hora de tu Gran Verdad y debes abandonar absolutamente a todos tus amigos para presentarte sólo ante la Hechicera Khadira de la Cueva Kaká donde ella, La Princesa de tus Grandes Sueños, deje de ser La Duda Oculta y se convierta en tu Realidad Imaginada que es la Gran Verdad que llevas dentro de tu alma. Es esa Realidad Imaginada la que hará que ella se enamore de ti y eso no se puede compartir con ningún amigo, absolutamente con ningún amigo. A todos los enamorados les llega su Hora de la Gran Verdad. Los que consiguen que sus princesas se enamoren de ellos son siempre solitarios, temporalmente solitarios, hasta que lo logran. Es algo que tú has practicado siempre... así que no lo dudes ahora. No sigas siendo el líder de nadie nada más que de ti mismo en estos momentos. !Ya está!. !Ya he destruído a las Tres Erineas del Banco de la Sangre!. Ahora ya puedes desembarcar tranquilamente en la Punta Salina, pues el mar está totalmente sosegado, e ir hasta la Plaza Negra a enfretarte, tú solo, recuerda siempre que ningún amigo debe estar contigo sin quieres que Ella se enamore de tu alma, a la hechicera Khedira, la monstruosa Khedira que impide el paso a quien desee entrar en la Cueva Kaká. Nadie ha conseguido llegar hasta donde tú has llegado ya. Ahora estás sólo ante el peligro. No es egoísmo amar a la mujer de tus Grandes Sueños. No solo no es un egoismo sino que es una necesidad para conseguirla. Así que no hagas caso a nadie, absolutamente a nadie, y guíate por tu Espíritu. No te contradigas ahora con los que siempre ha sido una forma natural de actuar tuya. El camarada Océano, olvidando por completo a todos sus compañeros y amigos, se dejó dirigir únicamente por su Espirítu. Así fue como, tras desembarcar en la Punta Salina, donde no probó ni una sola gota de agua porque sabía que estaba envenenada con acetato de sodio, también llamado etanoato de sodio, que es la sal de sodio del ácido acético. Él sabía, desde sus tiempos de escolar que el acetato de sodio es un producto químico económico producido en cantidades industriales para una amplia gama de uso... pero que si lo bebe un ser humano se queda destruido todo su organismo. Así que, aguantando la sed y el cansancio, comenzó a adentrarse por el interior de la Isla de la Tortuga. Fue así como llegó a la Gruesa Razón y allí sentado bajo un viejo cactus nativo de aquellas tierras comenzó a razonar con completa lucidez mental, como era costumbre en él, haciéndolo en voz alta para sí mismo. - Si la Verdad es Amor lo mejor que tengo que hacer es amar la Libertad para poder derrotar a la Hechicera Khadira. Si la Tolerancia es Justicia lo que tengo que hacer es tolerar que Khadira se considere superior a mí porque de esa manera la habré vencido. Y si la Paz es para Siempre le declararé la guerra usando sólo la Paz de mi Espíritu para poder destruirla para siempre. Una vez que entendió lo que su Espíritu le estaba indicando siguió el camino tras calmar su sed bebiendo del Río de las Aves donde, en aquel mes de abril, acompañó su sed con la sed de los corocoros; los también llamados ibis escarlatas (Eudocimus ruber), corocoros colorados, garzas rojas, sidras o guarás, una especie de aves de la familia Threskiornithidae nativas de Sudamérica; que figuran en el escudo de armas de las cercanas islas de Trinidad y Tobago donde están consideradas como las aves nacionales. Alimentándose de piñas y mangos pronto se encontró con La Chelonoides Nigra, una gigantesca tortuga que iba camino en dirección hacia el Este. Decidió seguir el mismo camino lentamente. Así viajó bajo la luz de Las Trece Lunas de Paz. Trece días exactos hasta llegar a La Roca de la Estaca. En la Roca de la Estaca los ya desaparecidos Atlantes habían grabado el siguiente mensaje: "Quien tenga la osadía de pasar más allá de este lugar, se encontrará inevitablemnte ante la muerte llamada Hechicera Khadira". Dedujo fácilmente que no era posible que lo hubiese escrito ningún mitológico atlante pues era una escritura en español. Luego debió haberlo escrito algún español que, acobardado ante la aventura de adentrarse más allá en la isla, había huido despavorido al ver a Khadira y estaba intentando asustar su ánimo para que no consiguiese su propósito; un propósito donde aquel visitante había fracasado por culpa del miedo. Pero el camarada Océano era todo lo opuesto. Era alguien tan especial que no le importaba morir por causa de Ella. Así que despreció la frase y escribió debajo de ella lo siguiente: "Quien tenga la valentía de pasar más allá de este lugar, se encontrará con el Amor de su Gran Sueño". Su Espíritu jamás le abandonaría aunque ningún otro ser humano se había atrevido a pasar ese más allá. Arrancó la Estaca de la Roca y la hizo mil pedazos. Cada uno de aquellos mil pedazos era un como un kilo de fuerza y valentía; así que ya estaba seguro de que con aquel acto acababa de vencer a la Hechicera Khadira de la Cueva Kaká. Efectivamente, cuando llegó a la Plaza Negra, la gigantesca y horripilante Hechicera Khadira se encontraba agonizando y sangrando por todo su cuerpo. El espectáculo era sobrecogedor y podía haber asustado a cualquier valiente marinero pero él no se amedrantó por ello. Era necesario rematarla definitivamente. Comenzó a pensar y le llegó a su memoria lo que hizo Hércules para matar a la horripilante Hidra de Lerna. Sólo que esta vez Khadira sólo era una monstruosidad de una sola cabeza. Tan horrorosa que sólo contemplándose a sí misma dejaría de existir para siempre. Sin ninguna clase de temor cogió a la monstruosa Hechicera por las piernas, la arrastró durante unos cuantos metros y la hizo mirarse en el Espejo Dorado que era, en realidad, un riachuelo que bajaba desde la misma Cueva Kaká. Cuando la agonizante Hechicera Khadira se vio a sí misma dio un enorme estentor que hizo temblar el suelo y, ante la firmeza del camarada Océano, que permaneció en pie para no morir, Khadira dejó de existir para siempre. Así que la Cueva Kaká estaba completamente libre. Ya todo estaba consumado. El camarada Océano entró en la oscura cueva, anduvo unos muy escasos metros y allí, alumbrada por una Luz Milagrosa, se encontraba Ella, la Princesa de sus Grandes Sueños que había conquistado su corazón y a la cual enamoró adentrando su mirada hasta el fondo del alma de ella.
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