hecho sin pensar
Publicado en Aug 03, 2010
HECHO SIN PENSAR
Recordaba que fue de día cuando la mato. Había sido a la mañana. Si. No hay como hacer las cosas temprano. Así uno tiene todo el maldito día para arrepentirse. Hay cosas que no se pueden arreglar. Por ejemplo, lo que había hecho. Es decir, el, ya no podía arreglarlo. Jamás pensó que podía estar encarcelado por algo así. Aunque en realidad estaba en libertad. Su cárcel era mental. Al menos hasta hora. El hecho en si había pasado hacia ya mucho tiempo. El recuerdo seguía allí. Había sido en invierno. Frió, pero benigno, Recordaba grandes heladas. Luego sol. No hubo diferencias el día que concreto el hecho. Ella estuvo allí en el lugar. Ese de todos los días en el que premeditadamente iba a consumar el acto. Supo que caminaba detrás de el. Serenamente. Sin saber que en esa caminata, ella tendría la estocada final. Como un guión escrito e ineludible, seria alcanzada por la ráfaga del ejecutor. El no había pensado en el hecho. Tampoco medido sus consecuencias. Claro esta que como frió asesino nunca pensaría en ello. Solo tuvo en cuenta el momento. Como si eso fuera todo. Después vendría el después. Todas las cosas que debían pasar ya habían pasado. Un papel arrugado no se puede volver a alisar. Lo había descubierto tarde. Al encontrarse con sus ojos, estos parecían que le hacían mil preguntas. El no supo como hablar. Acaso alguna vez quiso gritar. Pero ese mismo grito enmudeció antes de nacer. Se tomo dos o tres días para empezar a extrañarla. Ya no la tendría consigo. Su cuerpo estaría distante. Sus labios no formarían ningún dibujo al pronunciar su nombre. Fue ahí cuando empezó a desmoronarse. A querer justificar su hecho frente a los demás. Aunque nadie se lo pidiera. Cada vez que quiso escapar resulto inútil. Cambio de ambiente, de amistades, de bar., de barrio y hasta de país. Día y noche. Todo resultaba inútil, en vano. El tiempo fue pasando desde aquella mañana en que rompió con ella. Es decir, la mato en su mente. O eso quiso pensar. Fue un tiempo debajo de este sol para ambos, que el se había encargado de nublar. La había amado. La amaba aun. A su recuerdo. A pesar de ello, aquella mañana había tomado su decisión. Lo había hecho sin pensar. Injusto y en soledad. La misma que ahora lo cubría. Su falso orgullo no le había dejado volver atrás. Su propia condena. Pasaron muchas cosas desde entonces. Hoy con otros ojos, tal vez vuelva a empezar. Pero el miedo de volver a matar, a matarse sigue alli.
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