Simone de Beauvoir
Publicado en Jan 26, 2009
Simone de Beauvoir
La naturaleza del hombre es malvada, su bondad es cultura adquirida. S de B. Nació en París en 1908 y murió en la misma ciudad 78 años después, ínterin fue una joven formal, luego una mujer rebelde, y finalmente novelista premiada, feminista y militante política que desató adhesiones y rechazos de igual intensidad, en Francia y en el mundo, que no es poco. Hija de un matrimonio burgués empobrecido, vivió su infancia y adolescencia en medio del resentimiento familiar por la prosperidad perdida. La lectura fue el bálsamo contra el aislamiento social y los estudios posteriores, un camino para escapar del anonimato y la mediocridad. Su padre le decía a menudo que tenía un cerebro de hombre y a ella le agradaba el cumplido. De su aspecto nos hablan sus fotos y entrevistas filmadas, siempre con el cabello recogido bajo un eterno turbante, su rostro crispado, su voz firme, su dicción precisa que revelaba un pensamiento lúcido y veloz., y sobre todo sus opiniones tajantes, definitivas. Se había propuesto tener las riendas de su vida en sus manos, y acaso lo logró en sus sueños y en sus obras. La vida resultaría ser algo más compleja que las decisiones que se toman acerca de ella. Luego de graduarse en la Sorbonne, en 1929 conoció a Jean Paul Sartre, quien tuvo, mientras vivió, el rol protagónico en su amor esencial, que lo distinguía de los amores contingentes que tuvo con otros seres de ambos sexos. Hasta 1943 trabajó en el magisterio como profesora de filosofía, pero fue forzada a abandonarlo tras un juicio por corrupción de menores (Un amor contingente con una jovencita que fue su alumna y su amante). Durante la ocupación nazi, trabajó en la radio del gobierno de Vichy, por lo que su proclamada actuación en la Resistencia fue un tanto controvertida. Decían que mientras muchos franceses morían luchando o en las cárceles, ella se sentó junto al calor de los leños, esperando como tantos otros, que los norteamericanos les sacaran las castañas del fuego. En 1949 editó La invitada, en la que maquilla bajo la forma de novela uno de sus tantos triángulos amorosos. En 1949 publicó su célebre ensayo El segundo sexo, obra exitosa y fundamental para comprender su opinión en torno a la situación de la mujer en el siglo XX. En uno de sus pasajes más célebres afirma: La mujer no nace se hace. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana, la civilización es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino. Simone de Beauvoir, precursora de la nueva mujer, rompía valores burgueses, se negaba a la maternidad y al matrimonio y pacientemente tallaba su imagen. Logró la independencia económica con sus libros. En el año 1954 ganó el premio Goncourt, el más prestigioso galardón literario de Francia, con su novela Los Mandarines, en la cual describe el mundo de la izquierda política e intelectual de su época. Ella misma, comunista en la teoría y burguesa en lo cotidiano, debía soportar la contradicción del capitalismo, del estalinismo y de la militancia en el Café de Flore. Fueron incontables sus viajes a la URSS, a China, a Vietnam y a Cuba. Fidel Castro, luego de una entrevista con de Beauvoir y Sartre, le comentó al Che: "Son tan solo burgueses de París". El cubano conocía la diferencia entre expresar convicciones y defenderlas con la vida. Tomó partido, no sin valor, por la causa de la independencia Argelina y su oposición al Gaullismo en mayo de 1968 delinearía para siempre su mítico perfil de intelectual comprometida. Los tres tomos de sus Memorias resultaron un intento de dudosa eficacia por mostrarse crudamente como una rebelde con causa, poseedora de un nivel literario y filosófico comparable al de Sartre. La obra refleja una minuciosidad acaso excesiva, destilada de su antigua afición por la escritura de pormenorizados diarios vitales. Su pensamiento acaso era mejor que su literatura. No tenía tanta razón como creía, ni fue tan resistente ni tan existencialista como se lo propuso. Sus pies eran de barro, de un bello barro humano y ahí radicaba la grandeza de esa mujer. Ella dijo de si misma: "De mi han forjado dos imágenes. O bien yo soy una loca, una excéntrica, una mujer de costumbres muy disolutas, o una matrona, una maestra, en el sentido peyorativo que la derecha le da a ese término, y que pasa su existencia en el escritorio, puro cerebro y esencialmente un ser anormal". "El hecho es que soy una escritora, alguien que duda que la existencia sea solo eso. Esta vida mía vale lo mismo que cualquier otra. Tiene sus razones, su orden, sus fines y no hace falta comprender nada para juzgarla extravagante". A un siglo de su nacimiento, nos congratula que haya venido al mundo y dado su mensaje.
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