Yo aspiro cuando me vaya
que no me lamenten tanto,
porque se pierde el encanto,
de un suceso en la batalla.
 
Que toquen una ranchera
si me llevan a una tumba,
tal vez con alegre cumbia
o  con tonada llanera. 
 
Esperando en una esquina
la canción de Ali Primera,
cantor de Venezuela señera,
quien murió sintiendo espina
por pobres de su país,
con proezas de   raíz. 
  
Prefiero que pa´ mis restos
prepararan una hoguera
para cremar a un cualquiera,
cuando así lo hayan dispuesto.
 
Que mis cenizas recojan
para un árbol abonar,
que sirva pa´ descansar
y que  las flores las cojan
para dar pruebas de amor,
los amantes con fervor.
 
 
 Porque las tumbas tan frías
fueron bastión de gusanos,
donde acudirán humanos
en actitudes sombrías,
en la fecha aniversaria
de una ocurrencia ordinaria.