¡Gracias Jesús!

Por la sonrisa de mis niños,
que es  placer en mi trabajo.
Por encontrar en la palabra
tantos desconocidos caminos;
por mi fe en la lección que va llena de esperanzas
para un mejor mañana... 

Tú sabes,
Jesús,
que cuando uno se da entero a su tarea
recibe el resultado de sus alumnos. 
 
Es como llevarlos por caminos desconocidos,
repletos de frutos silvestres,
fragantes y gustosos a los sentidos.

Es dejarlos degustar de cada alimento
para que conozcan sus sabores… 
Eso es aprender, Jesús, y Tú lo sabes…

Te pido, Jesús,
que me dejes conocer nuevos manjares
 para traerlos a mi  pequeño aposento …
Yo te prometo dar de comer
a mis chicuelos…

Y si algún día,
Jesús,
me alejas de esta Tierra;
si en tu cielo hay una escuelita
para  niños…
¡Jesús te pido de rodillas!
¡Déjame ser maestro!