La poderosa razón para instalar una cámara de video en el baño
Publicado en Aug 13, 2010
Aquí. Aquí le podréis ver bien. En esta esquina es perfectamente visible todo el maldito baño con su tina hidromasaje que acabo de instalar y que me costó 4 años de sueldo raquítico.
Entonces tenía humor para bañarme cantando una sarta de tonterías. A estas alturas, la vine comprando porque padecí tantas privaciones por esa tina infeliz, que me picó en el orgullo desistir de mi capricho. Se preguntarán ustedes por qué estoy instalando esta rudimentaria cámara de video en el único baño. Es para que lo vean por ustedes mismos hoy, y si por alguna razón, no sobrevivo a esto, comprenderá el mundo que no estoy loco. Ya lo hablé con todos; con la vecina, con la portera, con la casera. Ya hablé con el plomero, con el fontanero, con el albañil, el arquitecto, el médico familiar, el gastroenterólogo, el psicoanalista, el psiquiatra, el forense... Nadie me da crédito a lo que vive en las tuberías de este decrépito edificio, y que me está comiendo vivo. Anoche le oí otra vez, aquí mismo, como pueden ver. La primera vez no identifiqué el ruido entre las paredes, sacudiendo con fuerza. Toda la habitación temblaba y pensé que había un terremoto que estaba a punto de aplastarme. Salí corriendo, pero no estaba nadie en el pasillo. Nadie se percató del estruendo y tras permanecer allí cerca de media hora sin que una infame cucaracha hiciera aparición junto a mi sombra, retorné a mi apartamento. Empecé a acostumbrarme a ese ruido, que me despertaba siempre alrededor de la medianoche y luego se aquietaba. Hasta que hace ocho días, me encontré con una fatídica sorpresa. Me desperté con unas ganas intensas de vomitar. No recordaba haber comido nada peligroso, mi lasaña favorita, duraznos en almíbar y pastel de espinacas. Pero aquella noche algo me hizo daño o una dendrita perdida encauzó una chispa por el camino equivocado en mi intrincado cerebro. La segunda noche me ocurrió lo mismo, lo cuál ya me preocupó. Hice un maratónico viaje en años para ver al médico y luego al especialista. No tenía ningún mal ni padecimiento, aparentemente mi salud no estaba afectada en lo más mínimo. Pero yo seguía vomitando noche tras noche todo lo que comía y luego me quedaba con el estómago vacío hasta el día siguiente. Bajé cerca de diez kilos en seis días. Anteanoche volví corriendo al sanitario para vaciar nuevamente el excusado, cuando ví algo que me causó repugnancia. Salió por el excusado, abrió su inmunda y aborrecible boca y se tragó todo lo que vomité. Me quedé horrorizado y permanecí en vela toda la noche. Les he contado a todos lo que he visto pero ¿Quién me cree? ¿Quién lo ha visto aparte de mí? Todos piensan que he enloquecido y que no tengo remedio. Por lo que ahora, para corroborar mi historia, los tendré aquí en vela hasta que presencien con sus propios ojos ese monstruo que se alimenta de lo que vomito por la noche. ¡Eh! ¡Allí viene! ¿Podéis oír el ruido? ¿Podéis ver cómo se estremece la cámara con el estruendo? ¡Mirad! ¡Mirad allí! ¡Está esperando que yo vacíe mi estómago pero no he probado bocado en todo el día sólo para desafiarlo! ¡Es horrible! ¡Es viscoso...! Pero lo peor de todo... ¡Es espantosamente enorme...! ¿Lo véis ahora? ¡Qué bien! ¡Os dejo con su espantosa imagen y ojalá la recordéis siempre! Voy a desmayarme...
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Elvira Domnguez Saavedra
Laura Alejandra Garca Tavera
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
felicitaciones